Memoria de los testimonios de la fe

7 de Abril 2008
EL PAPA BENEDICTO XVI
VISITA EL MEMORIAL DE LOS TESTIMONIOS DE LA FE DEL SIGLO XX
Y A LA COMUNIDAD DE SANT’EGIDIO CON MOTIVO DE SU 40 ANIVERSARIO
 

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PALABRAS DEL SANTO PADRE AL FINALIZAR LA CELEBRACIÓN

 

Al final del encuentro de oración en memoria de los testigos de la fe de los tiempos recientes, con gusto os saludo a todos vosotros, sobre todo a quienes habéis seguido la liturgia en la plaza o por la radio o televisión. En el vigésimo quinto aniversario de la Comunidad, viniendo a Santa María de Trastévere, el siervo de Dios Juan Pablo II encomendó a la Comunidad de San Egidio esta basílica de San Bartolomé y en el año 2000 estableció que en ella se recordara a los nuevos mártires.

Queridos amigos de la Comunidad de San Egidio: distéis vuestros primeros pasos, aquí, en Roma, en los años difíciles tras 1968. Hijos de esta Iglesia, que preside en la caridad, habéis difundido después vuestro carisma por muchas partes del mundo. La Palabra de Dios, el amor por la Iglesia, la predilección por los pobres, la comunicación del Evangelio han sido las estrellas que os han guiado, testimoniado, bajo diferentes cielos, el único mensaje de Cristo. Os doy las gracias por esta obra apostólica; os doy las gracias por la atención que prestáis a los últimos y por la búsqueda de la paz, que caracterizan a vuestra Comunidad. Que el ejemplo de los mártires, que hemos recordado, siga guiando vuestros pasos para que seáis verdaderamente amigos de Dios y auténticos amigos de la humanidad. No tengáis miedo de las dificultades y de los sufrimientos que implica esta acción misionera: forman parte de la «lógica» del testimonio valiente del amor cristiano.

Por último, por medio vuestro quiero dirigir a todas vuestras comunidades, esparcidas por el mundo, mis mejores deseos en el cuadragésimo aniversario de vuestro nacimiento. Saludo por último a los enfermos, al personal sanitario, a los religiosos y a los voluntarios del contiguo Hospital de los Hermanos de San Juan de Dios de la Isla Tiberina. A todos y a cada uno os aseguro mis oraciones, mientras, invocando la protección de la Virgen Santa, os imparto a todos la bendición apostólica.