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Llamamento
de paz
La
Paz es el nombre de Dios |
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En
Atocha, en el coraz�n de Madrid, castigado hace un mes por la violencia ciega
del terrorismo, nos hemos reunido hombres y mujeres de diferentes culturas y
religiones, para recordar a todas las v�ctimas, mirar al futuro con esperanza e
interrogarnos sobre nuestra responsabilidad ante la paz.
Hemos
escuchado la voz de quienes han sido duramente golpeados por la violencia, hemos
escuchado la voz de los creyentes, hemos escuchado el profundo deseo de paz que
late en el coraz�n de todos los hombres y mujeres.
La
Paz es el nombre de Dios. Dios habla de paz. Sentimos la necesidad de mejorarnos
a nosotros mismos, de realizar en nosotros la paz. Para los creyentes la paz no
es s�lo un compromiso en el mundo, sino tambi�n un don que hay que buscar en
el coraz�n. La paz se encuentra en lo m�s profundo de cada religi�n. La paz
es el nombre de Dios. Hoy, hemos escuchado no s�lo nuestro dolor, sino tambi�n
el dolor del otro. Por esto, con fuerza y compromiso, elegimos de nuevo el
dif�cil camino del di�logo en un mundo que parece preferir el enfrentamiento.
El
di�logo conduce a la paz. Es un arte que acaba con el pesimismo miope de quien
dice que no es posible vivir junto al otro y que las heridas y los da�os
sufridos son una condena al odio para siempre. El di�logo es el �nico camino
que puede salvar al mundo de la guerra y la violencia.
El
di�logo es un arte que las religiones, las culturas, y todos nosotros debemos
cultivar. El di�logo no es la elecci�n de los miedosos, de los que tienen
miedo a combatir. No debilita la identidad de nadie. El di�logo empuja a cada
hombre y a cada mujer a ver lo mejor del otro y a radicarse en lo mejor de uno
mismo. El di�logo es una medicina que cura las heridas y que abre al �nico
destino posible para los pueblos y las religiones: vivir juntos en este planeta
que hay que defender y ofrecer a las generaciones futuras m�s pac�fico de lo
que es hoy.
A
quien cree que el enfrentamiento entre civilizaciones es inevitable decimos:
liberaos de este pesimismo opresivo, que crea un mundo de muros y enemigos donde
es imposible vivir seguros y en paz. Con el tiempo, el arte del di�logo vac�a
hasta las razones del terror y destierra la injusticia que crea resentimiento y
violencia.
A
quien cree que el nombre de Dios puede ser utilizado para odiar y hacer la
guerra, para humillar y eliminar la vida del otro, decimos: el nombre de Dios es
paz. Las religiones no justifican nunca el odio y la violencia. El
fundamentalismo es la enfermedad infantil de todas las religiones y de todas las
culturas, porque nos hace prisioneros de una cultura del enemigo, nos separa de
los dem�s y aprecia la violencia m�s que la paz. Al que todav�a asesina,
siembra el terrorismo y hace la guerra en nombre de Dios repetimos:
"�Parad! �No mat�is! �La violencia es una derrota para todos! Hablemos
juntos y Dios nos iluminar�".
Desde
Atocha dirigimos a Dios una oraci�n profunda y concorde por la paz. Que Dios
conceda a cada hombre y a cada mujer, la paciencia clarividente y realista del
di�logo. Dios es m�s fuerte que quien quiere la guerra, quien cultiva el odio,
y quien vive de la violencia.
Que
Dios conceda finalmente a toda la tierra el don maravilloso de la paz.
Madrid,
11 de abril de 2004
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