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06/10/1992 |
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El acuerdo ha sido alcanzado en Roma entre el presidente del gobierno de Maputo, capital del pa�s y el l�der de los guerrilleros de la Renamo. Se ha conseguido tras dos a�os de negociaciones, mantenidas dentro de un monasterio de Trastevere, sede de la comunidad de San Egidio. La historia de una mediaci�n nacida por casualidad a partir de la amistad con un obispo negro.
Llega la paz a Mozambique tras 16 a�os de guerra civil, un mill�n de muertos, dos millones de pr�fugos, acogidos por otros pobres en Malawi, en Swazilandia, en Tanzania, en Zambia, en Zimbabwe, en Sud�frica. Llega la paz mientras que la sequ�a, la m�s grave que ha golpeado el �frica austral en los �ltimos diez a�os, pone en peligro la vida de 18 millones de personas. Sin embargo, entre los pr�fugos exhaustos y hambrientos hay quien baila, cuando funcionarios de las Naciones Unidas y miembros de la organizaci�n humanitaria francesa M�decins sans fronti�res, de visita en la provincia de Zambesia, al norte del pa�s, dicen que en Roma se ha conseguido el acuerdo entre Joaquim Chissano, el presidente del gobierno de Maputo, la capital de Mozambique y el l�der de los guerrilleros de la Renamo, Alfonso Dhalakama: desde octubre ya no se dispara y juntos se reconstruye el pa�s. Dicho acuerdo se ha conseguido tras dos a�os de negociaciones, mantenidas en un convento de Trastevere, antiguamente habitado por Carmelitas y en el que todav�a se ven en los pasillos las pesadas rejillas de hierro. Es la sede de la Comunidad de San Egidio, asociaci�n cat�lica dedicada al servicio de los ancianos, de los marginados y de la paz. �Qu� hace una comunidad juvenil en la mesa de una negociaci�n diplom�tica? �Qu� hacen un cura y un laico firmando protocolos y pre�mbulos, discutiendo horas y horas por la noche con qui�n durante a�os ha matado? Responde Andrea Riccardi, profesor de historia de la Iglesia en la universidad La Sapienza de Roma y l�der de la Comunidad de San Egidio: "Creo en�rgicamente en los gestos simb�licos, conf�o en la oraci�n. Pero tambi�n creo que, si se presenta la oportunidad, tenemos que intentar, materialmente, poner junto los fragmentos de la Historia". El cura es don Matteo Zuppi. Dice: "no es verdad que principios y realpolitik no se lleven bien. Es cierto que hemos tenido que echar mano de las reglas formales de la diplomacia. Pero nos hemos puesto al servicio de la paz. Y esto nos hace estar tranquilos". He aqu� la historia de una mediaci�n, que nace por casualidad de una antigua amistad con un obispo negro. Monse�or Jaime Pedro Gon�alves ten�a 40 a�os en aquel oto�o de 1976. Hab�a sido ordenado sacerdote hac�a apenas diez a�os. Desde hac�a un a�o era obispo de Beira, la segunda ciudad de Mozambique. Hab�a venido a Roma para explicar que las cosas no le iban bien a la Iglesia cat�lica. El gobierno marxista de Samora Machel, llegado al poder el 25 de junio del a�o anterior, tras el fin de la colonizaci�n portuguesa, aplic� al pie de la letra el comunismo cient�fico y los sacerdotes no pod�an ni siquiera tocar las campanas para llamar a misa. Alguna raz�n pol�tica pod�a tener el Frelimo (Frente de liberaci�n de Mozambique), el partido en el poder, fundado en Tanzania por los patriotas exiliados el 25 de junio de 1962, cuyo comandante militar era Samora Machel y desde 1970 l�der indiscutido, para imponer a la Iglesia cat�lica un r�gimen tan duro. En los a�os de ocupaci�n colonial por parte de Portugal, la Iglesia siempre se hab�a identificado con el poder de Lisboa. Casi todos los sacerdotes eran blancos. El primer sacerdote negro fue ordenado en 1952. Pero para un negro era dif�cil entrar en el seminario, examinarse, conseguir ordenarse. La jerarqu�a ten�a que ser de alguna manera agradable a Lisboa, la capital colonial. De los sufrimientos de la poblaci�n se ocupaban sobre todo los misioneros, que a menudo no estaban de acuerdo con los obispos. El 25 de abril de 1974 la revoluci�n de los claveles derrot� a la dictadura fascista portuguesa. En el plazo de un a�o Lisboa abandona todas las colonias. De Mozambique se va tambi�n una buena parte de los sacerdotes. En pocos meses la Santa Sede substituye a todos los obispos blancos con obispos negros, que llevan a cabo dos elecciones fundamentales: emprender sea como sea el di�logo con el poder; s�lo el nacimiento de peque�as comunidades de base puede hacer renacer la Iglesia local. Sin embargo, para la Iglesia cat�lica la vida es dura: el Frelimo, partido �nico en el poder, impone el cierre de los seminarios, nacionaliza escuelas y hospitales, confisca las propiedades de todas las confesiones religiosas. En resumen la Iglesia, identificada hasta ahora con los colonialistas, no tiene derecho de ciudadan�a en el nuevo Estado. No hay ninguna diferencia en los an�lisis cient�ficos de los marxistas en el poder entre Iglesia blanca e Iglesia negra. Har�n falta 12 a�os y muchos sufrimientos para que el Frelimo reconozca la "gran colaboraci�n de los hombres de religi�n en la causa de la unidad nacional", seg�n lo que dir� en junio de 1988 al alcalde de Maputo, Joao Baptista Cosme, anunciando la gradual restituci�n de los bienes confiscados. "Est�bamos fascinados por la historia de esta Iglesia negra, que hab�a recibido un mont�n de golpes, primero de sus hermanos y ahora del poder comunista", relata don Matteo Zuppi. "Encontramos a Gon�alves en Roma. Nos hicimos amigos." La amistad con el obispo provoca e interroga a la Comunidad de San Egidio. "La acogida no da frutos si no lleva a una sensibilidad nueva", explica don Matteo. "As� nos lanzamos a estudiar el �frica austral y Mozambique, su historia, su cultura." La Comunidad visit� algunas veces a Francesco Colasuonno, el actual embajador del Papa en Mosc�, que entonces era administrador apost�lico en Mozambique, un t�tulo sin valor diplom�tico (significa representante de la Santa Sede en una Iglesia local), que el Vaticano utiliza, cuando hay problemas, para tener la acreditaci�n de embajador en un gobierno. De la persecuci�n a la libertad A partir de 1984 en Mozambique las cosas se encaminan al cambio. La guerrilla antigubernamental de la Renamo, apoyada por Sud�frica (Maputo apoyaba a cambio la resistencia negra sudafricana del Anc), nacida un a�o antes de la independencia por obra del jefe del espionaje de Rhodesia, Ken Flower, es cada vez m�s amenazadora. Pero en 1984 la sequ�a es el peor enemigo: hay, como hoy, millones de personas amenazadas de muerte por el hambre. Monse�or Gon�alves pide a la Comunidad de San Egidio ayudas materiales. "Nos sorprendi�, porque no lo hab�a hecho nunca. Adem�s sab�amos que la Iglesia no ten�a casi derecho de ciudadan�a en Mozambique", dice don Matteo. San Egidio env�a toneladas de g�neros, distribuidos con dificultad por la Caritas local. "Las ayudas deb�an ser para nosotros un tipo de pase para poder entrevistarse con los dirigentes del pa�s", explica Andrea Riccardi. "Lo logramos y entendimos que los marxistas del gobierno de Maputo nos ped�an, ped�an a Occidente, que comprendi�ramos su cultura nacional." El hilo de uni�n estaba echado y el primer di�logo anudado con fatiga. En 1985 llegan a Roma algunos dirigentes del Frelimo y ven a algunos prelados de la Secretar�a de Estado. Ya no hay desconfianza. Hasta que Samora Machel, en 1986, visita al Papa. Ven�a a Roma desde los Estados Unidos. Nadie hab�a pedido la visita. San Egidio lanza la idea y mientras que Samora Machel vuela desde Nueva York se organiza la visita. "No quer�a ir por una cuesti�n de orgullo", sonr�e don Matteo. Dec�a: "Yo soy un jefe, no puedo arrodillarme delante del Papa." Y nosotros: "no se arrodilla, presidente." Samora Machel, poco tiempo despu�s, muere en un accidente de avi�n. Le sucede su ministro de Exteriores, Joaquim Chissano. El nuevo l�der es m�s pragm�tico y busca el di�logo con la guerrilla, autorizando a los obispos a tomar alg�n contacto con la Renamo. Monse�or Gon�alves pide ayuda de nuevo a la Comunidad de San Egidio: "Buscad a alg�n representante de la Renamo en Europa." "Nosotros buscamos", explica don Matteo. "�Pero eran los hombres apropiados? Pedimos una se�al: la liberaci�n de una monja que deb�a entregarse a ciertos misioneros. Y fue bien, los hombres eran los apropiados." As�, en 1988, monse�or Gon�alves atraviesa la frontera de la guerrilla y encuentra en los territorios ocupados por la Renamo a los l�deres de la lucha armada, para decirles que la Iglesia cat�lica estaba preparada para mediar con el gobierno para acabar con las matanzas. Los hilos reanudados Y aqu� empieza la mediaci�n. La Renamo pidi� tambi�n la presencia oficial del gobierno italiano. Nos cuenta Don Matteo: "Le pedimos a Andreotti que nombrar� como subsecretario de Asuntos Exteriores al socialista Mario Raffaelli, quien conoc�a bien Mozambique y su historia. Pero nosotros y Raffaelli �ramos s�lo observadores. Nos ten�amos que poner de acuerdo sobre los mediadores." Maputo quer�a que fueran Kenia y Zimbabwe. La Renamo quer�a que fuese solo Kenia, ya que Zimbabwe ten�a desde hac�a algunos a�os tropas en Mozambique, y luchaba contra la Renamo a cambio de una salida al mar. De esta manera los observadores se convierten en mediadores y el 8 de julio de 1990 inician las conversaciones. Durar�n dos a�os. "Ha sido un proceso dif�cil", admite Andrea Riccardi. "La gente, los misioneros de Mozambique ve�an que la guerra continuaba. Y nos preguntaban constantemente: "�qu� hac�is en Roma? Aqu� continuamos muriendo." Nos enviaban peticiones, cartas con millares de firmas. Organizamos tambi�n una reuni�n entre los representantes religiosos y los dos contendientes, para que entendieran como se anhelaba la paz. Los d�as del di�logo "Nos hemos dado cuenta de una cosa", comenta Andrea Riccardi: "a menudo en el di�logo diplom�tico falta el elemento humano, es decir, comprensi�n de la diversidad del interlocutor. Y los que hablan de paz, de libertad, de derechos humanos son considerados locos y apartados. Nosotros y la Iglesia mozambique�a hemos mantenido abierta con tenacidad la puerta del di�logo incluso cuando los diplom�ticos de profesi�n pensaban que no hab�a m�s m�rgenes de maniobra, porque la paz no tiene que poder perder ning�n partido."
Alberto Bobbio
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