Comunità di S.Egidio


 

23/12/1992

Paz en Mozambique
El milagro de San Egidio
La asociaci�n de laicos cristianos ha contribuido a la mediaci�n internacional que ha solucionado el conflicto

 

"El milagro de San Egidio" es la definici�n que se ha dado a la conclusi�n positiva de las negociaciones entre el Gobierno de Mozambique y la Resistencia nacional mozambique�a (Renamo) ocurrida en Roma la primera semana de diciembre tras dos a�os de negociaciones y quince a�os de guerra civil. San Egidio es el nombre de la asociaci�n internacional p�blica de laicos nacida en Roma en 1968 y reconocida como tal en 1986 por la Santa Sede, seg�n las normas del nuevo derecho can�nico.

Articulada en m�s de 300 comunidades, presentes en Italia, en otros pa�ses europeos, en �frica, en Am�rica latina y en Am�rica Central, San Egidio ha aparecido en la escena internacional con la originalidad de una innovaci�n jur�dica: por primera vez un movimiento eclesial, constituido en la mayor parte por cristianos laicos, y dotado de autonom�a laical, ha asumido la funci�n de mediaci�n internacional reconocida en el conflicto interior de un pa�s, casi para recobrar la figura laico cristiana colectiva en el papel internacional ejercido por la Santa Sede, en los casos en que fuera solicitada la funci�n arbitral.

Los miembros de la "Comunidad de San Egidio" son m�s de 15 mil, de diversas edades y clase social, sin contar el c�rculo m�s vasto de colaboradores exteriores. El servicio a los m�s pobres, la acogida de los extranjeros, la valorizaci�n de las virtudes de las religiones para la justicia y la paz entre los pueblos, constituyen algunos de los compromisos principales de un movimiento que representa la din�mica hist�rica de la teolog�a del di�logo promovida por el Concilio Vaticano II y por los pontificados de Juan XXIII y Pablo VI.

El nombre viene de la ra�z nativa: el peque�o ex monasterio y la hom�nima iglesia de las carmelitas de Trastevere se han convertido, tras las restauraciones, en el escenario de una invenci�n cristiana moderna, una especie de actualizaci�n bendita, en la que el imaginario del originario ora et labora se reelabora en el coro vespertino diario (adaptaci�n del opus Del benedictino, recitaci�n coral del oficio divino) y, de manera �ntimamente unida, en las formas del servicio social.

En la cambiante situaci�n de los tiempos, las celdas solitarias de la oraci�n carmelita se transforman en escenarios habituales de las citadas migraciones y transiciones en un mundo "multiversal", la clausura del oasis religioso emerge de nuevo en las contradicciones de la historia, la mirada al Cielo abraza la realidad compleja y dura de la Tierra: el Cristianismo es el mismo, pero su inculturaci�n califica la existencia mundana. Desde 1988, San Egidio tiene abierto un comedor, visitado por 25 mil "extranjeros" y 3.500 italianos, a quienes sirven los j�venes de San Egidio.

Muy cerca de "San Egidio" se encuentra la "tienda de Abraham", dos casas albergues para los inmigrantes sin techo, una casa familia para antiguos vagabundos, dos casas para ancianos no autosuficientes, adem�s de espacios para drogadictos en recuperaci�n y escuelas en las barriadas.

La caracter�stica espec�fica de San Egidio es anclar rec�procamente cultura, experiencia, liturgia. Momentos diferentes, y no desconectados, de una visi�n org�nica y total. El extranjero no es asistido solamente en las necesidades de protecci�n jur�dica, de asistencia sanitaria, de comida y de cama. Al mismo tiempo una figura real, m�ltiple, de un prototipo b�blico que hay que descubrir de nuevo teol�gicamente. En San Egidio no han tardado en reflexionar sobre los "extranjeros nuestros hermanos" como "memoria cristiana hacia una �tica com�n": un documento con este t�tulo apareci� en 1986, paralelo a una investigaci�n sobre la mentalidad de los j�venes estudiantes romanos respecto a la presencia de los extranjeros. La investigaci�n indicaba el apoyo de m�s de la mitad de los entrevistados al cierre de las fronteras y a la propagaci�n de cierto racismo end�mico, propenso a identificar en el extranjero una amenaza para el trabajo y el espacio social juvenil, en el trasfondo de algunos estereotipos pasivos, facilitados por la falta de cultura.

El presidente de San Egidio, Andrea Riccardi, romano, 42 a�os, profesor de historia del Cristianismo en la III Universidad de Roma, autor de numerosos libros, indispensables en la investigaci�n historiogr�fica sobre la Iglesia en la edad moderna, ha puesto su empe�o en identificar estos mecanismos de reproducci�n del prejuicio racista "moderno" (o post-moderno) y de criticarlos en la ra�z. El di�logo entre las grandes religiones mundiales, y en particular entre las mediterr�neas, ha sido el motivo de un programa espec�fico que ha ampliado el horizonte de la peque�a comunidad trasteverina, nacida con el trabajo para los marginados de las barriadas romanas de los a�os 60, a los confines del mundo: a trav�s de una asociaci�n ad hoc, llamada "Hombres y Religiones", San Egidio se ha dedicado desde 1986 a hacer revivir la jornada de Oraci�n por la paz, vivida por Juan Pablo II en As�s, llamando a los representantes de las grandes religiones mundiales y de las Iglesias cristianas a nuevas comparaciones "en el esp�ritu de As�s."

De esta manera se organizaron los encuentros interreligiosos mundiales de Roma, Varsovia, Bari, Malta y Bruselas, al igual que otras etapas de un intento, �nico en el mundo, de desmontar cr�ticamente "la semilla religiosa de la violencia", reactivando las capacidades y recursos reconciliadores y no violentos de los sistemas religiosos, formalmente separados y, a veces, hostiles entre ellos.

Apoyados personalmente en este papel por Juan Pablo II, los miembros de la Comunidad de San Egidio est�n unidos por compromisos personales de evangelizaci�n, de servicio a los pobres y de hospitalidad, en sentido "m�s cat�lico, universal y ecum�nico del ser cristianos y de la gracia de la comuni�n de los santos" (art�culo 41 del Estatuto). Estos compromisos son observados por los miembros en el desarrollo normal de sus trabajos profesionales, lo que lleva a acentuar la naturaleza laical de su pertenencia asociativa.

Surgido por iniciativa de algunos estudiantes del instituto Virgilio de Roma, en malestar con las formas del cristianismo burgu�s, el movimiento, que en su primera fase se form� en la lucha contra la marginaci�n de las barracas perif�ricas de la capital (d�nde se encontr� con el futuro cardenal Carlo Maria Martini), siempre se ha abstenido de pactos con el partidismo. Se puede decir adem�s que su expl�cita scolocaci�n entre las fuerzas comprometidas en la renovaci�n de la Iglesia, en el esp�ritu del Concilio, tambi�n se ha mantenido de modo coherente en a�os restaurativos, impidi�ndole aplastarse sobre las modalidades del triunfante integrismo. En el 1990 el papel de mediador oficial a San Egidio, junto a la Iglesia cat�lico mozambique�a y a un exponente del Gobierno italiano, en la negociaci�n de paz en Mozambique, ha sido en realidad desde hace a�os ya el producto natural de una presencia activa de San Egidio en �frica austral, con iniciativas de cooperaci�n al desarrollo y de encuentros de di�logo entre gobierno local e Iglesia.

De este modo las viejas paredes de las carmelitas de clausura en Trastevere se han convertido en el espacio m�s apto para que la paz de los esp�ritus se transformara en paz de las gentes, el ruego silencioso en diplomacia del di�logo.

Giancarlo Zizola