Comunità di S.Egidio


 

september 2000

Comunidad de San Egidio
Del compromiso social a la acci�n diplom�tica

 

La Comunidad de San Egidio
comenz� a gestarse en la d�cada 
de los 60 entre un  grupo de j�venes 
que cre�a posible cambiar el mundo 
para que fuese m�s justo y humano.
Pero hasta 1992, cuando se acord�
en su sede la firma de paz de
Mozambique tras 16 a�os de guerra
civil, no se dio a conocer este ins�lito
grupo de mediadores de paz a quienes
se les llama "Ia ONU del Trastevere" 
o "Diplom�ticos Sin Fronteras".

Su nombre nos ha llamado la atenci�n a muchos cuando lo hemos visto en la prensa en esas raras ocasiones en las que nos sorprenden las buenas noticias: firmas de paz despu�s de a�os de guerra, negociaciones en conflictos irreconciliables o guerrillas y contraguerrillas que se sientan a hablar en sus mesas. Cuando hace dos a�os en plena guerra de Kosovo nadie pod�a encontrar al l�der albano?kosovar Rugova, una de las pocas esperanzas de paz, se supo que la Comunidad de San Egidio hab�a logrado su salida de Belgrado. En la primera entrevista que �ste concedi� se ve�an como fondo los jardines de la sede que la ONG tiene en el Trastevere de Roma, pero no hubo ninguna declaraci�n por parte de sus salvadores. A esta organizaci�n no le interesa la publicidad ni el protagonismo, por eso casi nadie sabe aqu� en Espa�a qui�nes son y a qu� se dedican.

La historia empieza en la d�cada de los 60, cuando la juventud se acog�a a la idea de poder cambiar el mundo para hacerlo m�s justo y m�s humano. En EE UU se denunciaba la guerra de Vietnam, Par�s se conmocion� con los sucesos de mayo del 68 mientras que la invasi�n de Checoslovaquia en el agosto siguiente hundi� los ideales comunistas. Roma, por entonces, predec�a los cambios que traer�a el Concilio Vaticano II, enterrando una Iglesia de comportamiento caduco cada vez m�s alejada de la poblaci�n y que no convenc�a a los j�venes. Fue por esa �poca cuando un grupo de estudiantes de instituto, empujados por la demanda de compromiso social y pol�tico que estaba en la calle, salieron a los barrios extremos de Roma donde se hacinaban las chabolas de inmigrantes, gentes provenientes de las zonas rurales pobres de Italia, con la �nica intenci�n de compartir con ellos sus problemas y necesidades. Entre los estudiantes de esos tiempos la cultura marxista era la que primaba, en los bares se hablaba de pol�tica como ahora se habla de "Gran Hermano" o de f�tbol. Para Andrea Riccardi, el l�der de este grupo de compa�eros de 18 a�os, lo que destil� de ese ambiente era la idea general de que se pod�a inventar un futuro distinto, cambiar las reglas del juego. Sin embargo, para algunos, los debates sobre burgues�a y los derechos de la clase obrera empezaban a resultar demasiado abstractos. �Qui�n de aquellos j�venes idealistas de clase media sab�a qu� era ser de la clase obrera? Todo empezaba a sonarles a un debate pol�tico avejentado.

Riccardi, en medio de esta pol�mica se preguntaba de qu� serv�a cambiar un sistema social si no cambiaba el hombre y en medio de su busca se top� con el Evangelio. Lo le�a manteniendo cierta distancia con la Iglesia, una Iglesia "oficial" que le resultaba lejana, pero del Evangelio iba sacando una idea: "s�lo hombres nuevos pueden hacer un mundo nuevo". Reuni� un grupo de estudiantes en febrero de 1968, el primer tema de debate y reflexi�n fue la soledad. C�mo abandonar la soledad y descubrir a los dem�s. De ah� se gest� la acci�n: salir de su centro y llegar a las barriadas, descubrir el Tercer Mundo m�s cercano. Instalaron su primera sede en un s�tano de un barrio extremo, el p�rroco de la zona les consideraba como "extraeclesiales", dec�a: "En mi parroquia tengo de todo, extremistas de derecha, extremistas de izquierda y extremistas de la Iglesia". No era cierto, estaban descubriendo, como muchos, esa nueva Iglesia que empezaba a volver a sus or�genes entre los laicos, tras aquel Concilio Vaticano II que acaba de finalizar.

San Egidio, sin embargo, no es una comunidad de religiosos, sino una asociaci�n religiosa laica donde cada uno de sus miembros tiene su actividad profesional y vive como cualquier laico. De esta Comunidad naci� una ONG que se ocupa de los proyectos de cooperaci�n internacional y, m�s tarde, una Fundaci�n por la Paz.
La primera acci�n concreta, exclusivamente voluntaria y autofinanciada, fue una escuela popular para ni�os que abandonaban el colegio. En general se compart�a un poco la vida con la gente, se desarrollaban formas de solidaridad seg�n surg�an los problemas y se segu�a leyendo el Evangelio. Pasados cuatro a�os de actividades se les uni� un sacerdote, Vicenzo Paglia un vicario de una barriada que m�s tarde actuar�a como mediador en los Balcanes. Este tipo de vida sigue siendo la que desarrollan actualmente los miembros de las comunidades que han ido surgiendo en el mundo. Igual que aquellos j�venes que se reunieron en torno a Andrea Riccardi, hoy catedr�tico de Historia del Cristianismo en una Universidad de Roma, su gu�a es el Evangelio que, vivido personalmente, les orienta a desarrollar un sentido fraterno con todos.

Ahora los j�venes no se sienten tan atra�dos por las ideolog�as pol�ticas, lo que les mueve son sus inquietudes internas. Tampoco quedan barriadas de chabolas en Roma, pero hay vagabundos, droga, SIDA.... nuevas pobrezas, a veces m�s complejas, han sustituido a las anteriores. Los inmigrantes siguen siendo del Sur, pero es otro Sur mucho m�s lejano. Del contacto con ellos empez� a surgir la amistad entre culturas, la necesidad de acercamiento entre creencias. Para Riccardi la comuni�n entre Iglesias "representa una de las principales uniones entre Norte y Sur, la voluntad de no tener destinos separados".

No hay paz con miseria
A pesar de todo este tiempo, la ONG no se dio a conocer hasta la firma de paz en Mozambique. �C�mo de un compromiso social con los pobres se pasa a la acci�n diplom�tica? Para San Egidio no hay ninguna diferencia entre la solidaridad con los pobres y las solidaridad con los pueblos pobres, y la guerra es el mayor exponente de la miseria. Si se es consecuente, hay que reconocer que mientras haya miseria no puede haber paz y viceversa.

Entre sus filas no hay expertos en Derecho Internacional ni diplom�ticos, lo que existe es gente que lleva su compromiso hasta las �ltimas consecuencias. En Mozambique, por ejemplo, se empez� participando en proyectos de cooperaci�n, pero la cooperaci�n resulta insuficiente cuando la poblaci�n se est� matando y, como exist�a alguna relaci�n con el Gobierno, se empez� a tomar contacto con la guerrilla, haciendo de puente en las conversaciones. El respeto por las partes en conflicto, el conocimiento profundo de las situaci�n, la discreci�n y la flexibilidad fueron fundamentales. A partir de entonces, el peque�o convento de San Egidio se ha convertido en un constante peregrinaje de representantes africanos deseosos de paz, confiados en que �ste es el �nico inter�s que mueve a la asociaci�n, ya que es totalmente libre. No tienen privilegios, no piden dinero ni nombramientos a la Iglesia, su local pertenece al Estado italiano y pagan por �l un alquiler.

A la mediaci�n en Mozambique siguieron las negociaciones que llevaron la paz a Guatemala, el primer paso para la salida de la crisis de Argelia...La poblaci�n civil siempre desea la paz, el problema muchas veces es encontrar la v�a pol�tica, canalizar la voluntad popular. La Comunidad de San Egidio deja las puertas y ventanas abiertas all� donde est�, ellos consideran que no les corresponde escoger el campo de acci�n sino acoger las demandas. Actualmente hay comunidades en 35 pa�ses con m�s de 20.000 personas comprometidas. �frica es el continente con m�s n�mero de ellas, sobre todo en �frica Negra, con Mozambique a la cabeza. Est�n presentes en la dolorosa crisis de los Grandes Lagos donde Matteo Zuppi -un sacerdote que en San Egidio se ocupa de los temas africanos y que impuls� la firma de Mozambique- preside la Comisi�n para la Paz y la Seguridad. Tambi�n se ha llevado muy de cerca una posible tregua en Sud�n.

En la base de todo est� el di�logo: ver, escuchar y conocer, no cerrarse nunca a la palabra. En cierto momento la "V�a San Egidio", como se llama en medios pol�ticos, fue muy criticada por recibir en Roma la terrorista isl�mico Al Turabi, pero es que frente al dilema es imprescindible hablar y, hasta en los peores casos, se puede reconocer un fragmento de verdad.

Un gran exponente de este tipo de di�logo es el que se desarrolla rezando por la paz entre representantes de diferentes religiones. Una vez al a�o, desde que en 1986 se hizo por primera vez en As�s promovido por Juan Pablo II, San Egidio re�ne en una oraci�n cat�licos, ortodoxos, budistas, musulmanes... Un encuentro que est� favoreciendo la comunicaci�n interreligiosa y ecum�nica capaz de crear unas condiciones de compromiso por la convivencia. Desde que empezaron estos encuentros ha ido creciendo el n�mero de participantes y se ha afinado la relaci�n sobre las grandes cuestiones religiosas y sus problemas de coexistencia. Este inter�s com�n ha sido tambi�n el inicio de conversaciones sobre conflictos como la que tuvo lugar entre representantes de las Iglesias de la zona de los Balcanes o la semilla para la Plataforma de Paz de Argelia.

El encuentro con el Islam es muy profundo, empez� del contacto con inmigrantes musulmanes, con su fe y sus dificultades. En 1997 el representante de la Liga Mundial Isl�mica, Sakuta, proclam� en la reuni�n anual una frase llena de esperanza: "No hay guerra santa, s�lo es santa la paz".

La Comunidad de San Egidio, quiere seguir un camino de amistad, reconciliaci�n y unidad, construir lo que ser� el cristiano del nuevo milenio: un hombre de paz. Para ello, la oraci�n ocupa y est� en la respuesta de los compromisos que se les plantean. Hoy son los conflictos, el dilema Norte-Sur; los inmigrantes, los ancianos...Cuando alguien quiere conocer San Egidio la respuesta es siempre la misma: "Ven a rezar con nosotros".

FIRMAS POR LA VIDA

La campa�a para una moratoria mundial de la pena de muerte, impulsada por la Comunidad de San Egidio y apoyada por distintas organizaciones, se ha ampliado durante todo el a�o 2000.

Se han conseguido unos dos millones de firmas y se siguen recogiendo m�s en todo el mundo. Ser�n presentadas en organismos internacionales de defensa de los Derechos Humanos, entre ellos las Naciones Unidas.

Se pretende con ello llamar la atenci�n y forzar a una reflexi�n sobre esta venganza inclemente. La ONU reconoce no tener datos capaces de demostrar que la pena de muerte pueda ser un elemento eficaz de disuasi�n y donde se ha vuelto ha introducir los cr�menes graves no han experimentado ninguna reducci�n significativa.

Seg�n Amnist�a Internacional durante el 1999, al menos 1.813 personas fueron ejecutadas en 31 pa�ses en los que a�n permanece vigente la pena de muerte.


Por Isabel Sopranis