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26/12/2000 |
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La parroquia Nuestra Se�ora de la Merced ofreci� un banquete navide�o |
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Roque, de 13 a�os, 16 hermanos y cinco platos de fideos en el est�mago ("los que los dem�s iban dejando", seg�n aclara) apilaba sus tesoros en la vereda de la iglesia de la Merced con un orgullo que se notaba a la distancia. "Un peine, una remera... ah, y un desodorante", coment� a La Naci�n, encantado. El resto de su familia casi ni lo escuchaba, atento al paso de un pesebre viviente donde costaba despegar a un rey mago de seis a�os y grandes ojos negros del pan dulce. No era un mediod�a t�pico en la city porte�a. Por tercer a�o consecutivo, la parroquia Nuestra Se�ora de la Merced (Viamonte y San Mart�n) abri� sus puertas a personas de muy bajos recursos (400 en total, casi 100 m�s que el a�o �ltimo) para realizar "un gran banquete navide�o", seg�n lo defini� Marco Gallo, miembro de la comunidad San Egidio, organizadora del encuentro. Pasta cedida por un restaurante cercano ("que parec�a casi de Roma", seg�n explic� con a�oranza Gallo, que dej� Italia hace una d�cada), pollo, ensalada rusa, frutas y pan dulce deleitaron a ni�os, adultos y ancianos de La Boca, Barracas y de la Villa 21 que fueron trasladados especialmente para compartir la Navidad con sus "madrinas" y "padrinos". "No es la primera vez que los vemos, sino que son nuestros amigos, y la iglesia se visti� de fiesta para recibirlos en un d�a tan especial", aclar� Gallo, que record� que la comunidad organiza, entre otras actividades, una serie de programas de apoyo escolar, una colonia de vacaciones y grupos de j�venes por la paz. "Pero por sobre todas las cosas les ofrecemos nuestro afecto, un conocimiento personal y la seguridad de que tienen alguien con quien compartir sus problemas a trav�s de los a�os", agreg� Gallo. No "desenchufarnos" La tradici�n de este almuerzo arranc� hace m�s de 20 a�os en la iglesia Santa Mar�a del Trastevere, en Roma, con la idea de abrir el coraz�n a los pobres y a los que est�n solos. "Es importante en un momento en que todos piensan en que lleg� el verano y la hora de "desenchufarnos", encontrarnos con esta familia agrandada y no olvidarnos de los que nos necesitan", concluy� Gallo. Sentadas en la primera fila, con sus canas bien peinadas y camisas planchad�simas, Paulina, Carmen y Rosa comentaban con elogios los actos y villancicos realizados por los chicos, mientras esperaban el �mnibus que las trasladar�a de regreso al hogar para ancianos donde tambi�n reciben habitualmente la visita de los miembros de la comunidad. "Salud, sin duda" "Fue una Navidad lind�sima. Todos los a�os venimos, y todos los a�os nos gusta mucho. �Un deseo para el a�o que viene? Salud, sin duda", confes� Carmen desde su silla de ruedas, entusiasmada con el abanico que recibi� como regalo "de parte de Pap� Noel". Entre tanto, Ver�nica Kowacic, una profesora de historia de 28 a�os y sus amigas de San Egidio se dispon�an a comenzar la limpieza de la iglesia con premura, porque, aclaraban, "monse�or Eugenio Guasta se fue a Roma y nos prest� su casa, pero ahora hay que devolv�rsela muy prolijita".
Juana Libedinsky
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