Comunità di S.Egidio


 

16/05/2001


Un hombre bueno
EL FUNDADOR de la Comunidad de San Egidio recibi� ayer el Premi Internacional Catalunya. Si el mundo es mejor es porque, como dice la canci�n, los santos van marchando. Pero algunos se quedan.

 

A veces llegan personas a nuestras vidas que nos dejan un peque�o perfume. Se trata de gente que sonr�e bien y que se sonr�e. La sonrisa es para apaciguar al interlocutor. La autosonrisa es para disponerse a creer en el interlocutor.

Andrea Riccardi fund� hace muchos a�os la comunidad de San Egidio. Se trata de un grupo creciente de voluntarios que acuden a paliar el hambre y la guerra, a recordar que la paz es posible y a limar las aristas del mundo. Andrea Riccardi dirige una instituci�n a la que se conoce como la ONU del Trast�vere , ese barrio romano por el que pasean gatos y poetas y donde se escucha el murmullo de las fuentes peque�as y de los �rboles altos. Viendo a Riccardi, que ayer estaba en Barcelona para recibir el 13� Premi Internacional Catalunya, uno desear�a que la ONU real estuviera precisamente en ese barrio romano y que su secretario general fuera ese hombre de barba blanca y de ojos de oasis. Considera que la fe mueve monta�as y, aunque el agn�stico no haya visto jam�s una monta�a en movimiento, Riccardi todav�a cree en los terremotos ben�ficos, esos que un d�a acabar�n con la pena de muerte en el mundo y que har�n posible que el presidente Bush consiga renegar del gobernador Bush. Eso, realmente, es una fe elevada al cubo.

La fascinaci�n que ejerce Riccardi no proviene �nicamente de sus libros sino de su paso potente por la tierra que pasea. Sabe lo que sabe. Y cuando lo ignora, lo dice. Al contrario de otros pastores con m�s p�rpura, el reino de Riccardi es de este mundo. Se r�e de la bondad diciendo que har� un testamento vital para que nadie caiga en la tentaci�n de ser santo. Intent� mediar en el conflicto de ETA, pero dice que los fundamentalismos ya no son �nicamente religiosos.

Y en eso, mientras se iba, nos lleg� la noticia de que a un periodista el terror le hab�a cercenado los dedos. La bondad y la maldad en media hora.

Joan Barril