|
01/09/01 |
|
Maragall les facilit� la sede en Barcelona y Pujol les mima para tener v�a directa con el Vaticano |
|
Barcelona Un d�a de diciembre de 1988, cuando Jordi Pujol encabezaba la peregrinaci�n de catalanes a Roma por el milenario de Catalu�a, el sacerdote Antoni Maria Serramona le explic� que pasar�a la tarde con un grupo de j�venes en el barrio del Trastevere, junto a una comunidad cristiana muy singular. Fue la primera vez, atestigua Serramona, que el presidente de la Generalitat oy� hablar de la Comunidad de San Egidio, el movimiento de laicos cat�licos que abre ma�ana en Barcelona su cumbre interreligiosa por la paz. Pujol, cat�lico practicante, decidi� acompa�arles, y "se qued� fascinado por los ejes fundamentales de la comunidad, el compromiso con los pobres y la oraci�n", recuerda Serramona. Con los a�os, y a medida que la comunidad ganaba brillo internacional por sus encuentros anuales y su labor mediadora en conflictos, de la fascinaci�n surgi� una certeza: cultivar la amistad de aquellos italianos tan bien conectados con la curia vaticana har�a m�s expedito el camino hacia Roma de una cierta Catalu�a que, a ojos de Pujol, ans�a explicarse ante el Papa. Traerse la cumbre de San Egidio a Barcelona tras otorgar a su fundador, Andrea Riccardi, el Premi Internacional Catalunya, tiene a la Generalitat exultante de alegr�a, como se palp� ayer en la presentaci�n oficial del encuentro. All� mismo comenzaron las "explicaciones": "Catalu�a ha vivido momentos dif�ciles en el siglo XX -dijo Carles Duarte, secretario general de Presid�ncia de la Generalitat-, y con la recuperaci�n de la autonom�a y el autogobierno, hemos recuperado el esp�ritu del di�logo". Esta voluntad explicativa de la Generalitat ante el Vaticano y alrededores proseguir� apenas terminado el encuentro. El 14 de septiembre se inaugura en Roma la exposici�n "Germinabit", dedicada al libro religioso en catal�n en el siglo XX, y que incluir�n tambi�n conciertos y conferencias, una de ellas a cargo del propio Riccardi. El encuentro interreligioso de Barcelona y la exposici�n en Roma "no son hechos instrumentales -dice cautamente Mario Marazziti, portavoz de la Comunidad de San Egidio-, pero s� son dos hechos evidentes, que muestran que Catalu�a est� atenta al compromiso por la paz y al fen�meno religioso. Y la Iglesia cat�lica siempre observa con atenci�n; es una se�al." En captar su atenci�n est� empe�ado Pujol desde la audiencia que le concedi� Juan Pablo II en 1988, a�o en que el Papa felicit� la Navidad en catal�n, una de las grandes reivindicaciones de la Iglesia catalana. Pujol conf�a ahora en sus amigos de San Egidio, cuya comunidad barcelonesa, nacida en 1988, reza en una iglesia cedida por el Ayuntamiento, la capilla del antiguo hospital de leprosos de Sant Ll�tzer. Fue Pasqual Maragall, que tuvo tambi�n su audiencia papal en 1991 y pugn� para lograr una segunda audiencia cuando deb�a dejar la alcald�a, quien primero apoy� a los egidianos de Barcelona. Pujol, un habitual de las cumbres de San Egidio, recoge ahora los frutos y la municipalidad queda algo opacada. En una primera versi�n del programa, el alcalde Joan Clos figuraba en la clausura, la ceremonia m�s importante de un evento, y Pujol en la inauguraci�n. En el definitivo, Clos cede su puesto en la clausura a Pujol y se va a la apertura, donde Pujol conserva igual su parlamento. El president podr� contar lo que quiera con la confianza de que, de un modo u otro, llegar� alto y claro a o�dos del Papa.
Mar�a-Paz Lopez
|