Comunità di S.Egidio


 

04/09/01


Foyer divino

 

La hora, nueve y media de la ma�ana, es tan dura para un debate teol�gico que s�lo est� indicada para los muy creyentes o los muy ateos. La amplia capa media de tibios, dudosos y agn�sticos no se pone a hablar de la existencia de Dios, por lo menos, hasta la hora del aperitivo. El lugar escogido, el elegante foyer del Gran Teatre del Liceu, de reminiscencias fr�volas, burguesas y bohemias, tampoco es el primer escenario que a uno se le habr�a ocurrido para tal disertaci�n. Deben ser cosas de la Barcelona sociovergente donde la burgues�a inexistente y subvencionada va de progre y los progres posmaragallianos van de cristianos guay, que ahora se lleva. Pero todas estas circunstancias son irrelevantes para las m�s de doscientas personas (no quedan sillas libres) que han venido aqu� a escuchar las diversas respuestas a una pregunta para nota: "�Qui�n es Dios para m�?". As�, a la brava, sin eufemismos. Los organizadores de la cumbre interreligiosa de Barcelona, la Comunidad de San Egidio, hablan normalmente de conflictos armados, de pobreza y otros dramas, pero hoy se regalan -nos regalan- un paseo por lo m�s alto y abstracto de la fe, por si alguien dudaba de su componente reflexiva, introspectiva, casi m�stica. Hoy no hay concesiones a la coartada medi�tica, el jugo es natural y con pulpa. Lo que aqu� se diga seguro que no ser� portada. Lo primero que el p�blico constata es que el castigo de Babel sigue pesando sobre nuestras limitadas cabezas, pues las colas y apretujones para tener transmisores para la traducci�n ponen a prueba el ecumenismo reinante e, incluso, la educaci�n m�nima exigible. El abad de Montserrat, Josep Maria Soler, espera turno con envidiable estoicismo, no as� algunos fieles catalanes de a pie, que parecen buscar a Dios (o a dios) ansiosamente en los auriculares, como si ya faltara un minuto para el fin del mundo, es decir, el Apocalipsis. En italiano, ingl�s y franc�s, los ponentes van desgranando sus respuestas. Especialmente emocionante es el testimonio de sor Emmanuelle, de 92 a�os, quien ha trabajado en los cinco continentes al lado de los pobres: "Mi Dios es el Dios de la justicia eterna". La religiosa tambi�n hace sonre�r a la concurrencia cuando confiesa que "comiendo s�lo jud�as cada d�a, como yo y muchos pobres, se puede llegar a viejo; comed jud�as!". Pero el profesor iran� Sayed A.A. Damad ya nos advierte desde el islamismo que la pregunta no nos llevar� lejos porque "Dios est� m�s all� de la cognici�n humana". Los m�s interesados de entre el p�blico toman notas. El rabino Ricardo, m�dico romano, es el �nico que hace gui�os al pa�s anfitri�n, al recordar el "call" jud�o de Girona y la sinagoga de rito catal�n de Roma. Para el representante de la fe hebraica, "es dif�cil creer en un Dios que interviene en la historia". Bajando un poco a lo terrenal, Denton Lotz, dirigente baptista estadounidense, deja caer la afirmaci�n pol�tica m�s clara de todo el debate: "Cuando un Estado impone una religi�n sobre sus s�bditos, la libertad es violada". Parece que nadie se da por aludido en la mesa. �Habr�n traducido? Serafim, el metropolita de Rumania, y el cardenal Lubomyr, de Ucrania, dan el testimonio de unas iglesias que hoy se recuperan de persecuciones a�n recientes. Para Lubomyr, "s�lo Dios respeta al cien por cien los derechos humanos". Los que escuchamos hacemos c�lculos del porcentaje que le falta para ser divino al mandatario m�s tolerante y tambi�n al m�s infame. Al salir del divino foyer, uno se acuerda del c�lebre cuento de Woody Allen, cuando el personaje Autor dice no saber si cree en Dios. Y uno se acuerda tambi�n -casualmente- de los divinos se�ores del Cercle del Liceu, tan cercanos. Porque, si es exagerado creer que todos podemos ser dioses, m�s habitual es pensar sin pudor que todos llevamos un rey en el cuerpo. Am�n.

FRANCESC-MARC �LVARO