Comunità di S.Egidio


 

07/09/2001


Amores y odios

 

La asamblea de San Egidio ha coincidido en el tiempo con la de las Naciones Unidas en Durban. No son medidas comparables, pero choca la disparidad de tono y de criterios. De las manifestaciones de Barcelona a las de �frica del Sur hay igual distancia que entre el amor y el odio. No digo que en el panorama mundial falten motivos para irritadas contestaciones. Tambi�n se sabe que, por s� solos, los comportamientos angelicales no resuelven situaciones conflictivas y catastr�ficas, pero ayudan a crear climas de comprensi�n mutua, primer escal�n hacia un estado de humanizada convivencia. En cambio, la acumulaci�n de odios nunca fue buena consejera. "Odio el odio" clamaba con des�nimo el poeta ante el af�n de venganza que le constaba volv�a a dominar a la sociedad moderna.

Como era de esperar, los ecos de Durban han resonado mucho m�s que los de Barcelona, pues para la sensibilidad medi�tica, el esc�ndalo resulta apetecible. A�n gracias que, en los estudios de televisi�n barceloneses, hubo buenos reflejos y retransmitieron al mundo algunos instantes significativos de estos ecum�nicos encuentros. �stos han dado pie a reflexiones de sentido espiritual y universalista que no deben confundirse con el repudiado globalismo, de exclusivo mercantilismo, que todo lo arreglan, incluidos los mayores desequilibrios sociales.

Pero tambi�n hay ofensivas contra la mundializaci�n, sin distinci�n, que, en rigor, apuntan contra la concentraci�n de fuerzas espirituales, movidas por el amor a la libertad y a la convivencia en libertad, bajo el imperio de la ley, seg�n ense�aba Montesquieu. Noci�n inc�moda para los que persiguen el retorno a nuevas f�rmulas totalitarias. Aron, en su an�lisis sobre el moderno maquiavelismo, denunci� las nuevas t�cticas de destrucci�n de la democracia parlamentaria, refractaria por definici�n a la violencia que sostienen los fanatismos e integrismos.

Jaime Arias