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10/09/2001 |
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Actividad religiosa |
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Fueron cuatro d�as para el encuentro y la oraci�n; cuatro d�as para afianzar un compromiso y con tenaz constancia mantener viva la llama encendida hace 15 a�os en As�s, la tierra promisoria de San Francisco. En la pujante Barcelona, genialmente expresada por Gaud�, voces y manos volvieron a unirse en el XV Encuentro Mundial Hombres y Religiones, organizado por la Comunidad de San Egidio. "Las fronteras del di�logo: religiones y civilizaciones en el nuevo siglo" fue esta vez el lema de las jornadas que cada a�o, desde 1986, dan continuidad a aquel memorable atardecer en el que Juan Pablo II congreg� para orar en As�s a l�deres mundiales de diferentes religiones. Cuando en aquel momento "invit� a mis hermanos cristianos y a los responsables de las grandes religiones para orar por la paz, uno junto al otro, ya no uno contra el otro, ten�a ante mis ojos como una gran visi�n", confes� el Papa en el mensaje dirigido al encuentro reci�n clausurado. All� reson� tambi�n un emocionado llamamiento a la unidad plena entre los cristianos: "Ya no se puede tolerar m�s el esc�ndalo de la divisi�n: es un no repetido al amor de Dios. Demos voz a la fuerza del amor que El nos ha mostrado para tener la audacia de caminar juntos", dijo el Pont�fice a los diferentes l�deres cristianos congregados en la Iglesia de Santa Mar�a del Pi. Desde all�, los seguidores de Jes�s marcharon juntos hacia la plaza Sant Jaume, en la que desde distintos puntos de Barcelona convergieron, adem�s de cardenales, obispos y ministros de confesiones cristianas, rabinos, imanes, popes, monjes budistas y dignidades sinto�stas. Unidos ya en una sola y enorme columna de creyentes en el �nico Dios, todos convergieron hacia la catedral donde se ley� la carta de Juan Pablo II y se proclam� el manifiesto de la paz. El manifiesto proclama que las religiones no quieren dejar solos a los pueblos en una globalizaci�n sin rostro ni a millones de v�ctimas de la guerra, madre de todas las pobrezas. Para el profesor Andrea Riccardi, fundador de San Egidio, las religiones no tienen la fuerza pol�tica para imponer la paz, pero, transformando al hombre desde adentro, invit�ndole a distanciarse del mal, lo conducen hacia una actitud de paz. Al mundo contempor�neo, donde el extranjero se hace cercano; o bien, dram�ticamente, se descubre que el vecino se ha convertido en un extranjero, seg�n la l�cida descripci�n escuchada en Barcelona, le lleg� este conmovedor compromiso. Las religiones tienen una responsabilidad decisiva en la convivencia; su di�logo teje una trama pac�fica, rechaza las tentaciones de lacerar el tejido civil, a instrumentalizar las diferencias religiosas con fines pol�ticos. Pero esto pide audacia y fe a los hombres y mujeres de religi�n, proclam� Riccardi. Pide abatir los muros con la fuerza moral, con la piedad, con el di�logo.
Jos� Ignacio L�pez
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