Comunità di S.Egidio


 

09/10/2002


El M�s All� en Sicilia

 

Continuando en Italia y m�s all� de san Josemar�a, hace poco estuve en Sicilia, en el encuentro "Religioni e Culture: tra conflitto e dialogo", organizado por la Comunit� di Sant'Egidio, que labora tanto contra el sida como a favor de la paz. En Europa, Italia debe ser el �nico pa�s en el que el factor religioso cuenta como elemento p�blico decisorio, adem�s de privado. La reuni�n en la que particip�, con un escritor ruso, otro de Costa de Marfil y una italiana, estaba presidida por el editor Arnaldo Mondadori. El cual cuenta que hasta hace una docena de a�os andaba con mujeres depravadas, coches caros, un ansia de �xitos y una banalidad que le abocaron a un insoportable vac�o interior, del que habl� con un amigo precisamente �del Opus Dei!, lo que provoc� su conversi�n al catolicismo, y ahora va a misa feliz, reza y ayuda a sus semejantes. �Se entender�a aqu� una declaraci�n as�? Lo dudo.

Que no es �nica. Tambi�n una docena de a�os atr�s y en Sicilia, un escritor importante y popular�simo, Leonardo Sciacia, padec�a un c�ncer inapelable. Lo conoc� en Palermo. Se hab�a distinguido por sus agrios ataques en novelas y art�culos al Vaticano, a la Democracia Cristiana y su entramado pol�tico y econ�mico con la Mafia, parec�a ateo y se remit�a con gusto a la obra de Voltaire. Hasta que comenz� a fustigar a los jueces metidos en la gran operaci�n Manos Limpias, los acus� de alimentar su ambici�n convirti�ndose en ignorantes antimafia. Mientras, se ve�a a su lado a un famoso obispo romano. Y un Sciacia aterrorizado ante el M�s All� no solamente muri� en brazos de la Iglesia, sino que obtuvo un permiso legal para no ser inhumado antes de las 48 horas de su fallecimiento, cuando legalmente debe ser a partir de las 24, pues tem�a ser enterrado vivo. Parece una historia decimon�nica...

El congreso de Sant'Egidio se inaugur� con uno de los extensos y constantes mensajes del Papa, que caus� efecto fuera del �mbito religioso. Aqu� lo hubi�ramos juzgado t�pico. Pero acaso s�lo seamos formalistas: lo que Juan Pablo II respira es sinceridad y si hay gente que en moral sexual o visi�n religiosa lo considera tradicional o reaccionario, en cambio admira su pat�tica figura en televisi�n, asombrosa y �nica asunci�n p�blica del dolor, la vejez, para combatirlos acept�ndolos. Nada del dolor s�lo como noticia o espect�culo de las bombas, el hambre o los desastres televisivos que se suceden variopintos, moment�neos y banalizados, sino la plena derrota humana convertida en reiterado ejemplo de trabajo, fe, �mpetu.

Baltasar Porcel