Los problemas de la paz y de la guerra se plantean de manera diferente en este nuevo milenio. En la actualidad son muchos los que pueden hacer la guerra. Y est�n convencidos de esto desde hace tiempo. Varios son los grupos, etnias y organizaciones del crimen que disponen de armas temibles. La escena mundial, que ya no es m�s la de la Guerra Fr�a ni tampoco la de una guerra entre Estados �nicamente, plantea dudas a los observadores internacionales.
La Iglesia Cat�lica mira con ansiedad esta nueva realidad. En el siglo pasado, la Iglesia fue madurando un profundo rechazo a la guerra: desde "la in�til matanza" de Benedicto XV durante la Primera Guerra Mundial hasta "la aventura sin retorno" de Juan Pablo II durante la Guerra del Golfo.
Al margen de las reglas
Al papa Juan Pablo II la Segunda Guerra Mundial lo marc� como individuo: conoci� de cerca la Shoah y el sometimiento de Polonia a los nazis.
Vivi� las consecuencias de aquel conflicto: la divisi�n de Europa en dos bloques con la Guerra Fr�a. Conoce el drama de la guerra y las dolorosas consecuencias de todo enfrentamiento.
Es por esto por lo que se opone firmemente a la guerra. A pesar de lo cual ha aceptado y solicitado la intervenci�n humanitaria cuando la suerte de un pueblo se ha visto amenazada seriamente.
Hoy, en un mundo ca�tico, lleno de armas at�micas, donde hay amenazas terroristas y Estados que act�an al margen de las reglas, el Papa dirige su mirada atenta a las Naciones Unidas.
La Santa Sede no quiere debilitar a la ONU. Por el contrario, ve la necesidad de fortalecerla, justamente para crear un nuevo orden mundial que, aunque necesario, todav�a no existe.
La Iglesia Cat�lica, probablemente la �ltima gran "internacional" del mundo contempor�neo, tiene abierto el di�logo con Estados Unidos, la �nica superpotencia. Por otra parte, la Santa Sede ve con simpat�a la acci�n europea como un contrapeso no hostil a los Estados Unidos.
Pero, sobre todo, la Iglesia recuerda que una paz estable no puede asegurarse solamente con armas. Es muy dif�cil mantener la paz en un mundo signado por grandes desigualdades porque, como escribe el ex director del Fondo Monetario Michel Camdessus, existe tambi�n la "violencia de la econom�a".
Andrea Riccardi
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