Comunità di S.Egidio


 

20/05/2003


Juan Pablo II, Iglesia y franquismo

 

El viaje de Juan Pablo II a Espa�a ha brindado la ocasi�n de reanudar el debate sobre la Iglesia y el franquismo. Es un tema que encaja bien en el renovado inter�s p�blico por el r�gimen de Franco y sobre todo por la Guerra Civil. Perm�tase a un no espa�ol, pero estudioso desde hace tiempo de las relaciones entre la Iglesia y los fascismos, expresar su punto de vista sobre un tema que da pie no s�lo a investigaciones hist�ricas, sino tambi�n a tantas pasiones. No se puede discutir que la mayor�a de la Iglesia de Espa�a se identific� con el bando franquista en la guerra y sucesivamente con el Estado autoritario. Tal vez habr�a que comprender los motivos profundos, pero esto no se puede hacer en un art�culo escrito con poco tiempo. La apertura de los Archivos Vaticanos (sobre la que insisto desde hace a�os) podr�a traer nuevos elementos de reconstrucci�n y de comprensi�n. Hay que recordar no obstante c�mo despu�s de la Segunda Guerra Mundial, es decir, en pleno desarrollo democr�tico occidental, algunos influyentes ambientes cat�licos de Roma consideraban la Espa�a de Franco como un modelo de Estado cat�lico. Pero tampoco entonces hab�a unanimidad sobre esta posici�n. Monse�or Montini, una de las personalidades m�s fuertes del Vaticano desde 1937 (despu�s ser�a Papa con el nombre de Pablo VI), era netamente hostil al franquismo y favorable a superar la identificaci�n entre catolicismo y Estado autoritario.

En octubre de 1962 el cardenal Montini envi� dos telegramas a Franco pidi�ndole clemencia para tres militantes libertarios implicados en atentados. La respuesta del r�gimen fue dura y los falangistas escribieron sobre los muros de Madrid: ��Sof�a Loren s�, Montini no!�. Pero poco despu�s Montini fue elegido Papa. Parece ser que Franco hab�a rezado y hab�a hecho rezar para que Montini no lo lograse. Este �ltimo, ya a la cabeza de la Iglesia, volvi� a poner en discusi�n el edificio del Estado franquista. Por otra parte, el concilio Vaticano II, con la aprobaci�n del decreto sobre la libertad religiosa, socavaba los fundamentos del Estado cat�lico. Hab�a que desmontar el sistema construido despu�s de la Guerra Civil y ratificado en el concordato de 1953. Para Pablo VI hab�a que decantarse por la democracia.

Se nota bien c�mo en la Iglesia ha habido posiciones diferentes y tambi�n generaciones diferentes. La Iglesia no es un monolito inm�vil en la historia. En este sentido, es realmente importante recurrir a la investigaci�n hist�rica para comprender realidades y episodios, que no todos son iguales. Existe en conclusi�n el problema de comprender y reconstruir los hechos, tal como ense�a el gran historiador franc�s Marc Bloch, que escribi�: �Una palabra domina e ilumina en definitiva nuestros estudios: comprender�. Por esto, la historia no se puede transformar en un tribunal. Estoy convencido de que no se puede considerar culpable a la Iglesia del siglo XXI de toda su historia de casi veinte siglos. En su calidad de instituci�n m�s antigua de Europa, acabar�a pidiendo perd�n al menos una vez al d�a.

Por otra parte, se podr�a decir que con la canonizaci�n de los m�rtires durante la Guerra Civil la Iglesia ha ofrecido una interpretaci�n favorable a Franco de esos acontecimientos. En realidad, las causas de beatificaci�n de la Guerra Civil no avanzaron en los a�os de P�o XII, de Juan XXIII ni de Pablo VI. Hab�a una clara voluntad de evitar equ�vocos. Pero despu�s el tiempo pas� y la situaci�n evolucion�. Juan Pablo II ha introducido por su parte, en la Iglesia, una espec�fica sensibilidad por los m�rtires del siglo XX, entre ellos los de la Guerra Civil. Me he ocupado personalmente de los nuevos m�rtires del siglo XX. Me he dado cuenta de c�mo un m�rtir no ha sido nunca extra�o al contexto pol�tico en que vivi� y fue asesinado. Sin embargo, lo que cuenta para la Iglesia es el hecho de que haya sido asesinado por ser cristiano, es decir, por su fe o por su actividad cristiana. La objeci�n que se hace a la santificaci�n de monse�or Romero, el arzobispo de San Salvador asesinado mientras celebraba la misa, es que su muerte se debi� a motivos pol�ticos. Y es an�loga a la que se hace a los m�rtires de la Guerra Civil. Adem�s, no estoy convencido de esta interpretaci�n sobre monse�or Romero, aunque es cierto que se mov�a en una situaci�n pol�tica agitada: como se ha declarado en un reciente simposio celebrado en Italia, Romero fue asesinado porque sigui� entre su gente como obispo. Porque, efectivamente, m�rtir es el que no renuncia a su ministerio ni a su fe para salvar su vida.

Lejos de m�, en consecuencia, querer negar la identificaci�n entre franquismo y una parte mayoritaria del catolicismo espa�ol. Pero se necesita una comprensi�n hist�rica m�s profunda y articulada. De hecho, estoy convencido de que, en la historia de la Iglesia del siglo XX, el caso espa�ol ha contado del mismo modo (tal vez a�n m�s) que el alem�n. No obstante, desde los a�os sesenta Espa�a ha representado un sistema que la Santa Sede quer�a superar, mientras antes era algo que se contemplaba con bastante inter�s. Desear�a finalmente a�adir algo sobre el modo en que se super� el franquismo: la transici�n pac�fica a la democracia desde la muerte de Franco en el a�o 1975 hasta 1978. De hecho esta transici�n pac�fica es un modelo en el que se ha inspirado la Iglesia en otras situaciones de los �ltimos veinticinco a�os, como en Filipinas (1986), en Chile (1989), por no hablar de los pa�ses del Este (exceptuando Rumania). La transici�n pac�fica no fue s�lo la pol�tica de la Iglesia polaca para salir del comunismo, sino tambi�n un modelo que el catolicismo contemplaba con agrado. En esta visi�n anida la desconfianza, desde hace al menos dos siglos, hacia las guerras y las revoluciones que en el sentir del catolicismo dejaron el mundo peor de como lo encontraron.

Andrea Riccardi