La estaci�n de Atocha, destino de unos trenes que nunca llegaron, se convirti� ayer en el centro de los homenajes a las v�ctimas de los atentados del 11-M un mes despu�s de la masacre. M�s �zona cero� que estaci�n de ferrocarril, Atocha vivi� la uni�n de voluntades en torno a una idea: la paz MADRID. 11 de abril. Estaci�n de Atocha. �Zona cero�. El vest�bulo inundado de velas, flores, cartas, dibujos y enseres votivos recuerda la cercan�a de un golpe duro, la profundidad de unas heridas que se hacen dif�ciles de cicatrizar. Este mar rojizo de cirios flameantes, salteado de banderas de distintos pa�ses con mensajes de paz y altares de diferentes confesiones religiosas se convirti� ayer en el santuario civil al cual cientos de personas durante todo el d�a acudieron para rendir homenaje a las v�ctimas de la masacre terrorista del 11 de marzo. Expresi�n espont�nea de corazones unidos por el dolor y la esperanza, este espacio en una estaci�n que no recupera el pulso inspira duelo, silencio y reflexi�n en los que all� se concentraron. �No s� si con nuestra presencia honramos tantas muertes�, expres� una barcelonesa que se encontraba de paso por Madrid. �El dolor se respira en estado puro�, sigui� su amiga, que reconoci� que el aspecto del vest�bulo era �cuanto menos, sobrecogedor�. �Impresiona la estampa, porque impresionan los atentados, que no se pueden olvidar�, a�adi�, entre sollozos, una madrile�a que acude regularmente a reponer las velas que colocara poco despu�s de que Atocha se reabriera al p�blico. Como ella, son muchas las personas que acuden a la �zona cero� con la cual guardan una vinculaci�n que trasciende el v�nculo sangu�neo. �En ese vag�n �bamos todos�, coment� un anciano que, acto seguido, susurr� el inicio de una oraci�n. �Paz es Dios� Familiares y amigos de los que viajaban en los �trenes de la muerte�, madrile�os y viajeros de paso en la capital de Espa�a, todos, en fin, aguardaban, espectantes, en la capilla laica que se improvis� hace un mes, todos participaron de un sentimiento de unidad que presidi� el encuentro interreligioso que la comunidad cat�lica de San Egidio organiz� por la tarde en los aparcamientos de Atocha bajo el lema �La Paz es el nombre de Dios�. Con las notas de �La pasi�n seg�n San Mateo� de Bach mezcladas con los silbidos de los trenes que entraban en la estaci�n, comenz� este acto que congreg� a cientos de personas de diferentes confesiones y culturas �para recordar a todas v�ctimas y ayudarnos mutuamente a vivir el futuro con esperanza�, seg�n defendi� la presidenta de la asociaci�n, Tiscar Espigares, quien record� asimismo que �la paz es la mayor aspiraci�n de los pueblos, es la clave de las religiones�, que precisamente �deben testimoniar que su �nico destino es la paz�. �Ante el pesimismo, surge la necesidad de la esperanza en un futuro en convivencia�, una actitud que Espigares enfrent� al �miedo que siembra el terrorismo�. �No hay terrorismo con vida� El im�n de la mezquita del Centro Isl�mico de Madrid, doctor Munir, tambi�n insisti� en la fuerza de la religi�n como instrumento de libertad al referirse al Islam como creencia que �criminaliza cualquier agresi�n contra almas inocentes� y �que quiere el bien y la fuerza de la Humanidad�. Munir consider� a los autores de los atentados como �aliados del diablo que se alejaron de todos los preceptos de las religiones monote�stas�. �No hay terrorismo con vida, y no hay vida con terrorismo�, manifest� el im�n, que expres� emocionado su agradecimiento al pueblo espa�ol �por haber demostrado tras la matanza que goza de gran tolerancia, sabidur�a y madurez�. A estas intervenciones les sigui� las de familiares de v�ctimas del 11-M y la lectura de la lista de fallecidos, que estuvo acompa�ada del encendido de 191 velas, una por fallecido, �pues todos tienen nombre y rostro para Dios�, rezaba el comunicado conjunto del acto, que se cerr� con un abrazo de paz, gesto en el que participaron los asistentes. El cuadro del �no olvido� En este mosaico de sensaciones en que se plasm� la jornada de homenaje a las v�ctimas en la �zona cero� del 11-M, cabe destacar una iniciativa que aspira a convertirse en �el cuadro del pueblo�, en el lienzo que recoja �el sentimiento del mundo cuando se junta en el dolor�, en palabras de su autor, el artista cubano V�ctor Jes�s. �Quiero devolver al pueblo de Madrid un sentir que es suyo. Yo soy s�lo un intermediario entre la atrocidad de aquel d�a y los conceptos de la tragedia que cada cual tiene�, expres� V�ctor Jes�s, que insisti� en que la intenci�n de su creaci�n es el �no olvido�, �que las generaciones futuras recuerden siempre esto para que no se repita�, a�adi�. El pintor, escultor y poeta confes� que desde el mismo momento en que se enter� de la masacre aparc� sus proyectos art�sticos y se dedic� �en cuerpo y alma� a este cuadro de 8 metros de largo y 4 de ancho en que expresa el dolor de la sangre inocente -presente en el rojo que enmarca a vagones que coloca en diferentes niveles- y la esperanza en la vida como fin de la existencia -mostrado en el cuerpo resucitado de Jesucristo y el voluntariado sostenido por aves libres-.
M. J. Ortiz
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