MADRID.- Hoy hay m�s gente, un revuelo especial con televisiones en directo y grupos de excursi�n. �Venimos de la pe�a madridista de Barcelona, pero es una coincidencia que el Madrid juegue hoy. Ibamos a venir cuando se cumpliera un mes. Porque hay que estar aqu�. Esto hay que verlo, y hay que decirle al mundo que estamos con ellos, con los que nos faltan. Ya no seremos las mismas�, dice Antonia Rivas, con su bufanda blanca al cuello y su hija llorosa pegada al brazo.
Es Atocha hoy hace un mes. Es un cumplea�os con velas que en vez de soplar hay que encender. Velas rojas, figuras de cera que son de verdad, el coloso en llamas. Cada fuego es una oraci�n o una firma de cualquiera que pasa por aqu� y se queda. Porque todo el mundo se queda.
Nadie habla alto, �ste es un universo de susurros. Alrededor suena el mundo, con sus trenes vivos, sus bares, sus tiendas y sus quioscos, pero en este altar religioso y pagano el bullicio lo ponen los carteles, las fotos de los muertos cuando estaban vivos (�Livia Bogdan. Asesinos, �por qu� me hab�is matado?, �de qu� soy culpable?�), las pancartas (�Todos �bamos en ese tren�), las estampitas de todo culto y hasta algunas ropas usadas aquel d�a por un voluntario...
V�ctor pinta cuadros y quiere donar una alegor�a gigante que est� esbozando en color. Ha puesto una mesa para que la gente firme y ponga lo que quiera, menos dinero. �Las firmas han llenado m�s de 10 cuadernos grandes�. Cerca solloza Rosa, que acaba de poner una vela por ella y otra por su marido, que est� en La Habana. �Yo cog�a ese tren siempre, pero aquel d�a tuve otra cosa que hacer. Las v�ctimas son un poco m�as y ni siquiera tengo rabia, s�lo pena, pena, pena�.
�Destrucci�n masiva�
Hay familias de paseo, hombres solos, grupos de mujeres sin el f�tbol de los domingos, parejas que se abrazan m�s en cuanto se asoman a este escaparate de abrigos de piel erizada. Si te acercas a leer los mensajes sientes el calor de las velas, pero lo que te derrite de verdad es la palabra: �Ya hemos encontrado las armas de destrucci�n masiva. Estaban en Atocha, El Pozo y Santa Eugenia�. �No has muerto, hijo m�o. Seguir�s aqu� para siempre�.
Estamos en la estaci�n de Atocha un mes despu�s del temblor de tierra. Al 11-M le ha salido hoy un 11-A con m�s testigos que de costumbre. �Aqu� viene mucha gente los fines de semana, algunos como si fueran a ver un espect�culo. Pero hoy hay m�s que nunca�, confirma en la cafeter�a de al lado una camarera experta en viajeros expr�s.
Los mensajes vienen de medio mundo, como quienes est�n hoy mirando. Hay espa�oles de todos lados, extranjeros de cualquier parte, cristianos, ateos, musulmanes, ortodoxos, adultos, ni�os, hombres con corbata y un sin techo. Parece la vida entera en una estaci�n.
Y un poco m�s all� de este pasillo del dolor acaban de montar una tribuna con cinco sillas, un atril, un micr�fono y 191 velas apagadas. Est� al aire libre, entre los andenes de Atocha y las v�as de la calle de T�llez. Hay una pancarta que pone: �La paz es el nombre de Dios�.
La comunidad cristiana Sant Egidio ha organizado un homenaje a las v�ctimas y ha invitado al imam de la mezquita de Madrid, a un superviviente de la tragedia y a los padres de Juan Pablo, que muri� hace un mes unos metros m�s atr�s de donde ellos est�n a punto de hablar ante el p�blico.
Antes, Gabriel y Pilar se abren a los periodistas: �Sentimos dolor por nuestro hijo, pero tambi�n paz y serenidad. El odio no nos cabe, porque ponemos nuestra vida al servicio de la justicia, la paz y la ayuda a los necesitados y confiamos en un mundo m�s justo�.
-�Y, como cristiano, es usted capaz de perdonar? -Si no fuera capaz de perdonar no estar�a aqu�.
Hay un millar de personas concentrado, mujeres musulmanas con pancartas que escriben en son de paz, grupos de hombres marroqu�es en silencio, cristianos de aqu�, no creyentes con las manos en los bolsillos. A�n no lo saben, pero todos acabar�n el acto abraz�ndose.
�El mundo est� globalizado, pero no pacificado. Las religiones resuelven los conflictos, pero a veces caen en las l�gicas de los conflictos. Paz es una palabra santa en todas las religiones.Para los cristianos hoy es un d�a de esperanza, porque la muerte puede ser vencida�, pronuncia en su Domingo de Resurrecci�n Tiscar Espigares, presidenta del colectivo San� Egidio.
Munir el Miseri saca su voz de imam y grita que el islam �criminaliza cualquier agresi�n contra los inocentes�. �A cada terrorista, el islam le dice hoy: 'Seremos fuertes contra vosotros. No hay terrorismo con vida, ni vida con terrorismo'�. La gente aplaude.Hay dos ni�os gemelos que juguetean bajo el escenario con un gorro marroqu� de cartulina garabateado en espa�ol y �rabe: �No al terrorismo�. No saben qu� es eso, pero sus padres s�. Han venido para contarle a Espa�a que Al� es grande, pero no explota delante de nadie.
Hace fr�o y calor. Viento y, de repente, sol quieto. El tiempo est� en desacuerdo, no como los que han venido, muchos emocionados tras o�r a Gabriel, que ha dicho que no sabe qui�n, por qu� y para qu� �alguien decidi� que la vida de Juan Pablo terminara en la calle de T�llez una hora despu�s de salir de casa�.
Los organizadores del homenaje piden un minuto de silencio y van encendiendo una vela por cada muerto, que tiene esta tarde nombre y apellidos a trav�s de los altavoces.
Cuando Eugenio, el rumano que ocupaba un vag�n roto en El Pozo, va a empezar a hablar, un tren de Cercan�as activa su bocina.Es un saludo, un gesto sonoro a toda velocidad en el mismo sitio, con 191 personas menos, un mes despu�s. ��Qu� puede decirnos Dios?�.
RAFAEL J. ALVAREZ / ROBERTO BENITO
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