Comunità di S.Egidio


 

29/04/2004


L�bano como modelo

 

La convivencia entre cristianos y musulmanes es un problema de actualidad. El mayor laboratorio de esta experiencia ha sido L�bano. Pero L�bano ya es sin�nimo de guerra de religiones, aunque no siempre ha sido as�. Hubo un tiempo (recuerden los a�os 60) en que se le exaltaba como la �Suiza de Oriente Medio�. Pero a diferencia de la Suiza europea, la libanesa no ha sabido o podido resistir el contagio de las crisis de Oriente Medio que, desde los a�os 70, se han hecho sentir sobre el pa�s sumi�ndolo a su vez en otra dura crisis. Y sin embargo, a�n hoy, en comparaci�n con los reg�menes �rabes policiales, L�bano representa un espacio de libertad, aunque se note el peso de la bota siria. La prensa es bastante libre y las Iglesias cristianas se sienten m�s c�modas que en otros pa�ses �rabes.

L�bano ha representado un terreno de convivencia igualitaria entre cristianos y musulmanes en el contexto de una com�n identidad �rabe. As� lo hab�an planeado los franceses y lo hab�an querido los cristianos maronitas (en los inicios de este especial proyecto nacional). Pierre Gemayel, fundador de la Falange Cristiana, hab�a declarado: �Las naciones cristianas son numerosas y las naciones musulmanas son numerosas... Pero no existe entre ellas un modelo como L�bano, donde cohabitan el islam y el cristianismo�. Por esto, la opini�n p�blica de la posguerra contempl� el pa�s de los cedros como un modelo para un Chipre greco-turco o para una Argelia en que la minor�a francesa pudiese convivir con la mayor�a musulmana. Ahora esos sue�os ya se han desvanecido. L�bano parece reflejar la dif�cil convivencia entre los musulmanes y los cristianos: la situaci�n de estos �ltimos se ha deteriorando por la emigraci�n y por el boom demogr�fico isl�mico.

El sistema liban�s tiene sus pilares en la comunidad religiosa. Formalmente existen diecisiete, cada una diferente de las otras, pero las m�s fuertes son los cristianos maronitas, los musulmanes sun�es y los chiitas, los cristianos ortodoxos y los cat�licos melquitas. El sistema de comunidades ha provocado los conflictos, pero ahora es el que mantiene la paz. Hasta el punto de que se ha llegado recientemente al extremo de que el Gobierno liban�s ha hecho aplicar tres condenas de muerte religiosamente repartidas: un cristiano, un musulm�n sun� y uno chiita. Este sistema de comunidades llega hasta el pat�bulo. Me acuerdo de un amigo liban�s que se defin�a como �un maronita ateo�. El ciudadano no existe fuera de la comunidad. Es como en el antiguo sistema otomano, el de los �millet� (religiones-subestatales), que revive en un contexto paritario entre cristianos y musulmanes, y en un cuadro democr�tico.

�Puede ser un modelo de convivencia entre cristianos y musulmanes? El mundo isl�mico, especialmente entre las poblaciones minoritarias y en los pa�ses de emigraci�n, tiende a una organizaci�n de tipo comunitario. Gran Breta�a y los Pa�ses Bajos dan m�s espacio a las comunidades; Francia, como se ha visto con el reciente debate sobre el velo, mantiene una posici�n contraria. Espa�a e Italia, sin favorecer el sistema comunitario, aplican una pol�tica pragm�tica (con un 1,2% de musulmanes en ambos pa�ses frente a un 5,5% en Francia. Para nuestros pa�ses occidentales la ciudadan�a prima sobre la pertenencia a una comunidad religiosa. Se trata de un punto decisivo de nuestro concepto laico de la sociedad.

La historia reciente de L�bano demuestra la voluntad de prevalecer de los musulmanes. Lo demuestra la guerra civil libanesa. Y en nuestros d�as, incluso en tiempos de paz, la construcci�n de la gran mezquita en el coraz�n de Beirut, con una mole desbordante al lado de la m�s modesta catedral maronita de San Jorge, parece reafirmar la voluntad isl�mica de prevalecer. Detr�s de este proyecto hay una conspicua financiaci�n saud� (como ocurre puntualmente en no pocos proyectos de expansi�n o presencia isl�mica). El futuro de un L�bano biconfesional parece condenado al fracaso. Y, sin embargo, no todo es tan simple como parece.

Los musulmanes libaneses est�n divididos en dos comunidades muy diferentes: los sun�es, m�s ricos; y los chiitas, m�s marginados, pero animados por una fuerte conciencia de su propio papel (por no citar los drusos de la monta�a libanesa). Los musulmanes han conquistado m�s espacio en L�bano, aunque al final no han pedido que se modifique el pacto que reconoce a los maronitas como la primera comunidad y a los cristianos como mayor�a. Si se hiciese un nuevo censo, se descubrir�a que los cristianos ya no tienen una posici�n dominante. Habr�a que sacar conclusiones y hacer de L�bano un estado de mayor�a musulmana. Pero no piden un nuevo censo. Todos saben que los cristianos ya no son mayoritarios, pero nadie quiere sacarlo a la luz. �D�nde se halla, pues, la voluntad de dominio de los musulmanes?

Es indudable que existe una tendencia. Pero no es la �nica. El mundo musulm�n, en L�bano y en todas partes, es grande y articulado, a veces dividido por tendencias contrapuestas. No se puede simplificar una situaci�n compleja y con tendencias contrapuestas. Los propios cristianos de Oriente, con su presencia, afirman la realidad de un pluralismo religioso que pone en discusi�n el monismo isl�mico. Su funci�n hist�rica es la defensa de hecho del pluralismo, premisa de la democracia. La historia de L�bano es la de una dif�cil democracia �rabe, que ha sufrido mucho y que resiste a numerosas crisis. Hoy d�a nos enfrentamos con el reto de Iraq, con una mayor�a chiita y con el empuje autonomista de los kurdos. La democracia es el problema del futuro en los pa�ses �rabes. Pero se trata de un proceso largo que exige coraje e �inculturaci�n�. Con todo, es la gran respuesta a los violentos y a la voluntad de prevaricaci�n: hacer crecer una pol�tica libre y pluralista. Porque efectivamente �como ha escrito un gran intelectual tunecino, Mohamed Talbi� �cuando se rompen los l�pices, no quedan sino los cuchillos�. Y desgraciadamente hay demasiado �cuchillos� (es m�s, armas mucho m�s peligrosas) en circulaci�n por el mundo �rabe...

Andrea Riccardi