Como en familia, con una mesa limpia tendida en la Iglesia del Carmen, una comida sabrosa, ensalada de frutas, pan dulce, turrones y regalos. As� festejaron ayer la Navidad 300 mujeres, hombres y chicos que no tienen casa o viven en lugares precarios y que se reunieron en el templo de Rodr�guez Pe�a y Paraguay.
Sant'Egidio, la organizaci�n cat�lica que en 1982 inaugur� estos almuerzos de Navidad en Roma, tambi�n reuni� ayer a otras 700 personas en comidas navide�as realizadas en los templos de la Merced, Reconquista y Per�n, y de San Pedro, en La Boca. Otros encuentros similares tambi�n se realizaron en Laferrere, Salta y Mendoza.
Un ambiente de alegr�a serena se filtr� entre los bancos y reclinatorios sobre los que pusieron tablones los voluntarios del Grupo San Francisco de As�s y de la comunidad Sant'Egidio
"Son nuestros amigos; no les decimos pobres, gente sin hogar o desocupados que viven precariamente en hoteles, pensiones y espacios p�blicos", dijo a Clar�n la voluntaria Marcia Cariola.
Los turistas alemanes Elisabeth y Gregor Wilczek, que paseaban por Recoleta, se emocionaron al encontrar la gente reunida para comer y pidieron permiso para recorrer las mesas. Les sorprendi� que los cat�licos hubieran adaptado el templo del Carmen para que comieran los m�s necesitados y despu�s le pidieron a la organizadora, Mercedes Ferrini, que aceptara una donaci�n.
"Para nosotros es tan emocionante como la cena de Navidad, porque tambi�n estamos en familia", contaron Hern�n y M�nica Alonso, de 53 y 54 a�os, que vinieron a ayudar con sus hijos Ver�nica (23), Fernando (21) y Magdalena (19). Apenas tuvieron tiempo de probar bocado junto a una treintena de voluntarios, antes de pasar a buscar a la abuela Marina, de 86 a�os, y reunirse a tomar el t� con Santiago (24), el hijo mayor que falt� porque colabor� en otro almuerzo parroquial en San Isidro.
"Una cosa es contarlo y otra vivirlo: es muy duro sobrevivir en la calle", cont� Jos� Dom�nguez, de 67 a�os, un ex soldador de la Peugeot, desocupado, que se convirti� en sin techo. "Dios quiso que llegara ac� y me ayudaron a tener la dignidad de un techo y a trabajar en pintura", dijo Jos� mientras recorr�a la nave central llevando platos de comida. A su lado, Francisco Zorzoli (58), asegura que "el hambre aniquila el futuro, pero llegu� aqu� aunque no soy creyente. Por eso el p�rroco Ricardo Larken me dice que no soy cat�lico, gracias a Dios".
Como Zorzoli �a quien Ferrini le dice "recuperado" porque volvi� a trabajar y sali� de la calle�, la voluntaria Bel�n Colo Esperante, de 18 a�os, tambi�n confiesa que no cree en Dios pero decidi� colaborar igual. "M�s all� del sentimiento religioso, la finalidad es otra; la gente te da tanto amor y gratitud, que no es un esfuerzo", dijo mientras serv�a las mesas.
Las porciones de pollo y ensalada, adem�s de las confituras, fueron donados por la gente de la parroquia, mientras que el restaurante Filo don� 250 platos de pasta, como lo viene haciendo desde hace tres a�os y que en esta fiesta fueron para los necesitados de La Boca. "Es un buen regalo en el cumplea�os de Jes�s", dijo el p�rroco Larken, atareado con el equipo de m�sica que llen� la iglesia de villancicos y otras canciones navide�as.
En otra de las mesas, rodeada por sus 8 hijos, Patricia Alegre dijo que vino a celebrar porque participa de los talleres donde fabrican toallas y repasadores que venden en ferias semanales. Para el misionero Juan Caballero (41) y su esposa Mar�a Cristina (36) fue la oportunidad de salir un rato del hotel en el que viven, en medio de una semana en la que s�lo encontr� changas y nada para su oficio de apicultor, que aprendi� en el INTA de La Plata. "Nuestra esperanza es trabajo y una casa propia", dijeron los Caballero brindando muy cerca del altar y del pesebre, junto a Juan Gabriel, su beb� de 9 meses, y sus dem�s hijos, Roc�o, Lucas, David y Germ�n, de entre 4 y 13 a�os.
Rolando Mas, otro de los comensales que dej� de vivir en la calle, dijo que "a los 53 a�os, lo bueno es que recuper� la familia, de la que me hab�a distanciado, encontr� trabajo y tengo un techo para vivir dignamente". Con su ropa a cuestas, decenas de sin techo apuraron su comida con alegr�a, pero inquietos por saber d�nde pasar�an la noche. Ferrini dice que "la meta es hacer recuperaci�n, no asistencialismo".
Patricio Downes
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