Comunità di S.Egidio


 

Catholic Net

13/09/2005


Encuentro de l�deres religiosos en Ly�n: �El coraje de un humanismo de paz�

 

LY�N, lunes, 12 septiembre 2005 (ZENIT.org).- �Nos alegra mucho que nuestra ciudad haya sido elegida para este evento que se celebra por primera vez en Francia. Aqu� Juan Pablo II, en su visita de 1986, lanz� un vibrante llamamiento a la paz, poco antes de la inolvidable reuni�n de As�s. Y, desde hace diecinueve a�os, los encuentros de San Egidio son cada a�o su fiel continuaci�n�. Con estas palabras, el cardenal Philippe Barbarin, arzobispo de Lyon introdujo ayer la liturgia ecum�nica, en el santuario de Notre Dame de Fourvi�re, que dio inicio al Meeting Interreligioso promovido por la Comunidad de San Egidio. El encuentro tiene como lema �El coraje de un humanismo de paz�.

�El perd�n es la clave del reencuentro entre cristianos, tras los debates teol�gicos y los encuentros fraternos y espirituales a los que el movimiento ecum�nico nos ha habituado desde hace algunos decenios�, dijo el cardenal de Ly�n, dirigi�ndose a los representantes de las Iglesias cristianas que llenaban el Santuario.

�Imagino que los cristianos de las otras Iglesias no se encuentran m�s c�modos que sus hermanos y hermanas cat�licos, ante la perspectiva abismal que la ense�anza de Jes�s nos abre --a�adi� Barbarin--. Y entonces no hay alternativa. Los cien denarios, estas heridas que nos hemos provocado en el curso de la historia, deben ciertamente desaparecer si pensamos en los diez mil talentos de la Redenci�n, con la que Jes�s nos ha amado hasta el extremo, hasta la locura�.

En la liturgia particip� Karekin II, catholicos di todos los Armenios, que record� el 90 aniversario del genocidio de los armenios, y dijo: �La paz es posible siempre que exista un aut�ntico deseo de alcanzarla. Paz, libertad, justicia y amor son inseparables, se dan la mano y se refuerzan mutuamente. Europa, portadora del testimonio de la fe cristiana y de su cultura, seguir� siendo custodia de aquellos valores de humanismo y de derecho por los que ha combatido y hecho tantos sacrificios�.

�Nada en este mundo, ni siquiera una religi�n, puede ser hegem�nico�, dijo Andrea Riccardi, fundador de la Comunidad de San Egidio. Andrea Riccardi auspicia una civilizaci�n de la diferencia, y subraya que hoy una Francia pluralista acoge a los l�deres religiosos de todo el mundo.

�El 11 de septiembre, sigue siendo la fecha m�s tr�gica de este inicio de siglo�, dijo Riccardi en la ponencia inaugural. �Ha aumentado la desconfianza entre mundos y religiones. A menudo parece realista decir que el choque, violento o cultural, es inevitable. Parece valor, pero es miedo en un mundo inhumano. La violencia no es valor�. �Millones de hombres y mujeres, ansiosos, en un mundo con aspectos de inhumanidad, buscan un alma para nuestro tiempo. Las religiones tienen una gran responsabilidad�.

�Los terroristas son criminales, no son hombres religiosos�, declar� el cardenal Walter Kasper, presidente del Pontificio Consejo para la Promoci�n de la Unidad de los Cristianos, en el Encuentro. �Tenemos que quitarles la m�scara religiosa �a�adi� el cardenal--, para mostrar que debajo est� el perfil del nihilismo. El terrorismo no interrumpe el di�logo, por el contrario impulsa a intensificarlo para quitarle recursos�.

Armando Emilio Guebuza, presidente de la Rep�blica de Mozambique, record� el �xito de la Comunidad de San Egidio, tras dos a�os de negociaciones, entre enemigos de su pa�s. �Mediante el di�logo, y con la participaci�n de las diversas confesiones --afirm�--, hemos logrado poner fin a la guerra que, tras haber producido un mill�n de muertos imped�a concentrarse en el desarrollo del pa�s. El programa Dream para el tratamiento del sida, que San Egidio est� llevando a cabo en Mozambique, es un ulterior signo de este �xito�.

Por otra parte, los grandes dolores del siglo XX han unido a personas de religiones distintas en la compasi�n, dentro de la dura vida de los campos de concentraci�n y los gulag, donde nacieron ecumenismo y di�logo. En un tiempo de concentraci�n de poderes fuertes, a�adi� Riccardi, los individuos, como se ha visto negativamente con el terrorismo, pueden desestabilizar pa�ses enteros: pero si un individuo solo puede perder al mundo, tambi�n puede salvarlo. Las religiones pueden dirigirse personalmente y espiritualmente a los hombres y a las mujeres de nuestro tiempo, y convertirlos en protagonistas a trav�s de la fuerza d�bil de la oraci�n y de la paz: como Juan Pablo II propuso a los creyentes en As�s, en 1986.

Fue Nicolas Sarkozy, ministro de Interior, y candidato a la Presidencia en las pr�ximas elecciones francesas, quien abri� el debate en el Encuentro.

�Hoy los hombres y las mujeres comprenden que la prosperidad material no es suficiente para satisfacer sus aspiraciones profundas --dijo en la inauguraci�n--. No es ninguna ayuda para distinguir el bien de mal, no da sentido a la existencia, no responde a los interrogantes fundamentales del ser humano: por qu� hay una vida y cu�l es el sentido de la muerte�.

Sarkozy asegur� que la laicidad francesa no es enemiga de las religiones y a�adi� que �ante la letra del texto de 1905, preferimos su esp�ritu�, aludiendo al texto que hace cien a�os instaur� la legislaci�n laica en el pa�s.

La laicidad no es el �nico modelo de coexistencia pac�fica entre religiones diversas y no creyentes, en un pa�s democr�tico, pero en Francia representa un punto de equilibrio consensuado, dijo.

Sarkozy record� su propio empe�o en favor de una representaci�n reconocida del Islam franc�s, incluido el fundamentalista. El Islam puede integrarse en una sociedad democr�tica, pluralista y secularizada sin por ello perder su propia identidad; el verdadero problema es la lucha por la dignidad de los ciudadanos musulmanes: una identidad humillada y que se radicaliza, consider�.

Las religiones, afirm� el ministro, contribuyen a reorganizar el mundo, la sociedad, las ideas, respondiendo a las demandas profundas de sentido connaturales a la humanidad. Las religiones, concluy�, agradeciendo a la comunidad de San Egidio su labor, pueden oponerse a la idea de un conflicto de civilizaciones recordando a todos que no existe m�s que una civilizaci�n: la civilizaci�n humana.