Comunità di S.Egidio


 

Vida Nueva

06/12/2005


La pena capital ser� abolida, como lo fue la esclavitud

 

El 30 de noviembre, en re-cuerdo de la primera abolici�n de la pena de muerte de un ordenamiento jur�dico en un Estado europeo (el Gran Ducado de Toscana, en 1786), m�s de 300 monumentos emblem�ticos de todo el mundo se iluminar�n para mostrar la adhesi�n de tantos pa�ses a la campa�a internacional Ciudades por la vida. La iniciativa, puesta en marcha en 2002 por la Comunidad de San Egidio con el apoyo de las m�s destacadas asociaciones pro derechos humanos, es uno de los frutos visibles del "empe�o civil, religioso y humano contra la pena de muerte" que siempre ha puesto de manifiesto esta instituci�n, como reconoce uno de sus miembros, el sacerdote romano Marco Gnavi.

Gracias a la batalla emprendida para salvar de la silla el�ctrica a un joven texano, la Comunidad promotora de esta jornada pudo entrar en el corredor de la muerte estadounidense y, ante s�, se abri� "un universo de sufrimiento y dolor que supera los l�mites de aquel pa�s". "Inicial-mente, tratamos de sensibilizar a una gran parte del mundo -explica Marco-, y re-cogimos cinco millones de firmas en 150 pa�ses por la moratoria de la pena de muerte, que presentamos al secretario de Naciones Unidas, Kofi Annan"

En torno a dicha Comunidad, se hab�a creado una sensibilidad abolicionista que "un�a diferentes culturas y confesiones religiosas, entre ellas, naturalmente, el mundo cristiano y su expresi�n mayoritaria, la Iglesia cat�lica", recuerda. As�, aunque esta cuarta edici�n de Ciudades por la vida recoja el testimonio de ex condenados a muerte y la adhesi�n de personajes p�blicos comprometidos con la causa, seguir� contando "con la oraci�n de tant�simos cristianos, como la Confederaci�n benedictina, cuyos monasterios -casi 400-han `adoptado' en sus plegarias a un condenado a muerte". Porque "no se trata s�lo de denuncia, o presi�n pol�tica o de la opini�n p�blica -se�ala Marco-; que-remos restituir al condenado a muerte una dignidad y la esperanza tambi�n en la vida. Un deseo que los superiores y superioras generales de varios Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apost�lica expresaron tambi�n en un comunicado hecho p�blico el pasado 16 de octubre, por el que se suman a la iniciativa de San Egidio para humanizar el universo carcelario y todas sus v�ctimas.

El empe�o de �frica

Mientras tanto, este sacerdote de 46 a�os subraya un hecho notorio: "�frica est� demostrando un gran empe�o por abolir la pena de muerte, y se ha producido una aceleraci�n en el crecimiento de esa tendencia abolicionista. Siempre ha contado con el apoyo de la Comunidad de San Egidio, no s�lo con la paz de Mozambique en 1992, pues estamos presentes en otros 20 pa�ses del continente. En algunos de ellos, estamos apoyando el pa-so de pa�ses de abolicionistas de facto a abolicionistas de iure, paso fundamental para que sea un punto de no retorno, para que el uso de la pena de muerte quede prohibido constitucionalmente". En este sentido, y "pese a los numerosos problemas que �frica vive internamente", cabe destacar la "fuerza sorprendente de resistencia -m�s que en otras zonas del mundo incluso - a la pena de muerte, pues "son numeros�simos los pa�ses -sobre todo en el �frica franc�fona- que en estos �ltimos a�os la han abolido".

En un tiempo como el nuestro, "contradictorio y de mucha inseguridad, se piensa que se puede erradicar un mal suprimiendo la vida".

"Una respuesta desproporcionada a una inseguridad muy difusa", lamenta Marco. Frente a ello, San

Egidio trabaja "para humanizar las condiciones carcelarias y de detenci�n, creando una sinergia con todos los que est�n cerca de los condena-dos a muerte". Asimismo, se est� realizando en las escuelas "una educaci�n en el respeto al derecho a la vida", tambi�n en las c�rceles, e "iniciativas con Estados, gobiernos, presidentes...". Y es que invocar la pena de muerte ante el terrorismo, por ejemplo, no es la soluci�n. "La pena de muerte -denuncia Marco- s�lo a�ade otro sufrimiento, otro odio, otro embrutecimiento, otra sed de venganza". "Si crees en la pena capital para protegerte -apostilla-, significa que conf�as en el mal para combatir otro mal. Hay que educar, antes que hablar desde el miedo".

Y, en nombre de la Comunidad de San Egidio, concluye con un sue�o que d�a a d�a se hace convencimiento: "La pena de muerte ser� abolida, como la esclavitud. De todos depende el que sea antes, por-que cuando decimos `despu�s, hablamos de miles y miles de personas asesinadas a manos de los Estados, pero ser� abolida. Para que esto sea as�, necesitamos el con-curso de todos los pa�ses y, as�, sentar las bases de un no retorno".

Jos� Luis Celada