Benedicto XVI emprender� a finales de este mes un delicado viaje a Turqu�a, concebido en su momento como una iniciativa ecum�nica - es decir, de acercamiento entre la Iglesia cat�lica y las otras confesiones cristianas-, pero te�ido ahora de expectativas sobre di�logo interreligioso con el islam, y no s�lo por ser Turqu�a un pa�s de mayor�a musulmana. Tal atenci�n se debe sobre todo a los posibles ecos de una cita sobre Mahoma pronunciada por el Papa el pasado septiembre en la Universidad de Ratisbona, que levant� la ira cor�nica en todo el mundo, amenazas de violencia incluidas, y caus� una grave crisis entre la Santa Sede y los pa�ses musulmanes. El Pont�fice se ha dolido en p�blico varias veces, pero sellar la paz llevar� a la Iglesia cat�lica tiempo y esfuerzo. En el muy globalizado siglo XXI, el di�logo interreligioso, en especial con el islam, se presenta ahora como uno de los mayores desaf�os del catolicismo.
Que las religiones del mundo aspiren a mantener relaciones amigables y de respeto mutuo, tras siglos de guerras, opresi�n e intolerancia, es un concepto a�n relativamente reciente. La Iglesia cat�lica lo puso por escrito de modo solemne en la declaraci�n de 1965 Nostra aetate,surgida del concilio Vaticano II y firmada por Pablo VI, en la que exhortaba a los fieles a proclamar su fe, pero al tiempo a dialogar y colaborar con los creyentes de otras religiones. "La Iglesia cat�lica no rechaza nada de lo que en estas religiones hay de santo y verdadero", dice la declaraci�n conciliar, argumentando que esas otras creencias "no pocas veces reflejan un destello de aquella Verdad que ilumina a todos los hombres".
Juan Pablo II dio un fenomenal impulso al di�logo interreligioso al convocar en 1986 la primera plegaria interreligiosa por la paz, celebrada en la localidad italiana de As�s, cuna de san Francisco, y a la que acudieron l�deres religiosos musulmanes, jud�os, budistas e hinduistas, entre otros, adem�s de cristianos no cat�licos. La idea de rezar juntos por la paz - aunque se entiende que cada confesi�n ora seg�n su credo y liturgia- cuaj� en el encuentro interreligioso anual que desde entonces organiza la Comunidad de San Egidio, movimiento de laicos cat�licos fundado por el profesor italiano Andrea Riccardi, y que en el 2001 se celebr� en Barcelona.
De este modo se ha ido difundiendo en los ambientes cat�licos el llamado esp�ritu de As�s,que consiste en "la voluntad de afirmar lo que uno es, dentro del respeto por el otro, para que emerja en los l�deres religiosos y en las religiones, el patrimonio espiritual de paz y de deseo de encuentro que llevan a la convivencia", seg�n dice Ambrogio Spreafico, rector de la Pontificia Universidad Urbaniana, en Roma, y sacerdote vinculado a las iglesias de la Comunidad de San Egidio en el Trast�vere romano. Sin embargo, la brusca aparici�n del terrorismo fundamentalista isl�mico y el aumento de la inmigraci�n musulmana en pa�ses occidentales han alterado el panorama, al introducir en el di�logo interreligioso un factor de miedo que apenas exist�a cuando Juan Pablo II - primer Papa en visitar una mezquita, la de Damasco en el 2001- llam� a la primera plegaria interreligiosa por la paz. "Es verdad que en estos veinte a�os el mundo ha cambiado, sobre todo con esta mayor presencia isl�mica en Europa, a veces contradictoria, que en cierto sentido pone en tela de juicio las redes de di�logo que se hab�an construido - suspira Ambrogio Spreafico-. Pero los cristianos, y sobre todo los cat�licos, estamos obligados a no ceder a un discurso pesimista ante el di�logo, o a no ceder a ese esp�ritu de contraposici�n frente al islam, que se est� difundiendo en la sociedad civil europea mucho m�s que en la Iglesia misma."
En estos momentos y por esos motivos, el di�logo interreligioso con el islam se ha convertido en la principal inquietud de la Santa Sede, por mucho que existan en el mundo otras religiones dotadas de organizaci�n y con gran n�mero de fieles (v�ase recuadro). El trato con la fe cor�nica, profesada por unos 1.200 millones de fieles, resulta complicado para el catolicismo porque en la heterog�nea geograf�a isl�mica, hecha de pa�ses �rabes y no �rabes, la distinci�n entre autoridad civil y autoridad religiosa no siempre existe. "La comprensi�n cat�lica del di�logo interreligioso insiste en dialogar, no con las religiones en general, sino con la concreci�n cultural y personal de quien las vive, y en algunas religiones esta realidad cultural se concreta tambi�n en Estados que tienen una fe religiosa oficial - aclara el te�logo catal�n Joan Andreu Rocha Scarpetta, profesor de Religiones Comparadas en la Pontificia Universidad Regina Apostolorum, en Roma-. Podr�amos decir que no es la Iglesia quien dialoga con, por ejemplo, el islam, sino que los cat�licos dialogan con los musulmanes."
Sin embargo, aunque parroquias o movimientos como la Comunidad AP de San Egidio mantengan trato cordial con mezquitas o universidades isl�micas, y juntos promuevan iniciativas de rezo y cooperaci�n, en los momentos de crisis como el surgido tras el discurso del Papa con alusiones a Mahoma, emerge sin piedad el contrasentido. A la hora de encararse con un interlocutor, la Iglesia cat�lica - que dispone de su propio Estado desde un punto de vista civil, el Vaticano- se ve abocada a buscar una estructura jer�rquica universal a la que dirigirse, que el islam no posee. Los musulmanes chi�es tienen clero, pero los sun�es - que son mayor�a- no; y tampoco existe una �nica fuente de autoridad religiosa, salvo quiz� el referente intelectual de la prestigiosa Universidad Al-Azhar de El Cairo para los sun�es, y el del ayatol� de Ir�n para los chi�es. Resultado: el di�logo interreligioso entre catolicismo e islam acaba mezcl�ndose con las relaciones diplom�ticas entre la Santa Sede y los pa�ses de religi�n musulmana oficial.
As�, como �ltimo esfuerzo para zanjar la crisis de la cita sobre Mahoma, el Pont�fice invit� a su residencia de Castelgandolfo a los embajadores isl�micos acreditados ante el Vaticano. "La aparente confusi�n entre di�logo interreligioso y diplomacia responde tanto a la idea de di�logo con los creyentes de las religiones en una cultura o naci�n concretas, como al car�cter particular de la Iglesia cat�lica, que es una confesi�n religiosa, pero tambi�n una instituci�n organizada que depende de las din�micas de gobierno vaticanas - concluye Rocha Scarpetta-. Los dos aspectos no pueden disociarse, y mucho menos desde el punto de vista interreligioso." Con este bagaje viajar� Benedicto XVI a Turqu�a, pa�s de Constituci�n laica y mayor�a musulmana, donde le tocar� bregar con el recuerdo lejano de las cruzadas - que los musulmanes perciben a�n con horror- y con el m�s cercano de Ratisbona.
En el ecumenismo, prioridad para los ortodoxos
Durante su pr�xima visita a Turqu�a, del 28 de noviembre al 1 de diciembre, Benedicto XVI se entrevistar�, como era su principal objetivo, con el Patriarca Ecum�nico Bartolom� I, referente de la Iglesia ortodoxa al menos como t�tulo honor�fico, pues la ortodoxia est� estructurada en varias Iglesias autoc�falas, como la rusa, la griega o la serbia. En su primera misa como Papa el 20 de abril del 2005, Joseph Ratzinger se�al� el ecumenismo (di�logo entre las distintas confesiones cristianas) como gran meta de su pontificado. "Para la Iglesia cat�lica, el objetivo del di�logo ecum�nico es tambi�n la unidad visible de la Iglesia, es decir, crear una Iglesia unida y visible y no simplemente una asociaci�n de diversas Iglesias - puntualiza el te�logo Joan Andreu Rocha-. En ese sentido, las Iglesias ortodoxas tienen mucho en com�n con la tradici�n cat�lica, como el modo general de entender la liturgia, los sacramentos, o la vitalidad de la vida mon�stica." Benedicto XVI ve m�s alejados a protestantes, anglicanos y evang�licos.
Para arbitrar el ecumenismo, la Santa Sede dispone del Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos, presidido por el cardenal alem�n Walter Kasper, mientras que para el trato con las religiones no cristianas existe el Pontificio Consejo para el Di�logo Interreligioso, que preside el cardenal franc�s Paul Poupard. Es sintom�tico que las relaciones con el juda�smo se piloten desde una comisi�n del ministerio de la Unidad de los Cristianos, y no del Di�logo Interreligioso, que s� tiene una comisi�n dedicada al islam. La declaraci�n Nostra Aetate reconoce una relaci�n especial de la Iglesia cat�lica con los jud�os, de quienes admite haber recibido el Antiguo Testamento, y deplora que en el pasado los cristianos les imputaran la muerte de Jes�s, lo cual no corresponde a "la verdad evang�lica".
Mar�a-Paz Lopez
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