Comunità di S.Egidio


 

Terra.es

30/11/2006


Un centenar de personas piden abolici�n pena muerte en Barcelona

 

Un centenar de personas se han congregado hoy en la plaza del Rey de Barcelona para pedir la abolici�n de la pena de muerte, en un acto organizado por la Comunidad de San Egidio que se ha celebrado simult�neamente en unas 400 ciudades de todo el mundo.

El acto ha contado con la asistencia de Ryuji Furukawa, responsable del templo budista Seimezan Schweitzcr y m�ximo exponente de la lucha contra la pena de muerte en Jap�n, adem�s del alcalde de Barcelona, Jordi Hereu, y responsables de Amnist�a Internacional y la Comunidad de San Egidio, organizaci�n que trabaja desde hace 40 a�os por los m�s desfavorecidos.

Vocalistas de gospel han amenizado el encuentro, enmarcado en la jornada mundial 'Ciudades por la vida', que se ha iniciado sobre las 19.00 horas con el encendido de decenas de velas y antorchas en la plaza del Rey, que se ha iluminado de manera especial con motivo de este acto solidario y reivindicativo.

Furukawa, hijo de un condenado a muerte en Jap�n, ha expresado su 'emoci�n' y 'sorpresa' al ver que los barceloneses salen a la calle a clamar contra la pena capital, mientras que su pa�s, que 'dice ser avanzado, a�n tiene pena de muerte y la gente lo tolera'.

El l�der budista ha recordado que 'la vida de una persona es m�s valiosa que el mundo' y ha asegurado que 'con la fuerza de todos la pena de muerte puede ser abolida en todo el mundo'.

Por su parte, el alcalde Jordi Hereu ha se�alado que Barcelona 'es una ciudad que est� por la vida' y se ha mostrado esperanzado en que actos como este 'aporten luz' a los cerca de 70 pa�ses que a�n tienen pena de muerte, una medida que considera de 'extrema violencia institucional'.

Roma, Bruselas, Londres, Florencia, Berl�n o Venecia son algunas de las m�s de 400 ciudades de los cinco continentes que se han adherido a esta iniciativa internacional para exigir que se paren todas las ejecuciones capitales, una pena 'cruel, inhumana y degradante, no menos abominable que la tortura'.