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Encuentro (Cile) |
01/01/2008 |
Comunidad de San Egidio |
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En el a�o 1968 no muy lejos de la ciudad del Vaticano, en el hist�rico barrio de Trastevere, un grupo de j�venes estudiantes romanos, marcados profundamente por el Concilio Vaticano II, unieron a las tantas interrogantes propias de esa generaci�n europea de cambios y movimiento, el c�mo ser protagonistas y cristianos en la sociedad en que viv�an. Le respuesta la encontraron en el encuentro cotidiano en tomo a la oraci�n y a la divulgaci�n de la palabra de Dios, dando vida as� a una peque�a comunidad en la cual no s�lo se reun�an -y se re�nen hasta hoy diariamente � en torno e la lectura del Evangelio, sino gLre tambi�n se preguntaban acerca de la presencia constante de los pobres en las escrituras y se sorprend�an de c�mo ellas resultaban tan actuales, sobre todo a la luz de los campamentos marginales romanos que,
Senima sondar�a A casi cuarenta arios de distancia esa peque�a servilla plantada por Andrea Riccardi y sus compa�eros en el coraz�n de la capital italiana ha germinado y echado profundas ra�ces transform�ndose en la Comunidad de San Egidio, Muchos y variados son sus frutos y, por eso, no es de extra�ar que el cardenal Carlo Mar�a Martini al referirse a ella dijera simplemente: "Aqu� rezan en serio, aqu� toman la Biblia en serio, aqu� tornan a los pobres en serio", "Nosotros -sostiene Paolo Ciani, Responsable Internacional de los j�venes de la Comunidad- no nos hemos transformado en expertos de los ni�os, de los ancianos, de la paz o del di�logo. Quisimos simplemente dejar una parte de nuestro tiempo, de nuestro coraz�n, de nuestra energ�a para aquello que no conoc�amos os, un poco preocupados por la p�gina evang�lica de Buen Samaritano, es decir, de aquel que ya hace todo bien pero delante de un pobre sigue adelante porque ya tiene mucho que hacer- Nosotros hemos querido dejar ese espacio abierto y es asi que, lentamente, de los ni�os hemos pasado a conocer a los ancianos, a los discapacitados, a los extranjeros, a los gitanos, a los enfermos de Sida, a los detenidos, los t�xico -dependientes, en fin, tantas realidades de pobreza y fragilidad de nuestra ciudad y del mundo y darles atenci�n. Para la Comunidad de San Egidio los d�biles, los m�s pobres no han sido jam�s una categor�a social de la cual ocuparnos. por la sencilla raz�n que siempre hemos visto en ellos a nuestros hermanos. Es decir el primer acercamiento con los pobres no es asistencial, sino que de encuentro con la personas que tiene un nombre, un rostro urja historia y frente a ellas simplemente nos hemos dejado interrogar�. Extendi�ndose por el mundo La amistad con los m�s desamparados ha llevado a San Egidio estar presente hoy en m�s de 70 pa�ses de 4 continentes y a tener m�s de 50.000 miembros. En este camino de amara los pobres se fue transformado con el tiempo en trabajar por la paz, por el di�logo y la reconciliaci�n. Los miembros de San Egidio han sido grandes mediadores en el �frica golpeada por fuertes conflictos b�licos, como fue el caso de Mozambique, del di�logo ecum�nico a trav�s del "esp�ritu de As�s", de la batalla contra la pena de muerte y tambi�n han sido grandes sostenedores de la moratoria mundial de todas las ejecuciones capitales aprobada por abundante mayor�a recientemente en la ONU. "Todas las acciones de la Comunidad de San Egidio -dice Ciani- no nacen de nuestro altruismo o de nuestro compromiso social, sino que el querer ayudar a [os m�s d�biles nace simplemente del hecho de ser cristiano y de la convicci�n que todos somos hermanos e hijos de Dios y nos interrogamos y sentirnos todav�a muy fuerte el esc�ndalo de la injusticia, por ejemplo hacia el continente africano, Hoy San Egidio est� fuertemente abocada a un proyecto de tratamiento del Sida en �frica, porque mir�bamos con esc�ndalo una enfermedad que en los pa�ses ricos es cr�nica, en �frica mataba poblaciones enteras, porque no se daban las medicinas. Hace 5 a�os iniciamos un programa con la excelencia de la medicina en occidente y estamos demostrando que a �frica no es necesario dar las migajas o aquello que nos sobra. Por el contrario, hay que siempre dar lo mejor, sin discriminar, porque todos somos iguales".
Olga De Los Santos
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