En ocasión del Día Mundial de los Migrantes, el 17 de enero, la Comunidad de Sant’Egidio ha promovido en Florencia un momento de encuentro y oración, en los locales de la iglesia de San Tommaso, en la via della Pergola, para fomentar el conocimiento y la convivencia pacífica entre ciudadanos italianos y ciudadanos extranjeros. Participaron en el encuentro unas doscientas personas entre italianas e inmigrantes. Todos suscribieron un llamamiento en el que declaran que “frente a los repetidos episodios de intolerancia, las agresiones en varias partes de Italia contra los inmigrantes y la dramática crisis de Rosarno, el migrante es una persona humana con derechos fundamentales inalienables que todo el mundo debe respetar siempre, incluso está en situación, no deseada, de clandestinidad y recuerdan que estos derechos están sancionados por leyes internacionales suscritas por nuestro país".
"Estamos convencidos –reza el documento– de que hay que redescubrir las razones para vivir juntos y derrotar así el clima de sufrimiento, miedo y agresividad que demasiado a menudo caracteriza la relación con los inmigrantes, así como realizar una reflexión más profunda sobre dignidad humana y la responsabilidad que cada uno de respetarla”. La presencia de los inmigrantes ha garantizado “respuestas fundamentales para el futuro común, especialmente sobre el empleo, la asistencia a domicilio, el desarrollo económico”. En la situación de clandestinidad (por otra parte, contrariamente a lo que se ha afirmado, ajena a la mayor parte de los extranjeros de Rosarno), los inmigrantes “están más expuestos a la criminalidad organizada y que la equivalencia entre clandestinidad y criminalidad, además de ser presagio de graves episodios de discriminación, es básicamente incorrecta e injusta".
Rechazando visiones de economía que generan esclavitud, dejando indefenso sobre todo a los más jóvenes, los firmantes del llamamiento manifestaron “solidaridad y proximidad con los inmigrantes de Rosarno y con todos los inmigrantes que sufren actos de discriminación” y apelaron “a la ciudadanía y a la clase política para que se sustrajera a la estéril contraposición entre las partes, cuestiones tan sensibles y decisivas para la misma supervivencia de muchos seres humanos”. “Consideramos que hay que estudiar soluciones compartidas y respetuosas con las personas, las leyes y los tratados internacionales. Pedimos que se faciliten los accesos regulares y los caminos de integración de los trabajadores extranjeros y de sus familias, favoreciendo las reagrupaciones familiares”. Por último, pensando en los menores y pensando en el reciente mensaje de Benedicto XVI para el Día Mundial del Migrante y del Refugiado, en el que subraya que muchos de ellos son abandonados y, de varias maneras, quedan a merced de explotación, los firmantes pidieron que se diera la ciudadanía en el momento de nacer a los niños nacidos en Italia de padres extranjeros con permiso de residencia que demuestren querer integrarse en la sociedad italiana, y que se garantice prioritariamente a los menores asistencia, proximidad y protección. |