Aachen 2003

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Luned� 8 Settembre 2003 - Technologiezentrum am Europaplatz
Quale futuro per l�America Latina?

  
  

Francisco Whitaker
Commissione Giustizia e Pace, Brasile
  

El Presidente de la Rep�blica de mi pa�s, Brasil, no ha podido venir a este encuentro, al cual hab�a sido invitado por sus organizadores, y me ha dado el honor de representarlo y ser portador de un mensaje a vosotros. Participo de este panel, entretanto, a t�tulo personal. Todo lo que yo diga ac� es de mi total responsabilidad.

Ya empieza a ser repetitivo decir que una de las m�s t�picas caracter�sticas del sub-desarrollo del Tercer Mundo es la desigualdad social. Como todos sabemos, no se trata de aquella desigualdad que ninguna sociedad humana ha alcanzado a superar, incluso por lo tanto en los pa�ses del Primer Mundo. En el Tercer Mundo lo que hay es una gran distancia entre las condiciones de vida de ricos y pobres. Parcela significativa de sus pueblos vive en la m�s absoluta miseria, al mismo tiempo que enormes riquezas se concentran en manos de pocos. M�s que desigualdad, esos pa�ses viven una terrible injusticia social.

Pero a esta realidad interna a los pa�ses del Tercer Mundo se agrega otra realidad igualmente negativa: la de la diferencia de riqueza entre esos pa�ses y los pa�ses del Primer Mundo. La riqueza acumulada de cada pa�s como un todo se refleja en su capacidad de hacer frente a las necesidades de sus pueblos. En el Tercer Mundo esta capacidad est� muy abajo de lo que seria necesario, y los d�ficits de todos los tipos se acumulan siempre m�s.

Por que esta situaci�n? En lo que concierne a Am�rica Latina, tratada en este panel, hay ra�ces hist�ricas entre las cuales la m�s determinante ha sido la l�gica excluyente del sistema econ�mico que aport� en el continente en fines del siglo XV, cuando el capitalismo empez� su globalizaci�n. Los bienes primarios que en �l eran producidos eran retransformados en dinero en los mercados de los pa�ses metropolitanos. Parte de ese dinero ah� se acumulaba, y parte permit�a que las elites dominantes de las colonias importaran de las metr�polis los bienes de consumo de que necesitaban. Contrariamente a lo que ocurri� en el llamado Primer Mundo, en nuestros pa�ses no se han creado mercados internos a ellos: no era necesario pagar mejor a los trabajadores, para que cumplieran tambi�n la funci�n de consumidores. Esta din�mica habiendo perdurado en Am�rica Latina durante siglos, se ha consolidado en ella una desigualdad cumulativa entre sus habitantes.

Por diferentes razones solamente la Am�rica del Norte ha escapado de ese esquema colonial cl�sico. Y al escapar, en ella se encuentra exactamente el pa�s hoy m�s rico del mundo, y lo m�s poderoso militarmente, que domina, adem�s, toda la Am�rica Latina.

Ahora bien, si quisi�ramos hablar de sue�os hacia el futuro para Am�rica Latina, como se nos propone en este panel, habr� que considerar que la desigualdad social en ella acumulada cierra las puertas de la esperanza para los que se encuentran en la base de la pir�mide social, al mismo tiempo que abre espacio para la corrupci�n, el crimen organizado, la droga, el narcotr�fico, que naturalmente alimentan hoy una violencia creciente en ese continente � la Colombia siendo ahora el pa�s que m�s sufre con ella.

Pero a�n considerando estas condiciones, podremos decir que Am�rica Latina se encuentra en situaci�n privilegiada dentro del Tercer Mundo: su poblaci�n es bien menos numerosa que la de los pa�ses asi�ticos en general, y sus estructuras econ�micas y pol�ticas son m�s consistentes que las de la mayor�a de los pa�ses de �frica.

Esta situaci�n privilegiada se verifica tambi�n en lo que concierne a su relaci�n con la dominaci�n norte-americana. Desde ya un buen n�mero de a�os el enfrentamiento a esa dominaci�n se mantiene, en Am�rica Latina � cuando alguno de nuestros pa�ses decide no se someter a ella - al nivel de la disputa entre gobiernos y dentro de organismos intergubernamentales, como el FMI, el Banco Mundial y la OMC. En otras partes del mundo � como en el Oriente Medio - el enfrentamiento a la dominaci�n directa o indirecta de los Estados Unidos ya ha adoptado el terrorismo como m�todo de acci�n pol�tica, realimentado por respuestas tambi�n violentas de esa potencia militar y de los pa�ses a �l asociados.

Ojal� nunca pasemos al desespero terrorista y lleguemos a bloquearlo donde se manifieste. En este sentido, ya cumplen un papel importante, para evitarlo, movimientos sociales que crean canales de lucha pol�tica institucional. Y experiencias heroicas como la de las �comunidades de paz� de Colombia apuntan para nuevos modos de enfrentar la violencia, asumidos por los propios ciudadanos. �Pero que condiciones tenemos para efectivamente so�ar, para Am�rica Latina, con un futuro libre de las pesadillas � para no decir tragedias � vividas en los d�as de hoy por tantos pa�ses asi�ticos y africanos?

* * *

Infelizmente por lo menos dos hechos � que se articulan entre ellos - apuntan para el riesgo de pesadillas. Primero, el hecho de que efectivamente estamos, en Am�rica Latina, por as� decir condenados a continuar a vivir integrados al sistema econ�mico que es exactamente aquel cuya l�gica nos ha llevado a la injusticia social que necesitamos superar. Segundo, la enorme desproporci�n entre el poder econ�mico � excluyamos de nuestros raciocinios el poder militar � de los Estados Unidos, baluarte de ese sistema en el mundo, y el poder econ�mico de los pa�ses latinoamericanos, que constituyen lo que nos acostumbramos a llamar de su �patinillo�. Frente a los Estados Unidos, Am�rica Latina se encuentra como David frente a Goliat.

O sea, no podemos so�ar con realismo - si esto fuera posible � sin considerar el rol que jugar� en nuestras b�squedas de superaci�n de la injusticia social la potencia econ�mica y militar norteamericana. Teniendo conciencia de que esta potencia apoyar� siempre, evidentemente, las fuerzas pol�ticas locales � los privilegiados locales - dispuestos a mantener Am�rica Latina dentro del sistema capitalista y dominada por los intereses norteamericanos, a los cuales son, de hecho, asociados.

En este cuadro, parece verdaderamente imposible cambiar el modelo en el cual se organiza la econom�a de nuestros pa�ses, de manera a que su funcionamiento visara atender prioritariamente, no a la acumulaci�n del capital en manos de pocos, sino que a las necesidades por lo menos elementares del pueblo actualmente olvidado en la distribuci�n de los ingresos. Ni hablemos de socialismo � aunque podamos pretender un socialismo democr�tico. Para el �hermano� del norte, como se dice en el lenguaje diplom�tico, esto es totalmente inaceptable � aunque estemos lejos de los tiempos de la �guerra fr�a�. Tal pretensi�n le suena como un autentico desaf�o. Cualquier intento en ese sentido es punido sin piedad por la potencia americana, sea directamente con el uso de su fuerza militar, sea por la acci�n de sus servicios llamados de �inteligencia�. Chile nos ofrece ejemplo relativamente reciente, adem�s tr�gico, de este tipo de intervenci�n, y hasta ahora solamente Cuba nos desmiente, aunque sepamos las dificultades que ese pa�s experimenta.

De todo modo, la debacle de Uni�n Sovi�tica ha dejado �rfanos los que ten�an el sue�o del socialismo, y la falta de democracia de las experiencias de socialismo real ha creado una justificada resistencia a ese sistema en gran parte de la sociedad. Hoy d�a pocos, entre los liderazgos pol�ticos, se atreven a proponerlo � como un sistema econ�mico y pol�tico completo y, evidentemente, democr�tico - incluso porque ya nadie se atreve tambi�n a decir como seria ese sistema, consideradas sus experiencias habidas y en curso.

�Si estamos entonces as� condenados, como intervenir en la l�gica impersonal perversa del capitalismo � ya despu�s de dos d�cadas perdidas para la elevaci�n de la riqueza nacional � para que todo el sistema econ�mico se volviera por lo menos para el aumento del mercado interno que nunca hemos tenido � con la necesaria elevaci�n de los niveles de empleo y de remuneraci�n del trabajo � dirigi�ndose la producci�n hacia la satisfacci�n de las necesidades de las grandes masas excluidas? �C�mo hacer para que el funcionamiento econ�mico de nuestros pa�ses no quedara sumisamente reh�n de los as� llamados humores de los mercados � especialmente lo de capitales en las Bolsas de Valores?

El m�s grande obst�culo a que lo alcanz�ramos se encuentra en otro tipo de condici�n negativa que se ha acumulado: la dependencia econ�mica de capitales extranjeros � y la deuda que resulta de esta dependencia, acoplada a la deuda interna junto a capitalistas nacionales. Nuestros pa�ses son actualmente prisioneros sin alternativas de reglas, mecanismos y compromisos internacionales cada vez m�s leoninos, dictados por los intereses norteamericanos.

Ahora mismo los Estados Unidos pretenden imponer un nuevo l�mite para alternativas de desarrollo � aunque dentro del sistema capitalista: buscan someter toda la Am�rica a un acuerdo de libre comercio � el ALCA � que diminuir�a fuertemente la soberan�a de los pa�ses y por el cual se atender�a, con productos b�sicamente norteamericanos y sus multinacionales, la capacidad de consumo �nicamente de las capas sociales con poder de compra. O sea, condenando los excluidos a permanecer indefinidamente como excluidos.

De hecho, el polvo de la dominaci�n tiene hoy mil cabezas y una sed insaciable de m�s y m�s acumulaci�n de capital, dentro de un proceso de globalizaci�n bajo el comando de las grandes multinacionales y de los intereses financieros.

Otra dificultad, de naturaleza m�s propiamente pol�tica, puede presentarse: gobiernos elegidos con propuestas de mudanzas � que alcancen a pasar por encima de las insuficiencias de nuestras democracias de apariencia � ser�n necesariamente abiertos a la presi�n de los que los habr�n elegido: las grandes mayor�as desatendidas durante siglos. Pero es pr�cticamente imposible atenderlas, en el corto plazo, sin cambios radicales en las pol�ticas p�blicas. Tales cambios radicales ir�n entretanto en contra de intereses y privilegios, consolidados tambi�n durante siglos, de las elites que se han formado a lo largo de esos siglos, surgiendo conflictos de diferentes tipos.

* * *

Am�rica Latina ha conocido, en las d�cadas de 60 y 70, un buen n�mero de dictaduras militares. En la que se impuso en 64 en Brasil, uno de sus ide�logos hacia una comparaci�n entre los movimientos que hace el coraz�n que se mantiene vivo y los movimientos que deben hacer los que detienen el poder para mantenerlo en sus manos: s�stoles y di�stoles. O sea, ellos deben tambi�n combinar permanentemente movimientos de abertura y de cierre. Abrir cuando la sociedad exige m�s democracia, cerrar si la presi�n social desborda los l�mites del orden, o si los conflictos por ella provocados comienzan a multiplicarse.

�El poder econ�mico manteniendo-se en manos de los de siempre, estar�amos nosotros en Am�rica Latina condenados no solamente al capitalismo como a los movimientos de abertura y cierre de los corazones, hasta eventuales infartes o explosiones?

* * *

Las perspectivas que aqu� presento son en verdad poco optimistas. Pero nuevos caminos, m�s llenos de sol, podr�an abrirse se cont�ramos con la solidaridad activa de ciudadanos de todo el mundo - especialmente aquellos del �gigante� norteamericano:

- en los pa�ses del Primer Mundo donde las multinacionales tienen sus sedes, para que las presionen � utilizando su poder de consumidores, en la medida en que las empresas dependen de quien compre sus productos � para que sus pol�ticas de expansi�n fueran respetuosas de los intereses y necesidades de los pa�ses donde har�n sus inversiones:

- en los pa�ses del Primer Mundo para que presionen sus gobiernos a anular las deudas de los pa�ses del Tercer Mundo y a no interferir en la soberan�a de esos pa�ses en la elecci�n de sus gobiernos y modelos de desarrollo, aun menos a intervenir militarmente en ellos;

- en los pa�ses del Tercer Mundo para que presionen los gobiernos de sus pa�ses a participar de las iniciativas que comienzan a ser tomadas para la uni�n de pa�ses del Sur en la creaci�n de nuevos polos de poder econ�mico y pol�tico.

Tengo el costumbre de decir, en Brasil, que los ciudadanos de mi pa�s son de cuatro tipos: los medio-ciudadanos, o ciudadanos por la mitad � que constituyen quiz�s la mayor parte de los brasile�os - que tienen todos sus derechos asegurados en la Constituci�n nacional, pero no tienen conciencia de que son portadores de esos derechos; los ciudadanos pasivos � tambi�n un n�mero significativo de brasile�os - que tienen asegurados sus derechos, tienen conciencia de tenerlos pero no luchan para que sean respetados; los ciudadanos activos, que se organizan para luchar por sus derechos; y los ciudadanos plenos, que luchan no solamente por sus derechos pero tambi�n por los derechos de los otros, por los derechos de todos.

Quiz�s el futuro con el cual nos gustar�a so�ar, en Am�rica Latina y en todo el mundo, sea aquello en que todos los seres humanos asuman de manera efectiva la condici�n de ciudadanos plenos.

 

 

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