Comunità di Sant'Egidio - Assisi 2006 - Per un mondo di Pace - Religioni e Culture in dialogo
  
   

Llamamiento de Paz


Hombres y mujeres de religiones diferentes, nos hemos reunido de nuevo en Asís, ciudad de Francisco, santo de la paz, en un momento difícil de nuestro mundo, lleno de tensiones, conflictos, amenazas terroristas. Hemos recordado la iniciativa audaz y profética de Juan Pablo II que, en 1986, en plena guerra fría, invitó a Asís a los líderes religiosos del mundo para rezar por la paz. Fue el inicio de un camino de diálogo, de oración y de paz, que ahora ha vuelto a Asís. Es un camino que ha liberado energías de paz y ha procurado que muchos esperen un futuro de paz.

Con mi adhesión deseo firmar el Manifiesto
por la Paz presentado en el Encuentro Internacional
Hombres y Religiones - Asís 04-05 septiembre 2006

 

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Con la firma del manifiesto se aprueba lo siguiente:
DECLARACIÓN DE CONSENTIMIENTO (respecto al art. 13 del D. Lgs. 196/2003 sobre la tutela de los datos personales) En relación a mis datos depositados a la Comunidad de Sant'Egidio, doy mi consentimiento para que sean conservados en un archivo apropiado mediante instrumentos manuales, informáticos y telemáticos y a no ser utilizados con otro fin.

Durante estos días, nos hemos ocupado de nuestras tradiciones religiosas que, de manera diferente, dan testimonio de un mensaje de paz con raíces antiguas. Hemos entrelazado nuestro diálogo con hombres y mujeres de cultura laica y humanista. Hemos vivido una escuela de diálogo.

Hoy nos hemos reunido en oración según las diferentes tradiciones religiosas, convencidos del valor de la invocación a Dios en la construcción de la paz. Hemos mostrado como la oración no divide, sino que une: hemos rezado los unos al lado de los otros, no rezaremos nunca los unos contra los otros. Hemos dirigido nuestra atención hacia muchas situaciones de conflicto y de dolor, que implican a miles de personas, muchas familias, muchos pueblos. Hemos compartido su sufrimiento. No queremos olvidarles ni resignarnos a su dolor.

Los problemas en el mundo de hoy son muchos. Pero por esto no nos resignamos a la cultura del conflicto, según la cual el conflicto sería la salida inevitable del futuro próximo de enteras comunidades religiosas, de culturas y civilizaciones.

Somos hombres y mujeres creyentes, no somos ingenuos. El siglo que ha pasado nos ha mostrado como guerras mundiales, la Shoah, genocidios de dimensiones inimaginables, opresión de masas, ideologías totalitarias, han robado millones de vidas humanas y no han renovado el mundo como prometían. Por esto decimos: ningún conflicto es un destino inevitable, ninguna guerra nunca es natural.

La paz es irrenunciable, también cuando parece difícil o desesperado conseguirla. Queremos ayudar a todo hombre i a toda mujer, a quien tiene responsabilidad de gobierno, a levantar los ojos más allá del pesimismo, y a descubrir como la esperanza es cercana si se sabe vivir el arte del diálogo. Las religiones acostumbran a los creyentes a buscar la realización de valores altos que parecen, a muchos, poco fácilmente practicables. No podemos renunciar a reducir el abismo entre los ricos y los pobres y a buscar la paz de cualquier manera. Esta es la esperanza que comunicamos y proponemos desde aquí, de la colina de Asís, pidiendo a los fieles de nuestras comunidades que recen y trabajen por la paz.

Creemos en el diálogo, paciente, verdadero, razonable: diálogo para la búsqueda de la paz, y también para evitar los abismos que dividen culturas y pueblos y que preparan graves conflictos. Todos nosotros, exponentes de religiones diferentes, hemos afirmado el valor del diálogo, del vivir en paz, mientras lo hemos practicado durante estos días en espíritu de amistad, como modelo y ejemplo para los fieles de nuestras comunidades. La guerra no es inevitable. Las religiones no justifican nunca el odio ni la violencia. Quien usa el nombre de Dios para destruir al otro se aleja de la religión pura.

Quien siembre terror, muerte, violencia, en nombre de Dios, que recuerde que la paz es el nombre de Dios. Dios es más fuerte de quien quiere la guerra, de quien cultiva el odio, de quien vive de violencia.
Por esto, nuestra esperanza es al de un mundo de paz. ¡No se pierde nada con el diálogo, todo es posible con la paz! Nunca más, pues, la guerra. ¡Que Dios conceda al mundo el don maravilloso de la paz!

Asís, 5 de septiembre de 2006