La oraci�n de San Egidio

"Se�or, ens��anos a orar"

La oraci�n es el coraz�n de la vida de la Comunidad de Sant'Egidio y su primera obra. Al finalizar el d�a, cada Comunidad de Sant'Egidio, por peque�a o grande que sea, se re�ne en torno al Se�or para escuchar su Palabra. De la escucha de la Palabra de Dios y de la oraci�n, en efecto, brota la vida de la Comunidad. Los disc�pulos no pueden dejar de estar a los pies de Jes�s, como hizo Mar�a de Betania, para recibir su amor y aprender de �l sus mismos sentimientos (Flp 2,5). 

Por ese motivo la Comunidad, volviendo a los pies del Se�or, hace suya cada tarde la demanda del disc�pulo an�nimo: "�Se�or, ens��anos a orar!" Y Jes�s, maestro de oraci�n, contin�a respondiendo: "Vosotros, pues, orad as�: Abba, Padre." No es una simple exhortaci�n. Es mucho de m�s. Con estas palabras Jes�s hace que los disc�pulos participen en su misma relaci�n con el Padre. En la oraci�n incluso antes que las palabras cuenta el ser hijos del Padre que est� en los cielos. Y as� pues orar es ante todo un modo de ser: o sea hijos que se dirigen con confianza al Padre, sabiendo que les escuchar�. 

Jes�s ense�a a llamar a Dios: "Padre nuestro", y no sencillamente "Padre" o "Padre m�o." El disc�pulo incluso cuando reza personalmente, no est� nunca aislado o hu�rfano; siempre es miembro de la familia del Se�or. En la oraci�n comunitaria aparece con claridad adem�s del misterio de la filiaci�n el de la fraternidad. Los antiguos Padres dec�an: "No se puede tener a Dios por Padre si no se tiene a la Iglesia como madre." En la oraci�n comunitaria el Esp�ritu Santo re�ne a los disc�pulos en la "sala del piso superior", junto a Mar�a, madre del Se�or, para que dirijan su mirada hacia el rostro del Se�or y aprendan de �l su coraz�n. 

Las Comunidades de Sant'Egidio, diseminadas en el mundo, se re�nen en los diversos lugares de oraci�n y presentan al Se�or las esperanzas y los dolores de las "multitudes cansadas y abatidas" (Mt 9,36) de las que habla el Evangelio. En aquellas multitudes antiguas est�n presentes las multitudes abatidas de las ciudades contempor�neas, los millones de pr�fugos que contin�an abandonando sus tierras, los pobres dejados al margen de la vida y todos aquellos que esperan que alguien cuide de ellos. La oraci�n comunitaria recoge el grito, la invocaci�n, la aspiraci�n, el deseo de paz, de curaci�n y de salvaci�n que tienen los hombres y las mujeres de este mundo. La oraci�n nunca es vac�a. Asciende incesantemente al Se�or para que la angustia se transforme en esperanza, el llanto en alegr�a, la desesperaci�n en gozo, la soledad en comuni�n. Y para que el reino de Dios venga pronto entre los hombres.

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Iglesia de San Egidio - Roma

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Oración del tiempo de Pascua
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