A principios de julio un grupo de la Comunidad de Sant'Egidio de Génova fue a Kiev, a Ucrania. Fue una ocasión de encuentro con una tierra hermosa y compleja, donde todavía se ven las heridas de los enfrentamientos recientes y de la guerra, y donde Sant'Egidio representa un punto de referencia para muchos pobres y para mucha gente que busca la paz.
Cada mes la Comunidad reúne en la oración a cristianos de varias iglesias cristianas y a muchos fieles para rezar por la paz en Ucrania y en muchos lugares del mundo. El 2 de julio, en la iglesia latina de San Alejandro, la oración por la paz reunió a algunos cientos de personas: jóvenes y ancianos, niños de las casas familia, pobres sin techo y los amigos de Génova. Participaron el padre Gueorgui Kovalenko y el padre Filaret Egorov de la iglesia ortodoxa ucraniana, el párroco de la catedral católica, el padre Vitaly Bezschkury y el obispo auxiliar de Roma Matteo Zuppi, que presidió la oración.
Monseñor Zuppi, comentando el Evangelio, dijo: "La aspiración más profunda, más humana es la paz. Sin la paz no se puede vivir, la guerra destruye el futuro. Sin la paz el hombre es como Caín, pierde la humanidad, se destruye a sí mismo. Es fácil caer en manos del mal, el mal hace que la paz sea ingenua y el diálogo imposible. El hombre, sin la paz, es como un lobo para los demás hombres e incluso para sí mismo. Estando aquí reunidos no tenemos más que esta convicción: el mundo necesita la paz y la paz necesita nuestro esfuerzo personal. Ese es el sentido de esta oración que convoca cada mes la comunidad. Los cristianos deben estar unidos frente al escándalo del hermano que mata al hermano, porque la guerra es fratricida. Quien da el primer paso por la paz es un auténtico hombre y un hombre grande. La paz requiere prisa porque el sufrimiento siempre es insoportable. En este país tan querido por la Comunidad de Sant'Egidio el trabajo por la paz empieza con el trabajo por los pobres, que son los primeros que pagan el precio de la guerra, y continúa en el diálogo y en la oración. Todo es posible para quien cree y la fe hace que busquemos cosas grandes como la paz. Ese es nuestro compromiso en la oración. Hijos del único Padre que es Dios de la paz, dejemos a un lado lo que nos divide y busquemos siempre todo cuanto nos une".
Al finalizar la oración, en su saludo, el padre Gueorgui Koval dio las gracias a la Comunidad por la actividad que lleva a cabo con los pobres y por las ocasiones de diálogo, de oración y de encuentro que convoca en Ucrania y en todo el mundo: "la guerra divide, los amigos se convierten en enemigos. Es nuestra responsabilidad no convertirnos en enemigos de aquellos que ya no son nuestros amigos, ese es el primer paso el amor por los enemigos del que nos habla Jesús. De ese modo se entabla el diálogo que tanto necesita esta tierra. Los cristianos deben ser un ejemplo para el mundo: hacerse amigos y dialogar con todos".
Cabe destacar también durante la peregrinación el encuentro con el arzobispo mayor de la iglesia grecocatólica ucraniana Sviatoslav Sevchuk, que recibió en audiencia a la representación de Sant'Egidio. Sus palabras recordaron el valor de la presencia, la oración, el amor por los pobres y el testimonio de la Comunidad de Sant'Egidio en Ucrania en un tiempo difícil y de la amistad que lo une con la Comunidad. El arzobispo dio las gracias también por la acogida y la amistad que muchos ucranianos han encontrado en las Escuelas de italiano de Génova y de otras ciudades italianas.
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