“¿La Europa de hoy ha olvidado a Juan Pablo II? En parte sí, o lo recuerda a trozos, como demuestra por ejemplo el hecho de cerrar las puertas a los inmigrantes”, dijo Andrea Riccardi al recoger el premio de “Hombre de la Reconciliación” en el palacio del arzobispado de Varsovia el pasado 28 de mayo.
Asistieron a la entrega de la distinción, otorgada por el Consejo polaco de cristianos y judíos a personalidades que han destacado en el ámbito del diálogo y de las relaciones entre judíos y cristianos, el cardenal Kazimierz Nycz y la alcaldesa de Varsovia Hanna Gronkiewicz-Waltz.
El profesor Stanisław Krajewski, copresidente del Consejo polaco de cristianos y judíos, presentó a Andrea Riccardi como a un “hombre de visiones amplias, cuya obra –la Comunidad de Sant’Egidio– continúa creciendo y da frutos en todo el mundo.Este reconocimiento manifiesta nuestra gratitud por su persona y por toda la Comunidad de Sant’Egidio, que llevan a cabo grandes obras, no para autopromocionarse sino para hacer aquello que los judíos llamamos “el trabajo de la santidad”. “Hoy día cada vez más gente se da cuenta de que hay un déficit de esperanza. Andrea Riccardi es un gran proveedor de esta mercancía. Por eso le estamos agradecidos”, concluyó Krajewski.
En su conferencia titulada “La herencia de Juan Pablo II para una Europa sin muros”, Andrea Riccardi recordó la oración por la paz que se celebró en Varsovia el 1 de enero de 1989 cuando se cumplían 50 años del estallido de la Segunda Guerra Mundial, en un “clima trepidante por la situación política que parecía ir hacia una transición”. “Aquel sistema, que pivotaba alrededor de la división de Europa, simbolizado por el Muro – dijo Andrea Riccardi–, parecía estar todavía destinado a durar mucho tiempo, al menos en la opinión de muchos de aquella época”. La caída del muro llegó antes de lo que muchos esperaban y Karol Wojtyła tuvo un papel fundamental.
“A partir de su fe cristiana, Juan Pablo II fue un liberador, alguien que abrió rendijas, que abatió muros”, observó Andrea Riccardi. No solo entre la Europa del este y occidente, sino también entre judíos y cristianos y entre norte y sur. “Para Juan Pablo II los inmigrantes no son solo un acontecimiento sociológico: en ellos encontramos al mismo Cristo”, recordó el fundador de Sant’Egidio, que concluyó diciendo: “La herencia de Juan Pablo II es la herencia de una fe fuerte, que no necesitaba protegerse con muros, para evitar el contacto con los demás que tenían otra fe u otra historia. No podemos ser pesimistas. Tenemos que vivir la esperanza que Juan Pablo II impulsó incluso en momentos muy duros. La historia puede cambiar. Lo hemos visto y estoy seguro que lo volveremos a ver”.
Durante su estancia en Varsovia, Andrea Riccardi se reunió con las Comunidades de Sant’Egidio de Polonia, recordando las palabras de Juan Pablo II tras la oración por la paz del 89: “Primero el encuentro en el espíritu de Asís Varsovia, luego Sant’Egidio en Polonia”. En una asamblea festiva, en la que muchos quisieron manifestar el agradecimiento por el don de la Comunidad, la amistad con los pobres, el descubrimiento del Evangelio y de una Iglesia viva, Andrea Riccardi alentó a todos a construir puentes y a soñar "una Comunidad de pueblo, con la puerta abierta, en la calle, solidaria y amiga de la gente". Por la tarde todos se reunieron para celebrar la liturgia en la Iglesia de Todos los Santos, donde la Comunidad de Varsovia hace la oración y prepara la cena para las personas de la calle.
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