La Comunidad de Sant'Egidio ha recibido con dolor la muerte de Eluana y considera que constituye una grave herida a la conciencia y a la cultura de la vida del país.
Una muerte precedida por demasiado clamor y por una usencia total de pudor sobre el dolor personal y familiar. El clamor no ayuda nunca a elegir lo mejor cuando la frontera entre la vida y la muerte se ve envuelta por el misterio y por muchas cosas que no conocemos.
La Comunidad de Sant'Egidio había levantado su voz desde hacía tiempo para que Eluana no fuera condenada a morir por una sentencia ante la que no podía oponer su voluntad, ni defenderse.
Conscientes y respetuosos ante el inmenso y largo dolor de los familiares de Eluana, de sus sentimientos y de su angustiosa búsqueda, reafirmamos nuestro SÍ a la vida, incluso cuando parece que quede poca vida y pueda parecer no digna de ser vivida.
La vida es un don. Como tal , debe ser aceptada, vivida, llenada de sentido, rodeada de respeto y amistad, considerada inviolable y jamás sin valor.
Sin embargo sabemos que cuesta mucho estar cerca en situaciones dolorosas como la de Eluana, que parecen no tener esperanza. Creemos que la respuesta no debe y no puede ser la muerte, la derrota, la resignación.
Ante esta dramática historia, y ante muchas otras historias que marcan el día a día de nuestro país, hace falta diálogo, ayuda, apoyo y solidaridad en un trabajo que debe involucrar, además de los familiares, a los ciudadanos, a los servicios sociales, a las instituciones, y a la sociedad en su conjunto.
La muerte nunca puede ser una conquista de civilización. |