La vigilia de la reunión del Consejo europeo de Bruselas la Comunidad de Sant'Egidio declara su reconocimiento por la intención del Gobierno italiano de someter a la atención de los socios de la Unión el respeto de los compromisos asumidos al día siguiente de la tragedia de Lampedusa en lo referente a la solidaridad con los emigrantes y a la corresponsabilidad de acoger y de repartir las cargas. "El fenómeno migratorio –ha declarado el presidente de la Comunidad Marco Impagliazzo– ha asumido dimensiones históricas, y ya no se puede valorar con ideas del pasado. Actualmente, la conmoción por las dimensiones del drama humanitario y el duelo por las víctimas han ido seguidos de preocupantes reparos sobre las responsabilidades nacionales y comunitarias al respecto, lo que hace que sea más valioso y compartible el llamamiento del presidente del Gobierno italiano a la neceisdad de que Europa modifique sus reglas sobre inmigración".
Tras haber recordado que el tema fue el centro de la entrevista que mantuvieron el lunes pasado, junto al fundador de la Comunidad de Sant'Egidio, Andrea Riccardi, con el presidente del Consejo europeo, Herman Van Rompuy, Marco Impagliazzo destaca que "la identidad irrenunciable de Europa se asienta en el respeto y la defensa de los derechos humanos", lo que impone a todos los Estados miembros de la Unión "asumir toda posible iniciativa para salvaguardar las vidas de los emigrantes y para construir un sistema generoso y justo de acogida de los refugiados y de los solicitantes de asilo". "Los Tratados sancionan el principio de solidaridad y de correcta repartición de las responsabilidades entre los Estados miembros en materia de inmigración y asilo", continúa la declaración, que solicita que se adopten una serie de medidas que van desde el refuerzo de la cooperación con los Estados de proveniencia de los inmigrantes, hasta la apertura de un canal humanitario europeo que libere a los refugiados de las garras de los traficantes, o la apertura de una Oficina europea de inmigración en territorio norteafricano, la adopción de procedimientos comunes para la primera acogida, la creación en Lampedusa y en Sicilia de centros de primera acogida europeos en los que, contrariamente a las normas de Dublín, se permita a los solicitantes de asilo que tengan derecho a ellos la reinserción hacia todos los países de la UE, con preferencia de aquellos en los que ya tengan vínculos familiares.
"Italia –concluyó Marco Impagliazzo– tiene que ser la punta de lanza operativa de un proyecto piloto europeo para crear un centro de acogida para los flujos de emergencia; y en dicho proyecto deben colaborar todos los Estados miembros de la Unión".
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