El papa Benedicto XVI recibió este sábado a más de 2.000 gitanos que llegaron a Roma en ocasión del 150° aniversario del nacimiento y 75° aniversario del martirio del beato gitano de origen español Ceferino Giménez Maya.
“Del tumentsa o si!” [El Señor esté con ustedes!] con estas palabras en lengua romaní, Benedicto XVI saludó a los dos mil gitanos que, de toda Europa,peregrinaron a Roma, a la tumba de Pedro, “para manifestar su fe y su amor a Cristo, a la Iglesia y al Papa”, dijo el Santo Padre.
En su discurso en italiano y en lengua romaní, Benedicto XVI recordó las palabras que Pablo VI les dirigió a los gitanos en 1965: "Ustedes no están al margen de la Iglesia, en cierto aspecto, están en el centro. Son el corazón mismo de la Iglesia”.
El Pontífice expresó que el pueblo gitano enriqueció a la comunidad eclesial con creyentes laicos, sacerdotes, diáconos y religiosos de esta etnia; y dio a la Iglesia el beato Zeferino Giménez Maya, del que celebramos el 150 aniversario de su nacimiento y el 75º aniversario de su martirio.
“La amistad con el Señor hizo de este mártir un testigo auténtico de la fe y de la caridad. Con la intensidad con la que quería a Dios y descubría su presencia en cada persona y en cada ocasión, el beato Zeferino amaba a la Iglesia y a sus pastores. Su profunda fe religiosa encontraba expresión en la participación diaria en la Santa Misa y el rezo del Rosario”.
“Hoy este mártir del Rosario, que llevaba siempre en el bolsillo, que fue causa de su arresto y que no dejó que se lo quitaran ni en el momento de morir, los invita a seguir su ejemplo y les muestra el camino: la oración y en particular el rosario, el amor por la Eucaristía y los sacramentos, la observancia de los mandamientos, la honestidad, la caridad y la generosidad hacia los demás, especialmente hacia los pobres. Esto los hará fuertes para hacer frente al riesgo de las sectas y otros grupos que quieran poner en peligro la comunión de ustedes con la Iglesia”, les dijo el Papa.
“La historia de ustedes es compleja y, en algunos períodos, dolorosa. Son un pueblo que, en los siglos pasados, no vivió ideologías nacionalistas, no aspiró a poseer una tierra o a dominar otras gentes. Se quedaron sin patria e idealmente consideraron todo el continente como su hogar. Sin embargo, persisten graves y preocupantes problemas, como las relaciones, a menudo difíciles, con las sociedades en las que ustedes viven".
El Papa repasó la historia "desafortunada, a lo largo de los siglos" del pueblo gitano: el sabor amargo del rechazo, la persecución, los miles de hombres, mujeres y niños brutalmente asesinados en los campos de exterminio durante la Segunda Guerra Mundial, revivida por una sobreviviente gitana que narró su experiencia ante Benedicto XVI en Auschwitz.
El Santo Padre recordó luego que "durante mi visita al campo de concentración de Auschwitz-Birkenau, el 28 de mayo de 2006, recé por las víctimas de la persecución y me incliné frente a las lápidas en lengua romaní, que recuerdan a sus caídos. ¡La conciencia europea no puede olvidar tanto dolor! ¡Nunca más su pueblo sea objeto de hostigamiento, de rechazo y de desprecio! Por su parte, ¡busquen siempre la justicia, la legalidad, la reconciliación y traten de no ser nunca causa de sufrimiento de los demás!"
Tras resaltar que, gracias a Dios, ahora existen nuevas oportunidades para los gitanos, el Papa exhortó a "escribir juntos una nueva página de historia para su pueblo y para Europa. La vivienda, el trabajo digno y la educación para los hijos son la base sobre las que construir aquella integración que los beneficiará a ustedes y a toda la sociedad. Den también su activa y sincera colaboración, para que sus familias se inserten dignamente en el tejido civil europeo".
"Sus hijos tienen derecho a una vida mejor. Custodien, por tanto, la dignidad y el valor de sus familias, para que sean verdaderas escuelas de humanidad".
Finalmente el Papa los invitó a participar activamente en la misión evangelizadora de la Iglesia, promoviendo la actividad pastoral en sus comunidades. Y en lengua romaní se despidió de ellos.
"Muchas gracias a todos ustedes, que vinieron a la Sede de Pedro para mostrar su fe y amor por la Iglesia y por el Papa. Que el beato Ceferino sea para todos ustedes un ejemplo de una vida vivida por Cristo y la Iglesia, guardando los mandamientos y amando al prójimo. El Papa está cerca de cada uno de ustedes y los recuerda en sus oraciones".
La audiencia con el Santo Padre se inscribe en la peregrinación que organizó el Pontificio Consejo para los Migrantes e Itinerantes, en colaboración con la Fundación “Migrantes” de la Conferencia Episcopal Italiana, la diócesis de Roma y la Comunidad de San Egidio.
También en el pasado la comunidad gitana fue recibida por los Pontífices. Pablo VI se encontró con ellos en Pomezia en 1965 y Juan Pablo II, durante el Gran Jubileo del 2000, pidió perdón al Señor por los pecados cometidos contra los gitanos por los hijos de la Iglesia.
Gracias al interés y la movilización de organizaciones nacionales e internacionales, numerosos países están introduciendo nuevas iniciativas destinadas a los gitanos y dirigidas a favorecer su integración, que incluye obligatoriamente el respeto de derechos humanos fundamentales como la educación, el trabajo, la vivienda digna y la atención médica.
Se estima que el pueblo gitano, compuesto por distintas etnias (las más conocidas son: Rom, Sinti, Manousche, Kalé, Yéniches, Romanichals, Xoraxané, Kanjarija, Rudari y Ari) son unos 36 millones de personas esparcidas por todo el mundo. El mayor número de ellos, más de 18 millones viven en la India, considerada su tierra de origen, mientras que de 12 a 15 millones se encuentran en Europa, principalmente en el Este. Rumania y Hungría son los países europeos con la mayor concentración de población gitana, mientras que en Bulgaria y España su número se aproxima a los 80 mil. Estados Unidos alberga a casi un millón y Brasil 900 mil.
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