Comunità di Sant

Las Fronteras del Di�logo:
religiones y civilizaciones en el nuevo siglo

Encuentro Internacional Hombres y Religiones - Barcelona 2 - 3- 4 de septiembre de 2001


 Domingo 2 de septiembre 2001
Gran Teatre del Liceu, La Rambla
Ceremonia de Inauguraci�n

Abuna Paulos
Patriarca de la Iglesia Ortodoxa de Etiop�a

   


Se�or Presidente, eminencias, excelencias, ilustres delegados, honorables ciudadanos de Barcelona,

Antes que nada, quisiera agradecer profundamente al profesor Alberto Quatrucci por habernos invitado a este encuentro internacional por la paz. Estoy contento de traeros los saludos de la antigua e hist�rica Iglesia Ortodoxa Etiope �Tewahedo� y de parte de los 65 millones de habitantes de Etiop�a. Estamos de realmente muy contentos de estar en Barcelona para discutir el problema de la paz. En la tarde de este santo domingo mi modesta contribuci�n ser� sobre el tema: �el di�logo construye la civilizaci�n de la coexistencia�.

El di�logo es el fundamento de la comprensi�n humana. El di�logo establece el contacto y la comprensi�n con otro ser humano. Se puede decir que todos los objetivos de la civilizaci�n, las brillantes producciones del genio humano, son en un modo o en otro el resultado del di�logo en su m�s basta dimensi�n.

El di�logo, en efecto, es de origen divino, emana de la infinita sabidur�a de Dios. Dios ha hablado a Mois�s en el monte Sina� y en todo el arco de su vida hasta su muerte. Es esta la manifestaci�n evidente de que el di�logo es de naturaleza divina. En el episodio del camino de Damasco, o mientras el �ngel Gabriel hablaba a la Sant�sima Virgen Mar�a, y anteriormente a Zacar�as, notamos c�mo se realiza el coloquio o el di�logo divino al m�s alto nivel. Por este motivo nuestra oraci�n cotidiana es un coloquio con Dios en el que lo alabamos, suplicamos su perd�n y pedimos su bendici�n en cada momento. Todo esto muestra que el di�logo es sin duda de origen divino y tiene continuamente necesidad de ser cultivado. Por lo tanto, si Dios omnipotente habla con nosotros criaturas suyas, cuanto m�s es justo y �til para los hombres hablar entre ellos y comprometerse en el di�logo para el bien de la humanidad.

Todo el tejido de la coexistencia est� basado en el di�logo. Los partidos en conflicto y todos los grupos que se confrontan tienen que entender que el di�logo lleva a la reducci�n de la tensi�n y construye familiaridad, confianza, amistad y paz duradera, mientras que los conflictos desembocan en una in�til p�rdida de vidas humanas y en la destrucci�n de los bienes. Desafortunadamente seres racionales se comportan irracionalmente destruy�ndose los unos a los otros. Las reglas del comportamiento civil y del actual internacional requieren que los conflictos se resuelvan a trav�s del di�logo y la paz.

La paz en cuanto valor �ltimo en la vida humana, se debe buscar mediante el di�logo. Nuestro Se�or y Salvador Jesucristo afirm� que buscar la paz es una acci�n bendita, cuando dijo: �Bienaventurados los constructores de paz porque ser�n llamados hijos de Dios� (Mat. 5, 9)

Se�or Presidente, ilustres delegados:

Siendo plenamente conscientes de que nosotros, en cuanto jefes religiosos y hombres de estado, tenemos la suprema responsabilidad de perseguir la paz, debemos solicitar a las naciones, los gobiernos, las organizaciones y los grupos armados que purifiquen sus mentes de la violencia y vuelvan a la mesa de negociaciones. No se puede lograr la paz desde un campo de batalla. La arena del combate produce solamente l�grimas en las madres, ni�os que lloran, mutilados y montones de cad�veres. El di�logo es el �nico camino fiable para lograr la paz.

En particular, es un deber que las principales religiones del mundo, las religiones monote�stas abrah�micas, se comprometan en el di�logo para la b�squeda de la paz. El mundo est� lacerado por los conflictos. Todos somos conscientes y estamos profundamente doloridos por los violentos conflictos en Oriente Medio, en diversas partes de Asia, de �frica y de Europa, que por lo tanto afectan a todo el mundo. La situaci�n es tan alarmante que se pide desesperadamente la voz pac�fica de las religiones. Estamos enviados por el mismo Dios, que es el Dios de la paz, a predicar la paz de Dios e inculcar en los corazones y en las mentes de las personas el amor por la paz. La cristiandad, instituida por Jesucristo, el Pr�ncipe de la paz, sostiene la paz para su principal vocaci�n.

Yo creo que junto a la b�squeda de la paz, la religi�n tiene que luchar por una renovaci�n espiritual en la comunidad mundial. Hoy estamos prisioneros en un mundo materialista donde los progresos tecnol�gicos y el intenso deseo de comodidad material han creado un vac�o espiritual, como si existiera una laguna social en la que la avaricia, el odio y una �vida sed de riqueza, est�n creando una sociedad materialista. Tenemos que perseverar para reavivar y renovar los ideales de la moralidad cristiana: la virtud eterna del amor, del inter�s, de la confianza, del compartir y de la simpat�a.

Para concluir, el di�logo tiene que ser cada vez m�s la norma, sobre todo en las relaciones humanas y en general en las relaciones internacionales. La civilizaci�n de la coexistencia se construye sin duda a trav�s del di�logo. Si la humanidad no busca y no cree seriamente en el di�logo, nuestra civilizaci�n se desmoronar� como la torre de Babel a causa de la falta de una plena compresi�n.

Quiera Dios bendecir nuestro mundo.