La cena itinerante
Las
necesidades de quien vive en la calle son muchas, y la primera de
todas es protegerse del fr�o y del hambre. Socorrer a quien no
puede resguardarse por la noche puede evitar que muera en la
miseria.
Por este motivo, desde principios de los a�os ochenta, grupos de personas de la Comunidad acuden por la noche a las estaciones de trenes o en los sitios donde las personas sin techo encuentran refugio por la noche, para llevarles comida y bebidas calientes, mantas o cualquier otro tipo de confort, para protegerse del fr�o.
En el periodo invernal esta presencia capilar en las calles se intensifica con el objetivo de llegar especialmente a las personas m�s aisladas y menos capaces de defenderse de los rigores de la temperatura.
Cuando las estructuras de acogida est�n llenas, es �sta la �nica manera de proteger la vida de quien no tiene techo.
Esta presencia tiene adem�s el valor de la visita: es ir al encuentro de quien tiene dificultades, colmando el fuerte aislamiento en el que vive.
En Roma, por ejemplo, encontramos habitualmente a unas 1000 personas en las estaciones ferroviarias y en otros puntos de la ciudad; en G�nova a unas 100 y en N�poles 120. Tambi�n en Florencia, en Pisa y en Bari y en otras ciudades de Europa occidental encontramos a muchas personas sin techo en las estaciones de trenes. Tambi�n en algunas ciudades del Este europeo, como por ejemplo Mosc� y Kiev, donde el n�mero de las personas sin techo est� aumentando, encontramos y ayudamos en la calle a numerosos pobres, a menudo ancianos.
En �frica los miembros de la Comunidad ayudan continuadamente a personas que viven en la calle: ni�os, leprosos, mendigos. En Am�rica Latina la ayuda va dirigida no s�lo a los ni�os de la calle sino tambi�n a grupos de familias, a menudo madres con ni�os, que est�n obligados a vagar porque no tienen casa.
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