Guinea, Liberia, Sierra Leone. En los países afectados por la epidemia de ébola son tiempos difíciles: escuelas y universidades están cerradas e incluso las celebraciones de la Navidad han sufrido restricciones.
Pero hay que decir que la enfermedad se puede combatir, que la vida continúa, que el abandono no es la última palabra.
Por eso, el día de Navidad, con todas las precauciones necesarias para evitar cualquier forma de difusión del contagio, Sant'Egidio no renunció a hacer fiesta con los niños, los ancianos y los mendigos.
En Conakri, a la entrada de todas las sedes de la Comunidad, y en los centros DREAM –que están trabajando para la prevención del contagio y han albergado alguna de las comidas– todos eran invitados a lavarse las manos dos veces: primero con agua clorada y luego con jabón. Las mesas estaban al aire libre. La comida se servía en porciones individuales que abría cada comensal.
El reparto a los mendigos de los mercados, a los que viven en la denominada "Ciudad de la solidaridad", y en la cárcel de Conakri se hizo del mismo modo. Son lugares donde las precarias condiciones higiénicas aumentan las ocasiones de contagio. Por eso en Navidad se aprovechó la ocasión para controlar la temperatura de todos los invitados a la comida. Y este año, entre los regalos no faltaban pastillas de jabón y ropa nueva. Una fiesta que llegó a más de dos mil personas.
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En Freetown, en Sierra Leone, la fiesta de Navidad estuvo dedicada a los niños que han quedado huérfanos por la epidemia.
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