Barcelona - Promover la paz y el desarrollo con ayuda de las religiones del mundo es el principal objetivo de la Comunidad de San Egidio, y lo comparte con creces la gran duquesa María Teresa de Luxemburgo, que esta semana ha presidido en Barcelona el encuentro interreligioso por la paz convocado por este movimiento católico. "Gracias a la Comunidad de San Egidio, pude entrar en una prisión de Burundi y ver a menores con sus madres encarceladas, y hemos conseguido sacar de allí a muchos de ellos", explicó la gran duquesa en la inauguración del encuentro, celebrada el pasado domingo en el Palau de la Música Catalana.

La gran duquesa de Luxemburgo - soberana consorte junto al gran duque Enrique de este pequeño país de 2.586 kilómetros cuadrados-"se mostró muy contenta por el encuentro, por la ciudad y por la hospitalidad", dice Cesare Zucconi, responsable de las comunidades de San Egidio en Europa. También su marido, el gran duque Enrique, tiene vinculación con este movimiento fundado en Italia; presidió el encuentro interreligioso del año pasado en Cracovia (Polonia), y participó en el que se hizo el año anterior en la isla de Chipre.

"Los aspectos de nuestro trabajo que más interesan a la gran duquesa son el diálogo interreligioso e intercultural, y la ayuda a África",explica Zucconi. De hecho, el viaje que María Teresa realizó con la Comunidad de San Egidio en junio del año pasado a Burundi incluyó también una etapa en Kenia. Allí la gran duquesa visitó un centro de atención a enfermos de sida que San Egidio tiene en Nairobi. María Teresa conoció la labor de este movimiento católico de laicos en el 2003, al acudir como oyente al encuentro interreligioso de ese año, celebrado en Aquisgrán (Alemania).

En el de Barcelona - que se desarrolló entre los pasados días 3 y 5-,la gran duquesa presidió la inauguración en el Palau, y moderó un coloquio sobre el futuro de Europa en el que participó Jordi Pujol, ex presidente de la Generalitat. "Usted quizá no lo recuerde, pero en una ocasión yo la recibí en el Palau de la Generalitat antes de ser gran duquesa", le dijo Pujol mientras tomaban asiento.

"Mi familia es de Cuba y me apellido Mestre Batista-Falla", le recordó ella. Nacida en 1956 en La Habana, María Teresa Mestre y su acomodada familia se marcharon de Cuba debido a la revolución iniciada en 1959 por Fidel Castro. Vivieron primero en Nueva York, luego en Santander, y finalmente se instalaron en Ginebra. En 1980 se licenció en Ciencias Políticas por la Universidad de Ginebra, en la que conoció al también estudiante Enrique, príncipe heredero de Luxemburgo, de la dinastía de Nassau.

Se casaron en 1981, y cuando en el 2000 abdicó el gran duque Juan, Enrique y María Teresa se convirtieron en soberanos de un país fuertemente europeísta y de mayoría católica, poblado por poco más de 450.000 habitantes. Tienen cinco hijos: los príncipes Guillermo, de 28 años; Félix, de 26; Luis, de 24; Alejandra, de 19, y Sebastián, de 18. Tienen también dos nietos, Gabriel y Noé, de 4 y 3 años, hijos del príncipe Luis, que se casó con la luxemburguesa Tessy Antony en el 2006, pocos meses después del nacimiento de Gabriel. En su momento, esas circunstancias causaron disgusto y preocupación a los grandes duques de Luxemburgo.

Durante el encuentro de San Egidio en Barcelona, se vio a la gran duquesa María Teresa risueña en los apartes, y muy compuesta pero espontánea en los momentos públicos. Así, en la inauguración en el Palau, los asistentes se echaron a reír cuando ella bromeó en español diciendo: "Espero no haber destrozado la pronunciación de sus nombres", tras citar al presidente de Chipre, Dimitris Christofias, y al arzobispo ortodoxo Crisóstomo. En los almuerzos, que se celebraban en el claustro de la iglesia de Santa Anna y en una carpa anexa, pudo verse a la gran duquesa circular entre las mesas y saludar.

Además de esta colaboración con San Egidio, la gran duquesa María Teresa es desde 1997 embajadora de buena voluntad de la Unesco, en cuyo seno presta apoyo a organizaciones dedicadas a la concesión de microcréditos y a la educación de las niñas y las mujeres en el mundo. En ese papel de embajadora ha visitado en estos años lugares donde la Unesco desarrolla proyectos, en países como Nepal, Mali, Bangladesh, Tailandia y Bosnia-Herzegovina.