MÚNICH – ¿Cultura del conflicto o compasión global? “Entre el choque de civilizaciones y la globalización vulgar, reducida solo a la economía, existe el gran terreno de la construcción de la unidad en la diversidad”, sostiene el fundador de la Comunidad de Sant’Egidio Andrea Riccardi abriendo, en el día que se recuerda el atentado a las Torres Gemelas, el Meeting internacional ‘Bound to Live Together’ (Destinados a convivir). El congreso está organizado por Sant'Egidio y la Archidiócesis de Múnich en el signo del espíritu de Asís, que inició Juan Pablo II y que recordará en octubre, 25 años después, Benedicto XVI en la ciudad de Francisco de Asís.
Para Riccardi, mientras los diez años que dejamos atrás han acrecentado “la cultura del conflicto, entre otras cosas por el aumento de la violencia difusa en varios países del mundo, fruto de luchas políticas, de mafias y de criminalidad”, la próxima década y la paz nos piden un esfuerzo de construcción política y un renovado rol político de Europa que signifique “unión entre los países europeos en el ejercicio de una responsabilidad común en el mundo”, no dejando caer la simpatía hacia la primavera árabe que aumenta las esperanzas. La vida de países que están lejos nos enseña mucho, “han pasado seis meses del terrible cataclisma de Japón: querría expresar nuestro aprecio y admiración por nuestros amigos japoneses que nos han emocionado con su valiente comportamiento”.
“En la actual crisis económica – explica Riccardi - las religiones pueden ayudar a cambiar la mentalidad: recuerdan que el valor de la vida no depende de la cantidad de bienestar. La sobriedad en el consumo libra el espíritu y abre a las necesidades de los demás. Demuestran que todos los hombres hacen un único gran viaje. Es una conciencia básica, simple como el pan y necesaria como el agua”. Dialogar con las culturas y las religiones generan sentimientos de simpatía y compasión global hacia las víctimas que son la respuesta verdadera, aparentemente débil, ante la fuerza destructora del 11 de septiembre de 2001. La paz es una gran inversión, no el lujo que podría parecer durante la crisis económica. Por ello, “no debemos malgastar la próxima década”. Ya son veinticinco años, año tras año, que el espíritu de Asís ha mantenido “abierto el diálogo sobre temas del espíritu y de la historia, evitando que decayera cuando los puentes caían o eran bombardeados”. |