Badee'ah, Mariam, el pequeño Aboudi y el joven Rami huyeron de Siria, pero esta vez no tendrán que poner en peligro su vida en el mar: gracias a los corredores humanitarios, que han puesto en marcha la Comunidad de Sant'Egidio, la Federación de Iglesias Evangélicas de Italia y la Mesa Valdesa con los ministerios italianos de Exteriores y de Interior, llegarán a Italia legalmente y de manera segura junto a otros 100 refugiados.
Mariam, de 71 años, vivía en la región de Hasake. Es una cristiana asiria, como muchos de los que hay huido de aquella región de Siria para evitar ser asesinados o secuestrados. Se quedó sola porque todos sus parientes emigraron. Solo le queda un sobrino lejano que la visita de vez en cuando.
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A Badee'ah, de 53 años, todos la llaman "mamá" porque en el campo de Tel Abass todos la buscan cuando tienen problemas. Huyó de Homs, junto a sus parientes, en total 7 familias, y encontró refugio en estas precarias barracas del norte de Trípoli, a pocos quilómetros de la frontera con Siria. Allí encontró el cariño de los voluntarios de la comunidad Papa Juan XXIII, antes de que llegara un día la buena noticia de los corredores humanitarios. Desde entonces ha convencido a todos para que esperen la partida hacia Roma, evitando hacer los viajes de la desesperación en el Mediterráneo, que ya han causado demasiados lutos, incluso a seres queridos suyos.
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Aboudi, de 4 años, ya ha aprendido algunas palabras de italiano. Juega en el camastro junto a una estufa rudimentaria que hay en el centro de la barraca.
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Rami, de 28 años, es un refugiado sirio que parte del campo de Tel Abbas hacia Roma junto a su hijo Aboudi.
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