La Basílica de los Santos Mártires Justo y Pastor de Barcelona acogió la liturgia en memoria de las personas sin techo que han perdido la vida. LA vida en la calle es dura y muchas personas pierden la vida cada año; la esperanza de vida para una persona que vive en la calle es 30 años inferior a la esperanza de vida media de la población.
El 30 de diciembre de 1996 Rafael murió en la calle a causa del frio. Un día después murió Antonio en una de las noches más gélidas el año. Tenían 45 y 60 años. Desde entonces Sant’Egidio recuerda en Barcelona a Rafael y Antonio juntamente con todas las personas sin techo que han muerto en todos estos años. Todos han sido recordados por el nombre. Una larga letanía de nombres que se ha leído mientras se encendía una candela para que nadie sea olvidado. Recordar el nombre es hacer memoria de la historia de cada uno y recordar que todos formamos parte de la “misma familia” como recordaba Basi, una mujer que vivió en la calle.
Es una familia presente en muchas ciudades del mundo. Está muy presente el nombre de Modesta Valenti, conocida por todos. El 31 de enero de 1983 en la estación de Termini de Roma, Modesta, aun mostrando su sufrimiento, no fue socorrida durante 4 largas horas porque iba sucia. La ambulancia no la quiso socorrer y murió antes de llegar al hospital. En Roma Sant’Egidio empezó esta memoria después que la comunidad se interrogara sobre la muerte de Modesta.
Hoy todavía “demasiada gente muere en la calle” decía Manuela, una mujer que ha vivido dos años en la calle. Haciendo memoria de todos ellos se confundía quien vive en la calle y los amigos que los van a encontrar. Es un signo de fraternidad y esperanza para ir construyendo una cultura más humana en la ciudad.
La celebración litúrgica ha terminado con la entrega de una flor a todos los presentes, signo de la belleza de una vida pero también de la fragilidad de cada uno. Después la comida de familia todos juntos.