La situación dramática provocada por la sequía en el norte de Kenya continúa. La intervención de la Comunidad de Sant’Egidio, gracias a la generosa respuesta a nuestro llamamiento que ha llegado de todas partes, ha podido ampliarse y llegar a otras zonas.
Una nueva misión de ayudas, con unas 11 toneladas de alimentos y agua potable se ha repartido en tres zonas especialmente afectadas.
Estamos en el norte de Kenya, no lejos de la frontera con Etiopía. Las primeras zonas beneficiadas fueron Baragoi y South Horr, a unos 700 km al norte de Nairobi, en el distrito norte Samburu.
Allí la población viven en aldeas dispersas, donde es difícil llegar, en la típica sabana africana. El agotamiento de los recursos hídricos de la zona les ha dejado sin ningún recurso alimentario y el poco ganado que hay, sobre todo cabras y camellos, empieza a sufrir por la falta de agua. En las cabañas, a menudo construidas con materiales de fortuna, viven familias formadas hasta por diez personas. La pobreza se ve agravada por un difícil equilibrio étnico caracterizado por continuos enfrentamientos entre las tribus samburu y turkana que luchan por los pocos recursos disponibles.
Cuando llega el camión con la ayuda, los niños lo rodean. Llevan en las manos recipientes de todo tipo –barreños, latas e incluso viejos vasos de plástico– y piden agua para beber.
La misión se dirije luego más al norte para llegar a la costa oriental del lago Turkana, a la aldea de Loyiangalani.
En un ambiente totalmente desértico, con aspecto lunar, formado por rocas y poquísimos árboles, viven unas ocho mil personas, divididas en pequeños asentamientos de cabañas casi primitivas. En los últimos cuatro años ha llovido solo dos veces, y durante breves periodos. El agua salada del lago no se puede utilizar y se ven obligados a hacer una vida seminómada intentando explotar los pocos recursos hídricos del terreno. La pesca se está haciendo cada vez más difícil ya que en el lago se han introducido especies de peces que han modificado la composición tradicional de la fauna acuífera que, hasta hace poco, garantizaba un discreto recurso para la alimentación de la población. Las características del territorio, por otra parte, no permite realizar ninguna actividad agrícola.
En estos días continúan los repartos por la zona, gracias a la colaboración entre la Comunidad de Sant’Egidio y la red de las misiones de los Padres de la Consolata, presentes en la región.
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