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1 Febrero 2012 | ROMA, ITALIA

La Comunidad de Sant’Egidio celebra su 44 aniversario. Una mirada a 2011

Liturgia eucarística de acción de gracias presidida por el cardenal William Joseph Levada. Basílica de San Juan de Letrán, 18.30 h

 
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La Comunidad de Sant’Egidio celebra el aniversario junto a sus amigos con una solemne liturgia presidida por el cardenal William Joseph Levada, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el miércoles 1 de febrero de 2012, a las 18.30 h en la Basílica de San Juan de Letrán..


Una mirada a 2011

Un año empleado para humanizar la vida de los pobres en la crisis, un año de crecimiento en el Sur del mundo y en Europa. Trabajo para reducir la violencia difusa en las grandes ciudades, trabajo por la paz, oración, cultura y diálogo entre creyentes y generaciones.

El año 2011 ha sido un año difícil para el mundo y para Italia. La Comunidad de Sant’Egidio, en 73 países del mundo, ha vivido “dentro de la crisis” intentando ser una respuesta de humanización y de buena noticia: evangelio, amistad, pobres, “Iglesia de todos y especialmente de los pobres”, un compromiso que se renueva en el año en el que se celebra el 50 aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II.

África también en 2011 ha estado en el centro de manera especial para construir alternativas concretas a la voluntad de fuga, a las epidemias, a aquella ausencia de legalidad y a los abusos, agudizados por la falta de inscripción de los niños en el registro civil. En el año que acabamos de dejar atrás ha crecido la Comunidad en el África subsahariana y ha aumentado su capacidad de contribuir de manera concreta a la esperanza en situaciones difíciles.

En los países africanos, así como en los de América o Asia, además de Europa occidental y en el Este europeo, las comunidades de Sant’Egidio, pequeñas o más numerosas, jóvenes o más consolidadas, viven la primacía de la oración personal y común, el servicio a los más pobres, proponen iniciativas concretas de reconciliación, sobre el terreno y a nivel cultural, para contener, en positivo, las tentaciones de intolerancia y miedo a los pobres, que la crisis económica ha intensificado contra los inmigrantes, los niños y discapacitados, los ancianos, los gitanos, las minorías sociales y religiosas.

Un año en la calle, y en el que los problemas del mundo han sido, en cierta medida, siempre, también problemas de la Comunidad: el derecho negado al tratamiento, la violencia de las bandas juveniles, la marginación de los ancianos ya no solo en Europa y en el mundo más desarrollado, las migraciones consideradas como peligro y no como oportunidad, en un tiempo de crisis, la caída del sentido del bien común y de la solidaridad. Oración, amistad, pobres, pero también el trabajo diario para recomponer las razones para vivir juntos, en sociedades preocupadas por la crisis financiera, o tentadas por los conflictos étnicos y civiles, por las simplificaciones de los enfrentamientos entre grupos y con el riesgo de instrumentalizaciones religiosas.

Las alternativas al crecimiento de una violencia difusa han llegado de manera estable a miles y miles de personas, han introducido en la agenda de sociedades jóvenes y de las instituciones africanas y latinoamericanas la situación de los ancianos, víctimas mudas e ignoradas de la crisis global en aquellos continentes. Con una respuesta importante por parte de gobiernos y administraciones locales, al inicio de un proceso que en los próximos años será más intenso y que requiere respuestas ya hoy. En 2011 se han alcanzado objetivos impensables, como la inscripción en el registro civil con el programa BRAVO! de tres millones de personas en Burkina Faso, al mismo tiempo que se ha puesto en marcha un programa de recuperación de los sistemas de registro civil del África subsahariana con los cursos panafricanos y la puesta en marcha de infraestructuras en otros países.

Y también fue el año en el que el programa DREAM ha llegado a la capital del Congo, Kinshasa, y en el que, en la Conferencia Mundial sobre el sida de Roma el programa ha demostrado que el acceso universal a la terapia reduce la fuerza de transmisión del virus y hace que retroceda.
Pero la presencia de las comunidades de Sant’Egidio en África se puede leer también de otros modos, miles de historias individuales de liberación y de resurrección, respuesta real al “afropesimismo”. Como los primeros estudiantes de la escuela “Floribert Bwana Chuy” de Goma, la zona que ha sufrido guerra y tragedias naturales, que se han matriculado en la escuela superior. Miles de detenidos en las cárceles africanas que pueden dormir sobre una esterilla, comer, mantener contacto con el exterior, ser rescatados y salir al finalizar su condena, pero también las iniciativas de diálogo y de paz en Nigeria, la consolidación de la presencia en Costa de Marfil que ha permitido a la Comunidad mediar y resolver conflictos entre cristianos y musulmanes, evitando represalias en el caso de ataques a iglesias y mezquitas, creando consejos conjuntos de zona que se convierten en una herramienta de reconciliación tras la guerra civil.
Y también hay una África fuera de África, con un vínculo cultural y de solidaridad en el que participan otros continentes. Como explican el nacimiento de un Africa Cocktail Cafe, que abrió en Moscú para ayudar al tratamiento del sida, y los ancianos de Italia y de otros países que hacen objetos artesanales a favor de las necesidades de los ancianos y de los niños de África, las adopciones a distancia de pueblos enteros, y, en otro ámbito, la petición de la presidenta de Senegal a la Comunidad de Sant’Egidio para una acción oficial de reconciliación en el histórico conflicto de secesión de Casamance. La humanización de la vida en las cárceles africanas se debe, en parte, a la participación de las comunidades del resto del mundo con la campaña para “liberar a los prisioneros” y la solidaridad y las suscripciones de las cárceles italianas y europeas a favor de las cárceles del sur del mundo (mientras que está en marcha una acción decidida, pública a favor de la amnistía y de una reforma de la justicia y de la pena en Italia en un tiempo dramático de superpoblación y de caída de las medidas alternativas a la reclusión y de reinserción). El tratamiento de enfermedades oculares que se ha iniciado en Kinshasa, el trabajo con los ancianos y los niños de la calle en Savé, Benín, las escuelas de la paz y las comunidades que impiden los linchamientos, son una de las respuestas locales a problemas que afligen cantidades inmensas de población, como la lucha contra la malnutrición y el trabajo de prevención y educación sanitaria que ya ha llegado a casi un millón de personas.

Las personas que han participado y la vida de las comunidades son escuelas de democracia, las desigualdades de género se superan en una democracia “evangélica” que se contagia y se convierte en un elemento de renovación de las sociedades civiles:  las activistas del movimiento “Mujeres por un sueño”, que eran marginadas por partida doble por ser mujeres y enfermas, y aún más marginadas por las condiciones de pobreza, hoy son la esperanza para un continente deprimido por el sida, y son el ejemplo y el injerto de una sociedad más equilibrada entre hombres y mujeres.  Un mundo “al revés” en el que los pobres adquieren un nombre y una dignidad, ya no son percibidos como un peligro por la sociedad, pueden volver a vivir con dignidad. Se ve claramente en la carta de agradecimiento de los mendigos de Conakry a la Comunidad que, entre los reconocimientos recibidos, es uno de los más delicados y profundos.

El 2011 ha sido el año iluminado por la beatificación de Juan Pablo II, en mayo: una compañía especial para la Comunidad, que ha vivido como un momento de particular intensidad espiritual la introducción del icono del beato Wojtyla a Sant’Egidio y a la basílica de Santa Maria in Trastevere.  Un año de proximidad con el papa Benedicto XVI, de encuentros y de expresiones de ánimos recibidas, antes y durante el encuentro mundial de diálogo y de oración por la paz de Múnich, en el décimo aniversario del ataque a las Torres Gemelas y en el veinticinco aniversario de Asís. El mensaje del papa Benedicto manifiesta con fuerza la necesidad del "espíritu de Asís" y del trabajo ininterrumpido para reforzarlo y extenderlo a las distintas culturas contemporáneas.

Se confirma una vez más que el diálogo entre las culturas y los creyentes, planetario, sin miedo de las diferencias, como clave para construir una alternativa posible al enfrentamiento y a la violencia individual y colectiva. Espíritu de Asís que no es irenismo, sino trabajo concreto, con esfuerzo, a veces arriesgado, para superar conflictos y discriminaciones, que incluye sacrificios que pueden llegar a costar la vida.   Los veinticinco años de Asís han coincidido con el testimonio y el martirio de Shahbaz Bhatti, ministro de minorías de Pakistán, amigo espiritual de la Comunidad, asesinado en un ataque terrorista al inicio del año. Su compromiso, con la Comunidad, ha continuado junto a su hermano Paul Bhatti, que volvió a Pakistán para trabajar por las minorías y el diálogo. El año transcurrido, se puede recorrer con los ojos de Asia y de una mayor proximidad a los cristianos que pasan dificultades, o de los cristianos que sufren ataques en Nigeria y en otras partes del mundo. Pero también de construcción y de consolidación de las comunidades en áreas difíciles: una experiencia capilar, cotidiana, de educación a la paz y el diálogo, que da frutos en la sociedad: hasta los primeros 27 niños adoptados a distancia en Indonesia que se han matriculado en la universidad. El ejemplo de una fidelidad que se convierte en factor de cambio, una historia positiva de los miles de adopciones a distancia que hace años que están activas.

Alrededor del testimonio de Bhatti, de su Biblia entregada en la basílica de San Bartolomeo all’Isola Tiberina han crecido iniciativas concretas, comunidades que ponen en marcha nuevos servicios para los ancianos, como en Yohannabad, desde Pakistán hasta India. Y siempre, también un trabajo cultural, como las conferencias internacionales de diálogo con el patriarcado ortodoxo de Moscú y con otras Iglesias ortodoxas sobre la caridad, la vejez como don, el martirio, figuras-puente como Xu Guangqi. Diálogo y cultura. Y también cultura que se hace comunicación, dimensión y compromiso personal, propuesta cotidiana (las oraciones y los encuentros en las periferias de Roma y otras ciudades en ocasión de hechos de violencia urbana como el asesinato de Maricica Hahaianu tienen una correspondencia en otros países para hechos similares).

Un año de Sant’Egidio en cualquier parte del mundo es un año pasado con los niños, los inmigrantes, las escuelas del Evangelio, las escuelas de la paz, los movimientos de los niños y de los jóvenes, desde el país del Arco Iris hasta los jóvenes por la Paz, Viva los Ancianos o los Amigos: las fronteras entre países distintos, capacidad y discapacidad, o edad adquieren un significado distinto y se convierten en costumbre de convivir en un mundo plural.

Difícil de explicar, imposible de unificar. Hay sensibilidades que se difunden y hacen de pequeñas comunidades, con el tiempo, lugares de comunicación del Evangelio, trabajo por la paz y de humanidad. De Haití a Cuba, de Amberes a Washington, de París a San Salvador. Y que, en momentos particulares, se hacen cercanas de manera global y con capacidades locales, en las grandes emergencias: desde el terremoto en Japón hasta la emergencia en el Cuerno de África, en Kenia, o Haití. Siempre “locales”. Creando nuevos servicios para los pobres, para los ancianos de Kivu en Cuba, con iniciativas concretas, sobre el terreno, de defensa de la vida de los ancianos y de los niños de las oleadas de violencia y de las acusaciones de brujería, que ponen en marcha procesos de ejecución sumarios, en Malawi y en otras áreas africanas.

La vigilia de la Fiesta de la Comunidad ha coincidido con el saludo y el funeral de un protagonista de la historia de la Italia democrática en Sant'Egidio y en Santa Maria in Trastevere, Oscar Luigi Scalfaro, poco después de la conclusión del 150 aniversario de la unidad de Italia. Un acontecimiento laico, pero que ha representado para Sant’Egidio un motivo particular de compromiso por el país y de oración por la unidad del país, en un tiempo dificilísimo, marcado por movimientos de separación y por una larga niebla que ha bloqueado durante mucho tiempo el sistema político y la búsqueda de soluciones compartidas para el bien común. Un aniversario no formal, que el movimiento de los Amigos, con el arte, ha sabido interpretar de manera valiente y creativa, hasta las exposiciones “Nosotros, Italia”, itinerantes, la excepcional “I/O Io è un altro” hasta la Bienal de Venecia, y la Exposición del Quirinal de 150 obras de artistas discapacitados que inauguró el Presidente de la República italiana Giorgio Napolitano.
La narración que se deduce sirve de guía para un año que ha sido duro para los pobres y para quien siente más que los demás la crisis. La Comunidad ha intentado representar ante la opinión pública las dificultades de quien ha vivido más que los demás las dificultades del país, especialmente familias numerosas, jóvenes, ancianos solos, con conferencias de prensa y comunicados, manifestaciones en los barrios, marchas de solidaridad en ocasión de episodios, más frecuentes, de racismo.

Una cita anual, la Marcha del 16 de octubre con la Comunidad judía de Roma y el recuerdo de la deportación a Auschwitz o la Vía 21 de la Estación de Milán (y también en toda Europa, en Buenos Aires y en América Latina) se han convertido en la propuesta de un día de memoria ciudadana y una ocasión de defensa de todas las minorías.

Pero la crisis económica ha intensificado el clima de choque social y las simplificaciones, la tentación de uso instrumental del malestar y la caída de la calidad de los sistemas de bienestar. En este contexto la Comunidad ha querido continuar el trabajo de acompañamiento de los pobres, con las guías Dónde Comer, Dormir, Lavarse en Roma, en Barcelona y en otras grandes ciudades, y ha intensificado el trabajo de observatorio social y de propuesta. Las conferencias de prensa sobre los gitanos, los ancianos, las personas con dificultades, los datos difundidos sobre las víctimas “ocultas" de la crisis económica, han sido acciones constantes a lo largo de todo el año. La capacidad innovadora de la Trattoria degli Amici se ha expresado también como escuela y cantera de nuevas profesiones en el campo de la restauración para los discapacitados, a contracorriente de las dinámicas del trabajo. Un esfuerzo particular ha permitido crear el primer Informe sobre la Pobreza en Roma y en el Lazio.

Observatorio y propuesta, más allá de las contraposiciones ideológicas: se ha renovado la propuesta, ya presentada desde hace años, de una nueva ley sobre la nacionalidad de los inmigrantes, empezando por los niños.  Y también una propuesta educativa y antropológica: el verano con los inmigrantes en Lampedusa, en Albania, en África con los más pobres, y el trabajo cultural para devolver dignidad y fuerza al trabajo gratuito en el servicio de los demás en un tiempo dominado por factores económicos. El momento más alto fue la conferencia nacional “Congreso de los Amigos de los pobres”, sobre la gratuidad y la caridad que se celebró en Nápoles, y en el que participaron más de cien entidades eclesiales italianas, en un esfuerzo conjunto con la Comunidad Juan XXIII.

Pero también ha sido un año marcado por las dificultades de la vida de los gitanos rom y de los inmigrantes.  Para los rom, en Roma y en otras ciudades de Italia y de Europa, sobre todo en el Este europeo, la Comunidad ha multiplicado su compromiso público y co las autoridades civiles para detener los desalojos y contener y eliminar el sentimiento de inseguridad y un difuso antigitanismo. La muerte de 4 niños gitanos en el incendio de una caravana en Roma impulsó a la Comunidad a pedir un día de luto ciudadano y, con la Iglesia de Roma, a lanzar un plan extraordinario para la vivienda y la educación. Las muertes en el Mediterráneo de un número creciente de inmigrantes ha sido otro punto clave del diálogo de la Comunidad con instituciones y sociedad civil, para borrar tentaciones de miedo y de criminalización de los inmigrantes, en tiempos de transformación histórica, como la que se está produciendo en el mundo árabe.

En resumen, difícil explicar un año de la Comunidad, que no puede limitarse a los éxitos obtenidos, en un tiempo de dificultad creciente para muchos. Un año especial para Europa, que atraviesa dificultades. Si un centro debe buscarse en una acción difícilmente reconducible a un evento principal, tal vez este, en 2011, ha sido precisamente Europa. Y la necesidad de ayudar en lo posible el repliegue europeo sobre los problemas en un proceso lento, pero creciente, de erosión de sensibilidad europea y europeísta.  No solo “Euráfrica”, sino también un compromiso directo, en muchos países, por un pensamiento “europeo” en un tiempo de euroescepticismo y de dificultades mundiales centradas en las dificultades económicas de la zona euro. Mientras se han construido canales de comunicación y colaboración con los protagonistas de la “primavera árabe” y del cambio en el Mediterráneo, desde Túnez, hasta Libia o Egipto, sin olvidar antiguas solidaridades como la de los Balcanes. La elección de Sarajevo como sed del próximo encuentro mundial interreligioso por la paz, en septiembre de 2012 representa el punto de llegada de este compromiso que ha caracterizado 2011 y en el que participa la Comunidad: un paso importante para el diálogo, un desafío para la convivencia en la zona más martirizada de Europa. 

En continuidad con el diálogo ecuménico que, entre otros ha asistido a encuentros con el patriarca serbio Ireneo y el patriarca rumano Daniel, los vínculos son cada vez más amistosos con el patriarcado de Constantinopla y de Moscú, subrayado por una carta personal del patriarca Kiril, las relaciones y los encuentros de diálogo con las mayores organizaciones y universidades islámicas, desde Indonesia hasta Costa de Marfil.

El diálogo ha permitido construir, también en 2011, pasos importantes y positivos en la lucha por la vida y para detener la pena capital en el mundo. Una batalla innovadora e institucional, en sinergia con otras organizaciones y con el Gobierno italiano ha ayudado a poner fin a la exportación a EEUU de una de las tres sustancias necesarias para la inyección letal y un papel directo de la Comunidad ha contribuido a la abolición definitiva de la pena de muerte en Mongolia y en Benín. La Comunidad de Sant'Egidio ha continuado trabajando para reforzar la Coalición mundial contra la pena de muerte, nacida en Roma en 2002, y ha ampliado el movimiento de las Ciudades contra la pena de muerte en el mundo –casi 1.500– y el impacto de la Jornada internacional de las Ciudades por la Vida. La primera conferencia del gran Caribe contra la pena de muerte, promovida por la Comunidad en Madrid en octubre, en colaboración con el Gobierno español, dio origen al nacimiento de la Coalición del Gran Caribe por la Vida.

Un año de crecimiento espiritual. Sintetizado por 970 comidas de Navidad que han acogido a casi 150 mil personas en más de 70 países.  Con la ayuda en la organización, respecto al año anterior, de más de diez mil nuevos voluntarios: un signo de generosidad, una respuesta: más pobres, más personas solas, y también una creciente disponibilidad que el Evangelio puede despertar.

Sant’Egidio, a cuarenta y cuatro años, en la instantánea de las comidas de Navidad, que requieren una preparación larga y que manifiestan la belleza de los pobres y de las sociedades cuando son capaces de respetarlos: el sacramento del pobre en gran honor y practicado y la unidad entre el sacramento de la mesa y el del altar. Oración y pobres. Según el testimonio de un gran amigo desaparecido, el teólogo Olivier Clément. Es lo que la Comunidad de Sant’Egidio ha intentado vivir, con todos sus límites.


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