Uno de mayo, fiesta del trabajo. Para quien es anciano y ha trabajado toda su vida, en este tiempo de crisis a menudo no hay tiempo ni motivos para hacer fiesta.
Sin embargo, no fue así para muchos ancianos napolitanos el uno de mayo. Vinieron de toda la ciudad para hacer una fiesta con la Comunidad, tras un invierno largo y difícil a causa de la crisis económica que afecta sobre todo a las franjas más débiles de la población, entre los que están ellos, los ancianos.
El día empezó con una visita al monte de Posillipo. en via Caracciolo y al Castel dell’Ovo, los lugares más hermosos de la ciudad a los que los ancianos se sienten unidos de manera especial, entre otros motivos porque ellos contribuyeron con su trabajo a hacerlos importantes y conocidos en el mundo.
Tras la visita se produjo una pacífica y festiva invasión del frente de mar partenopeo, con un panorama impresionante en el primer verdadero día primaveral del año.
Resiguiendo la costa llegaron a las laderas del Vesuvio, donde los esperaban a los ancianos para comer en un restaurante: piscina, jardines, parasoles, bancos a la sombra, música de fondo.
La emoción de los ancianos, muchos de los cuales provenían de residencias y de barrios de la ciudad y de la periferia, fue enorme. Vincenzo, de 102 años, iba repitiendo: “¡Qué amigos! ¡Qué hermoso! ¡Qué comida! ¡Grandeza de Dios!”.
Muchos ancianos no habían salido de la residencia o de su casa desde hacía más de un año…
Una gran fiesta de familia: provenían del centro histórico, de la periferia oriental, de S.Giorgio, de Cremano, de Posillipo, de la casa familia de los ancianos de la periferia norte, de Vomero, de Scampia…
Gracias a la alianza entre ancianos y jóvenes que se ha creado con la Comunidad muchos han vuelto a vivir con alegría los años que parecían únicamente una condena.
Al final, mientras se saludaban, se veían grandes expectativas por el futuro. De hecho, en esta fiesta del trabajo, de la amistad de la Comunidad, en la que nadie está solo, sabemos que en el tiempo que vendrá volveremos a reunirnos para decir una vez más: ¡Viva los ancianos!
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