El 19 de abril, en Maputo, muchos dieron el último adiós a Ana Maria Muhai, la primera activista del programa DREAM, una mujer, una hermana, una amiga para muchos, no solo en Mozambique, sino también en Roma y en todo el mundo. En Roma y en muchas ciudades de Mozambique y de África se han reunido sus amigos, con los que, durante más de diez años, Ana Maria ha trabajado incesantemente para animar a los enfermos a seguir el tratamiento y a recuperar la esperanza.
Al finalizar el funeral se leyó un mensaje de Andrea Riccardi Lee el mensaje de Andrea Riccardi LEER el mensaje de Andrea Riccardi
De la periferia de Mozambique al mundo entero: muchos la recuerdan bajo el mango del centro DREAM de Maputo, mientras hablaba, animaba a los enfermos, explicando su historia y comunicando esperanza. Y su historia atravesó las fronteras y su testimonio llegó a hombres y mujeres de muchos países del mundo. El encuentro con DREAM la había salvado y desde entonces se había transformado en un ejemplo extraordinario, no solo en Maputo y no solo para los mozambiqueños. Testigo incansable, en junio de 2011 habló en la Asamblea de las Naciones Unidas de Nueva York para pedir el acceso universal al tratamiento y se había convertido en uno de los testimonios más conocidos y representativos del programa DREAM y un icono indiscutible de la lucha contra el VIH.
Ana Maria nació hace 51 años en una provincia rural de Mozambique. En 2002, cuando conoció el programa DREAM que daba sus primeros pasos en la "casita" de Machava, en Maputo, estaba ya muy enferma: con 41 años pesaba 28 kg, tenía el cuerpo lleno de heridas y todos la despreciaban.
Empezó rápidamente el tratamiento y al cabo de pocos meses ya volvía a estar bien: los medicamentos y la amistad le habían devuelto la salud y la dignidad. Explicaba riendo que sus vecinos de casa, al verla caminando nuevamente por la calle, no creían que fuera ella y la pellizcaban para asegurarse de que no era un fantasma. Empezó a pasar su tiempo libre en el centro DREAM para estar con los enfermos y convencerles a todos de que se hicieran la prueba y empezaran a tratarse.
Fue la primera en Mozambique que declaró públicamente que era seropositiva y que se ofreció personalmente a prestar su imagen para vencer el estigma.
Su sueño era salvar de la muerte a muchos enfermos que tenían miedo de la terapia. Los que hablaban con ella sentían el "contagio positivo" de su fuerza, su cariño y su valentía.
Decía: "…yo no he aprendido sobre el sida en libros o en asociaciones sino en mi cuerpo y en mi piel". Afirmaba esto con voz fuerte y tenaz enseñando su foto de cuando estaba enferma a aquellos que no sabían que existían los antirretrovirales y a los que no querían ni siquiera oír hablar del sida.
Los medios de comunicación mozambiqueños la habían bautizado como "la gladiadora" y con el paso de los años había recibido muchas invitaciones para ir a radios, televisiones y periódicos..
Fue el primer miembro de la asociación I DREAM, en la que hombres y mujeres seropositivos trabajan a favor del derecho al tratamiento en los países africanos.
Ana Maria viajó varias veces al extranjero para llevar su testimonio y ayudar a formar a los activistas de otros países, porque después de haber conocido DREAM consideraba que había renacido: su vida se había transfigurado no solo en el cuerpo, sino también en el espíritu, había empezado a vivir para los demás, sentía una deuda de amor.
En los últimos años sufrió otra grave enfermedad distinta de la enfermedad por la que seguía tratamiento, pero nunca disminuyeron su esperanza y su serenidad.
En las últimas semanas estuvo rodeada por la ternura y por el cariño de sus amigos que se ocuparon de ella y estuvieron siempre a su lado: eso la infundía valentía, y saber que sus hermanos de la Comunidad de Sant'Egidio de muchos países del mundo rezaban por ella la consolaba.
La noticia de su muerte ha causado un profundo dolor en mucha gente.
La Comunidad de Sant'Egidio se ha reunido para recordarla, han llegado muchos mensajes de todo el mundo y muchas comunidades la han recordado.
Los medios de comunicación han anunciado inmediatamente su muerte, se han publicado artículos suyos y han repuesto entrevistas que había hecho en televisión en los últimos años.
En su funeral había representantes de las instituciones públicas y de la sociedad civil.
Han manifestado su proximidad y su pesar a la Comunidad de Sant'Egidio y a la familia el Gabinete de la Primera DAma, el Consejo Nacional de lucha contra el Sida, el Parlamento Juvenil y el Ministerio de la Mujer y de Asuntos Sociales.
Ana Maria, hija de la Comunidad de Sant'Egidio, deja un vacío pero también el gran ejemplo de cómo una mujer humilde de la periferia del mundo puede transformarse en una mujer importante que cambia la historia y la vida de muchos con simplicidad y valentía.
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