Hay que superar la lógica nacional, porque el problema de la emigración es un problema europeo. Han coincidido el presidente del Parlamento europeo Martin Shulz y el presidente de la Comunidad de Sant'Egidio, Marco Impagliazzo, tras un encuentro en la sede de la Comunidad con jóvenes, hombres y mujeres de "Gente de paz", el movimiento internacional promovido por Sant'Egidio formado por personas de etnias, religiones y culturas diferentes. Fue una reunión marcada por los testimonios de algunos para los que el "viaje de la esperanza" terminó positivamente, pero que llevan consigo el dolor, el sufrimiento y el duelo por los que no lo lograron. A todos, Martin Schulz, visiblemente emocionado, les prometió su compromiso y el del Parlamento europeo "para evitar que muchos más conozcan el destino que vosotros habéis sufrido".
El día de Schulz había empezado en el Vaticano con la audiencia del papa Francisco, "que proviene –dijo el presidente europarlamentario– de una familia de italianos emigrantes, que pudieron ir a Argentina porque allí había un sistema legal de entrada como, por ejemplo, en Estados Unidos y en Australia. Y como habrá que hacer también en los países de nueva emigración, donde tendrá que poderse ir a un consulado y hacer la petición de inmigración legal. El parlamento europeo se toma en serio este problema". Pero mientras tanto sigue la urgencia de intervenir inmediatamente. Schulz, que iba acompañado por el embajador ante la Santa Sede, habló primero con Andrea Riccardi, fundador de la Comunidad, con Marco Impagliazzo, y otros responsables de Sant'Egidio; luego, en la Sala de la Paz, con algunos de los que han vivido el problema de le emigración en su propia carne.
Qorbalan Esmaili y Daud Youssufi, que vienen de Afganistán han descrito viajes que duran un año o más, fronteras que no se pueden atravesar sin pagar grandes sumas, días enteros transcurridos en dobles fondos de camiones, corriendo el riesgo de morir por asfixia; palizas, torturas e incluso la muerte a manos de policías hostiles o de bandas paramilitares de movimientos xenófobos. Enas Mustafa, de Sudán, ha descrito su viaje por tierra, atravesando el desierto de Libia y luego por mar, y pidió: "Digan a los que se quedaron allí y querrían venir aquí que no hagan el viaje que he hecho yo. Díganselo ustedes, porque si lo digo yo no me creen. Díganles que aquel que entra en la cárcel de Misurata no sale vivo de ella. Les pido a todos ustedes que nos ayuden a cambiar las leyes para poder venir legalmente a Italia". Y por último Lula Tekle, eritrea, ha explicado por qué muchas y muchos jóvenes compatriotas suyos intentan escapar de su país: "Para evitar el servicio militar, que es obligatorio y es una experiencia terrible, tanto, que preferimos correr un riesgo mortal para evitarlo".
Lula he pedido que se cree un corredor humanitario para poder entrar legalmente en Europa, "porque el problema es llegar a Lampedusa. Y luego ayudar a los que han tenido la valentía de continuar".
Tras la presentación de Marco Impagliazzo, Schulz mostró su aprecio por la propuesta de Sant'Egidio de convertir Lampedusa en "un lugar europeo de acogida", porque "si bien es cierto que quien llega allí es acogido por las autoridades italianas, también es cierto que el problema de los refugiados es un problema europeo". "La emigración no se detendrá –añadió–; otros intentarán venir, pero no todos lo lograrán. Yo no tengo una solución inmediata a los problemas que me han planteado; sería erróneo decir que la tengo, pero digo que las personas que intentan venir aquí tienen derecho a tener en sus países un futuro mejor, más humano, necesitan democracia, derechos, trabajo; y de eso debemos ocuparnos en el ámbito de la política exterior europea". Por otra parte hay un problema de política interior de Europa, que requiere definir un "marco legal" para la inmigración. Marco Impagliazzo terminó con palabras de esperanza: "Hoy las decisiones europeas pueden verse influenciadas por vuestros rostros, por vuestras palabras y por vuestros testimonios”. |