La guerra es una locura. Esta es la denuncia que hizo el papa Francisco cuando visitó, el pasado septiembre, el cementerio de Fogliano di Redipuglia -donde recordó y oró por las víctimas de la Primera Guerra Mundial-, ante la "masacre inútil" de aquella guerra que el papa Benedicto XV intentó parar sin poderlo conseguir.
Haciendo memoria de aquella Gran Guerra, el papa Francisco alertó que en la actualidad se puede hablar de una "tercera guerra mundial" que se desarrolla "por partes", con las crueldades, abusos y sufrimientos que sufre con frecuencia la población civil más indefensa.
En este panorama oscuro, quisiera subrayar la actualidad del llamado espíritu de Asís, un espíritu que la Comunidad de Sant'Egidio -fundada por el profesor italiano Andrea Riccardi- ha asumido y al que da continuidad. El espíritu de Asís tiene su origen en el mensaje de san Francisco -recordémoslo ahora, que hemos conmemorado los ocho siglos de su paso por Catalunya como peregrino hacia Santiago de Compostela-, y más recientemente en el encuentro interreligioso de oración por la paz que convocó en Asís el papa san Juan Pablo II en 1986. Ese fue un acto que tuvo un gran eco, porque respondía a un deseo sentido por muchos hombres y mujeres de buena voluntad de todo el mundo y de todas las creencias.
La Comunidad de Sant'Egidio celebró el último de estos encuentros anuales del 7 al 9 de septiembre en la ciudad de Amberes, con el título de La paz es el futuro, recordando que se cumplen los cien años del inicio de la Primera Guerra Mundial. En el llamado espíritu de Asís, hombres y mujeres de diversas religiones y culturas se encuentran los unos junto a los otros, no los unos contra los otros, con el convencimiento de que en lo más profundo de cada tradición religiosa hay un fundamento para encontrarse y orar juntos por la paz.
La paz no es fácil pero es posible. Por ello, el beato Pablo VI inició la celebración de la Jornada Mundial de la Paz el día primero de año. Francisco, que eligió este nombre recordando que el santo de Asís fue un apóstol incansable de la paz, ha escogido este lema para la Jornada de la Paz del próximo 1 de enero: "Nunca más esclavos, sino hermanos".
La paz es posible. El diálogo entre las religiones, las culturas y las personas es hoy una necesidad para vivir juntos -para convivir en regiones y ciudades que cada vez son más complejas y con una composición étnica y religiosa más plural. El diálogo y el encuentro interpersonal es necesario que se conviertan en una práctica diaria, en una forma habitual de vida, en una cultura de la convivencia en la pluralidad. Así se ha dicho de manera muy clara en el Congreso de Pastoral de las Grandes Ciudades que hemos celebrado en Barcelona durante el año que ahora termina.
Lluis Martinez Sistach
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