| Szeptember 16 2012 |
Jóvenes comprometidos con la paz y la convivencia |
La Comunidad de Sant’Egidio organiza una peregrinación a Auschwitz |
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Unos 400 jóvenes europeos, entre ellos más de 100 catalanes, han participado este verano en una peregrinación organizada por la Comunidad de Sant’Egidio bajo el lema «Por un mundo sin racismo ni violencia». Esta peregrinación les ha llevado a los campos de exterminio de Auschwitz y Birkenau, donde han podido conocer la historia de la Shoah a través de dos testimonios que sobrevivieron a aquel horror: una mujer gitana y un hombre judío. Los jóvenes se comprometieron para construir un futuro de paz y convivencia, trabajando ya desde el presente.
Anna Agulló Sancho es una universitaria de 19 años que ha participado en esta peregrinación. Ella pertenece a la Comunidad de Sant’Egidio y colabora con la Escuela de la Paz en la Barceloneta, un espacio de amistad y convivencia. Esta joven nos explica que ha querido peregrinar a Polonia porque «era una buena oportunidad para conocer en profundidad la verdad sobre el holocausto». Especialmente le ha impactado la visita Auschwitz y Birkenau, «ya que pudimos ver con nuestros propios ojos los restos del gran sufrimiento de la población judía y gitana. Llegar a imaginarnos todo el dolor sufrido en estos campos de concentración nos conmocionó de tal manera que fue casi imposible no parar de darle vueltas durante todos los días de peregrinación».
Anna está muy concienciada sobre la urgencia de construir un futuro de paz y convivencia. Por ello cree que «hay que intentar evitar pequeños gestos de racismo y violencia de los que la gente no es consciente. Para poder construir este futuro de paz tenemos que ser conscientes de que existen estos gestos, pero los tenemos que anular y debemos transmitir a los demás el valor de la amistad con todo el mundo». No es tarea fácil, pero Anna asegura que «no debemos dejar que se difunda este mal que va pasando sin que nos demos cuenta, el desprecio, el racismo... Hay que tener fe en que es posible vivir sin prejuicios. Por ejemplo, nosotros hacemos la Escuela de la Paz, donde ayudamos a los niños a tratarse de igual a igual con respeto, donde aprendemos a convivir unos con otros aunque seamos de culturas y países diferentes. Creemos que se puede construir una ciudad nueva aprendiendo a convivir, es posible si trabajamos en ello cada día».
Los supervivientes del Holocausto explicaron a los jóvenes que es posible vencer la venganza con el perdón. Por eso Anna subraya que «la venganza trae más violencia. Nosotros, muchas veces, tampoco sabemos qué hacer ante el mal, pero nos encontramos juntos, hacemos oración, rezamos por la paz, hablamos juntos... es la única manera de vivir juntos, unos al lado de otros, siendo amigos, queriéndonos...». El secreto está en el amor, en la fuerza del amor. Así, esta joven catalana afirma rotunda que no se trata de una «utopía. Es la fuerza de que con alguien al lado que te quiere, la vida cambia. Es lo que queremos todos, amar y sentirnos amados, esto se puede vivir. Es la realidad de lo que vivimos, y no es sólo un ideal».
Quedan pocos supervivientes de la Shoah y dentro de poco desaparecerán los testimonios directos. «Por eso es muy importante que nosotros sigamos explicando estos relatos a nuestros conocidos, para que así siempre esté en la memoria de todos y no se vuelva a repetir», dice Anna. Y añade: «Después de una vivencia tan conmovedora hay que comunicar de una manera clara y precisa todas nuestras vivencias. Hemos visto muchas cosas y hemos escuchado muchas palabras que debemos transmitir a nuestros amigos. Comunicar a muchos que nos rodean nuestros sentimientos para construir una ciudad, un futuro de convivencia con todo el mundo.»
Fruto de esta peregrinación, los jóvenes han elaborado un manifiesto en el que escriben: «Queremos pararnos, reflexionar y recordar.» Los peregrinos aseguran que «pensamos que aquella tragedia nos atañe profundamente, porque todo aquello pasó en Europa». Ante esta constatación, se comprometen a «transmitir lo que hemos visto y oído estos días, y queremos explicar a nuestros coetáneos y a las generaciones que vendrán que es importante excluir toda forma de racismo, de discriminación y de desprecio hacia las personas y la vida humana».
Los jóvenes subrayan que «estamos convencidos del valor absoluto de la vida y de la victoria del perdón sobre la venganza. Nosotros queremos vencer al mal con el bien. Por eso queremos comprometernos activamente en favor de una Europa en la que todos puedan vivir juntos: ¡un mundo sin racismo!, ¡un mundo sin violencia!».
Y concluyen: «Nos vamos de Auschwitz más unidos, con la determinación de querer convencer a nuestros coetáneos con la fuerza del amor para ser mejores y para hacer que nuestros países sean una Europa de paz.»
Rosa María Jané Chueca
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