"Hago un llamamiento a la conciencia de los gobernantes para que alcancen un acuerdo internacional para abolir la pena de muerte. Y propongo a los católicos que haya entre ellos que cumplan un gesto de valentía ejemplarizante: que ninguna condena sea ejecutada en este Año Santo de la Misericordia", subrayó.
El papa Francisco defendió que "también los criminales gozan del inviolable derecho a la vida", durante un discurso ofrecido tras el rezo del Ángelus dominical, desde la ventana del palacio apostólico del Vaticano.
Ante los miles de fieles que se habían congregado en la Plaza de San Pedro para escucharle, Jorge Bergoglio sostuvo que "el Jubileo Extraordinario de la Misericordia es una ocasión propicia para promover en el mundo formas más maduras de respeto de la vida y de la dignidad de las personas".
Y alabó el congreso que celebrará mañana en Roma la Comunidad católica y caritativa de Sant'Egidio bajo el título "Por un mundo sin pena de muerte", del que deseó que dé "un renovado impulso a los esfuerzos para abolir la pena capital".
Reconoció que en el mundo contemporáneo está creciendo un sentimiento "contra la pena de muerte incluso como instrumento de legítima defensa social" y señaló que "las sociedades modernas tienen la posibilidad de castigar eficazmente al criminal sin privarle de la oportunidad de redimirse".
"El problema debe abordarse desde la óptica de una justicia penal que esté cada vez más en línea con la dignidad del hombre (...). El mandamiento 'no matarás' tiene un valor absoluto y se refiere tanto a los inocentes como a los culpables", apuntó.
El papa Francisco concluyó su discurso con un mensaje dirigido a "todos los cristianos y a todos los hombres de buena voluntad", a quienes pidió "trabajar no solo para la abolición de la pena de muerte, sino también para mejorar las condiciones carcelarias en el respeto de la dignidad de las personas privadas de libertad".