ROMA, martes 24 enero 2012 (ZENIT.org).- La Comunidad de San Egidio informó en un comunicado de prensa, acerca del destino de los 180 ciudadanos filipinos y 170 indonesios que se quedaron sin nada en Italia, lejos de sus países y de sus familias, tras el naufragio del crucero Costa Concordia.
Son un total de 350 trabajadores extranjeros que, el pasado 13 de enero, se encontraban a bordo de la nave Costa Concordia, que naufragó frente a la costa la isla italiana del Giglio.
De ellos, afirma el comunicado, se ha hablado como de los “ángeles” que ayudaron y salvaron a centenares de personas. Son trabajadores procedentes de países lejanos que lograron desembarcar completamente mojados, helados y casi todos descalzos. Ninguno de ellos tenía ropa con la que cambiarse, ni una familia o una casa en la que pedir ayuda.
Por esta razón se dirigieron a la Comunidad de San Egidio que, desde su Centro de recogida y distribución de Roma, la llamada “Ciudad ecosolidaria”, envió en pocas horas abrigos, zapatos y ropa de abrigo para los trabajadores náufragos.
Por su parte, la Embajada de Filipinas ante la Santa Sede agradeció de modo particular a esta Comunidad la ayuda ofrecida, haciendo saber que todos los ciudadanos filipinos, después de una misa de acción de gracias, se encuentran de regreso a su país, mientras sólo uno permanece en Italia ingresado en un hospital.
En la Ciudad ecosolidaria de Roma, la Comunidad de San Egidio recoge y organiza alimentos, ropa y otras ayudas, fruto de las recogidas de la Comunidad y de la solidaridad de muchos.
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