Los despistados, si es que hubo alguno, que ayer acudieron a la misa en la basílica de los santos Just y Pastor de Barcelona se llevarían una sorpresa. No sólo por la belleza del escenario, una de las iglesias más antiguas de Barcelona, o por la emotividad del acto, sino por proclamas revolucionarias como la liberación de los encarcelados y oprimidos. Eso dice la Biblia. Fue sólo uno de los numerosos guiños de la misa, oficiada por mosén Puig y auspiciada por la comunidad de Sant Egidi. Esta asociación laica y altruista, que nació en Roma y hoy está en 70 países, recordó a los indigentes que han muerto en Barcelona, como Rafael y Antonio, de 45 y 60 años, que fallecieron de frío en la calle el 30 y el 31 de diciembre de 1996. Seguramente ambos debieron preguntarse, cuando sintieron cerca el fin, quién se acordaría de ellos. La comunidad de Sant Egidi. Se acuerdan, de ellos y de todos los desfavorecidos del mundo, la comunidad de Sant Egidi y las personas que ayer abarrotaron la iglesia.