Se ha celebrado en Roma el V Congreso Internacional de ministros de justicia, "De la moratoria a la abolición de la pena capital, No Justice without peace". Textos e imágenes
Se ha celebrado en Roma el V Congreso Internacional de ministros de justicia, “De la moratoria a la abolición de la pena capital”, en el que han participado representantes de 30 países. Textos e imágenes 17 de mayo de 2010
Hoy, 17 de mayo de 2010, se ha celebrado en Roma, en la Sala della Clemenza del Palazzo Altieri, el V Congreso Internacional NO JUSTICE WITHOUT LIFE, promovido por la Comunidad de Sant'Egidio, sobre el tema: “De la moratoria a la abolición de la pena capital”.
Han participado en la iniciativa personalidades políticas y d ela sociedad civil, parlamentarios y jueces de Kazajastán, Camboya, Indonesia, Filipinas, Timor Este, Mongolia, Corea del Sur, México, Uruguay, Ecuador, Francia, España, Eritrea, Angola, Benín, Burkina Faso, Cabo Verde, Congo-Brazzaville, Costa de Marfil, Gabón, Guinea, Kenya, Sudáfrica, Mali, Mozambique, Níger, Ruanda, Sao Tomé, Somalia, Tanzania y Zambia.
En la apertura del congreso, Marco Impagliazzo, presidente de la Comunidad de Sant’Egidio, recordó los motivos que están en la base de esta convocatoria, que llega a su quinta edición: “Frente a la violencia difusa en muchas partes del mundo, ¿cuáles pueden ser las respuestas de los Estados?".
Una pregunta que ha sido acogida y a la que han respondido los oradores que han tomado la palabra a lo largo de la mañana.
En su intervención, Gianfranco Fini, presidente de la Cámara de diputados, afirmó que es tarea de Italia trabajar por la abolición de la pena de muerte. Un objetivo que tiene “el firme apoyo de la asamblea de Montecitorio”.
También Gianni Alemanno, alcalde de Roma, subrayó la necesidad de movilizar las conciencias para que las decisiones de los estados vayan contra la pena capital y afirmó el papel de la ciudad de Roma, que inauguró la tradición de iluminar el Coloseo en cada proceso de la campaña para la abolición de la pena capital, situándose así como origen de las "Ciudades por la Vida".
Jean-Marie Bockel, ministro de justicia de Francia, recordó la necesidad de un trabajo común y cotidiano sobre las conciencias nacionales, mientras Mario Marazziti, portavoz de la Comunidad de Sant'Egidio, recorrió la historia de los avances realizados por el movimiento para la abolición de la pena de muerte en el mundo en los últimos años, así como el trabajo de la Comunidad y su capacidad de sinergia y convergencia con otras organizaciones internacionales y con los Estados. Actualmente hay 141 países abolicionistas en el mundo, de los que algunos lo son de facto, y la tendencia abolicionista se traduce también en los votos positivos por la moratoria obtenidos en la ONU. En Angola la pena de muerte fue abolida en 1992, cuando se convirtió en un estado de derecho, pluripartidista y en la Constitución se afirma el pleno respeto por la vida. “Nunca habríamos podido estar a favor de la pena capital, tras 30 años de guerra civil, tras haber visto tantos muertos –afirmó Guilhermina Prata, ministra de Justicia angoleña–. Por eso apoyamos todas las iniciativas y las campañas contra la pena capital, por eso siempre defenderemos la vida en nuestras decisiones”.
A continuación se leyó un mensaje de H.E. Tsakhiagiin Elbedgorj, presidente de Mongolia, que recientemente ha propuesto la moratoria de la pena de muerte en su país, "para apoyar plenamente la vida y crear un futuro y un mundo más digno".
Uruguay abolió la pena capital en 1907 porque era excesivamente cruel y alejada de la humanidad natural de cada uno, dijo Jorge Omar Chediak González, presidente de la Corte Suprema. Por su parte, monseñor Mario Toso, secretario del Pontificio Consejo “Justicia y paz”, lanzó un llamamiento a no olvidar nunca que a menudo la pena de muerte puede transformarse en una trágica realidad sobre todo para los más pobres, que no pueden hacer frente a los gastos de un proceso justo. Si no hay una visión misericordiosa del hombre –dijo–, incluso la justicia se hace injusta “summus ius, summa iniuria”.
Un impulso y un apoyo a esta "lucha de civilización” llegó del Consejo de Europa, en la persona del jefe del departamento de derechos humanos Jeroen Schokkenbroek, que reafirmó el papel que Europa quiere continuar teniendo en la promoción de los derechos fundamentales, no solo respecto a la pena capital, sino también en el trabajo para hacer realidad un sistema carcelario más eficaz y más humano.
Cabo Verde fue el primer estado del continente africano que rechazó luchar contra el crimen con la pena de muerte, dijo Marisa Helena Morais, ministra de Justicia, que pidió a los congregados, en particular a los demás ministros de justicia, que se unieran a esta camino de construcción de una sociedad más humana.
Las esperanzas y los miedos de los jóvenes africanos resonaron en la intervención de Célestin Twizere, de la Comunidad de Sant’Egidio de Ruanda, que, recordando el genocidio que asesinó a casi un millón de personas en 1994, recorrió la historia de su país que, en 2007, decidió abolir la pena de muerte, llevando a cabo así un auténtico camino de reconciliación en el país. No obstante, subrayó que hoy todavía hay una violencia difusa que crece en la sociedad, donde se va difundiendo la horrible práctica de los linchamientos.
Entre los pocos países asiáticos abolicionistas está Camboya, un país donde, en los años 70 del siglo pasado, hubo un terrible genocidio, pero que eligió el camino de la reconciliación y del rechazo de la pena capital, como explicó Ang Vong Vathana, ministro de justicia camboyano.
Por último, Rashid Tusupbekov, ministro de justicia de Kazajastán, afirmó la total contrariedad de su país ante la aplicación de la pena de muerte. Su país inició el proceso de la abolición en ocasión del Encuentro de oración por la paz de Nápoles de 2007.
Concluyó el encuentro el presidente de la Comunidad de Sant'Egidio, Marco Impagliazzo, recordando el gran trabajo de la sociedad civil y en particular el de la Comunidad de Sant’Egidio, para difundir la cultura de la vida, también a través de las escuelas de paz, lugares donde se aprende la convivencia pacífica y en las cárceles, por una vida más humana.": "la alternativa a la pena de muerte es posible. En todas las partes del mundo, las autoridades de los Estados pueden basarse en el derecho. Los Estados pueden orientar las sociedades al bien, y la lucha contra la pena de muerte es una orientación".